Un Robinson en cada hijo…
Robinson Crusoe es tal vez el primer mito de la modernidad. Reducirlo a una figura burguesa es herirlo a mansalva sin posibilidad de defensa. Es el primer personaje literario que sale de las páginas a pelear un lugar preponderante frente a Don Quijote, Gargantúa y Pantagruel y Tirante el Blanco. Es el primero de una excelente serie de novelas de lengua inglesa en el primer tercio del siglo de la razón y de los Ilustrados. Robinson salta de la literatura y se torna leyenda y mito, el papel se torna realidad, realidades. Se adelanta a Napoleón, sin ejércitos, en casi un siglo.
Sara Andrade y Alejandro García vuelven a ese origen que es nudo de grandiosa tradición e hito dentro de las nuevas condiciones sociales y muestran algunas de las características de este modelo de la época, individuo frente a la naturaleza y a su propia interioridad que se aleja de la corporación y con nuevos lemas bajo el brazo se interna en los mares y lleva su cosmovisión a las orillas del mundo.
Dana Gioia nos poetiza los restos del carnaval por la noche en Santa Rosa.
Antonio Skarmeta nos comparte un cuento brevísimo y sustancioso.
En Memorias del subdesarrollo Emmanuel Carballo evoca a Barba Jacob, Juan Rulfo y Sayula.
En El occipital de Einstein (Ciencia) Jesús Madrigal Melchor y Raúl Alberto Reyes Villagrana nos traen noticias de cómo la energía puede ser teleportada a través de largas distancias.
En El Parietal de Chomsky (comunicación y lenguaje), Gerardo Ávalos nos completa su visión de enseñar literatura en la Preparatoria.
En Un ratito de tenmeallá Isaac Zepeda no entrega una reseña de El gran Lebowski (1998) de Joel y Ethan Coen
Francisco Rangel entrevista a Fernando Escobar Páez y lo incita a que nos comparta algunas de sus actitudes frente a la obra literaria.
En Viborero la aventura, el viaje y el naufragio campean.