¿Tachas?
El aventurero Simplicissimus
A pesar de las numerosas interpretaciones y etiquetaciones aplicadas a la novela cumbre el barroco alemán, enumeradas en las páginas precedentes, tanto el origen como el texto y el significado continúan ofreciendo puntos oscuros a los germanistas mundiales.
No podemos tomar al pie de la letra la alusión que al final de la Continuatio hace el autor sobre la génesis de la novela, donde nos dice que “parte de ella la escribió en su juventud cuando era mosquetero”. Si se considera la novela como autobiografía, parcas eran las vivencias y memorias que podía ofrecernos cuando apenas rebasaba la adolescencia. Exceptuadas las referencias cronológicas alusivas a la guerra, tampoco son de fiar las fechas editoriales. Siguiendo la costumbre editora de aquellos tiempos, la novela aparece en 1668 con fecha de 1669. El título barroco de la misma, el grabado de la portada de la primera edición (N.° 5 v. R. Tarot) son, además de curiosos, muy ilustrativos. Vale la pena ofrecer la traducción de éste siguiendo la estructura y distribución del original.
El Aventurero
Simplicissimus
alemán.
Es decir
La narración de la vida de un
curioso vagabundo apodado Melchior
Sternfels von Fuchshaim / dónde y de qué
manera vino a este mundo / de lo que
aquí vio / aprendió / vivió / y sufrió
y también de cómo voluntariamente
renunció a él. Sobremanera divertido
y muy provechoso de leer.
Puesto al día
por
German Schleifheim
von Sulsfort
Mompelgart /
Impreso por Johann Fillion /
El año de MDCLXIX
Dejando de lado en pseudoanonimato del autor y editor —el nombre del editor no era Fillion sino Felsseker—, hay que subrayar los datos que nos proporciona el enunciado de la novela y las pistas para intentar fijas su tipología:
El anuncio del relato de la vida del protagonista desde su nacimiento hasta su conversión, su pertenencia a una clase social ínfima, los vaivenes, altibajos y veleidades de fortuna que tendrá que sobrellevar, el estilo narrativo en primera persona agrandan el abanico de posibilidades clasificatorias. Honradamente, considero banal pretender encasillarla en una sola de ellas por ser tantos y tan variados sus componentes. La complejidad de la obra, el aparente desorden, las numerosas interpolaciones de episodios marginales (el de Júpiter, Olivier, el lago Mummel) impiden constreñir la novela a una fórmula única, siempre angosta. El Simplicissimus participante todo de las características de la picaresca. Grimmelshausen conocía en profundidad y dimensión la picaresca española y la francesa y la novela autobiográfica, formativa y didáctica, tan cultivada en la literatura alemana y denominada “Bildungsrtoman” y “Entwicklungroman!. Son numerosos los ensayos comparativos, relacionando el Simplicissimus con el Parsifal de Wolfram von Eschenbach y con el Lazarillo y el Guzmán de Alfarache, pero no sólo con la refundición alemana que de éste hizo Aegidius Albertinus, sino con el original de Mateo Alemán.
En la recomendación que da al lector, animándole a leer su libro por ser “sumamente divertido y provechoso”, Grimmleshausen nos lleva a pensar en una novela de entretenimiento, moralizante o edificante. El ambiente religioso que transpira toda la novela le da aires de novela “ejemplar” —también conocería a Cervantes—, y el libro puede tomarse como lección recreativa de moral, pues de ejemplaridad podemos calificar las escenas inmorales —como el episodio amoroso de París, tomado de las historietas moralizantes de Harsdörffer.
Manuel José González