martes. 24.06.2025
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Ya qué

Flor Bosco

Después de Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes, nada hay que pueda aportar yo sobre el tema del enamoramiento. Nos retrata a todos, en todos los tiempos y condiciones por cuanto recoge de escritores y filósofos que, aquí sí, parecen llegar a conclusiones parecidas y complementarias. Me animo en cambio a situarme en algunos pasajes del texto, a detenerme a contemplar mi imagen en estos fragmentos de espejo que el autor nos regala. No es necesario sino transcribir y enlazar algunos párrafos del texto original con anécdotas propias, para hacer la bitácora de mis amores fugaces:

Una vez, hablando de nosotros, él me dijo: “Una relación de calidad”; esta palabra me fue desagradable: venía bruscamente de fuera, desdibujando la singularidad de la relación bajo una fórmula conformista.

Yo fui blanco de esta frase y en su momento no fui capaz de entender esa sutileza que me aguijoneó el estómago hasta que, años más tarde, leí el párrafo anterior. Efectivamente, había rebajado a cualquierada nuestro  sacratísimo amor.

Sobre el martirio del vacío que deja el bien amado, dice: A veces ocurre que soporto bien la ausencia. Estoy entonces "normal”, me ajusto a la manera en que “todo mundo” soporta la partida de una persona querida; obedezco con eficacia al adiestramiento por el cual se me ha dado muy temprano el hábito de estar separado de mi madre, lo que no dejó, sin  embargo, de ser doloroso (por no decir enloquecedor)

Locura tan mal disimulada que más tarde el sujeto de mi deseo la diagnosticó como codependencia.

Los hábitos perversos que anteceden a los fuegos artificiales del amor se evidencian en el siguiente párrafo: Al salir del cine, solo, rumiando mi problema amoroso, que la película no ha podido hacerme olvidar, lanzo una curiosa exclamación: ¡basta! ¡Que se acabe! pero ¡quiero comprender (lo que me ocurre)!

La escena se repitió hasta el cansancio. Se acabó, y no fue necesario comprender.

En la siguiente historia X y Y bien podrían ser sustituidos por mi nombre y el de él: Puesto que esta mañana X… estaba de buen humor, puesto que recibí de él un regalo, puesto que la próxima cita está bien convenida-pero, puesto que inopinadamente, esta noche volví a encontrar a X…acompañado de Y…, puesto que creí verlos cuchichear al descubrirme, puesto que este encuentro puso de manifiesto la ambigüedad de la situación, y tal vez la duplicidad de X… -La euforia ha cesado.

Ya qué.