Gente que dispara
Iván Ballesteros Rojo
La visión
El emboque frío del revólver en su boca le recordó los penes gigantescos de las esculturas en bronce que había estado produciendo los últimos años. El horror del caso fue sustituido por imágenes de sesiones eróticas con efebos inmutables. Efebos salvajes de sexo oscuro y oxidado que justo ahora se venían violentamente atravesándole la cara.
El sonido que se extendía taladrando su cerebro y la sensación entumida de un rostro inútil lo hacían sentir, digamos, atolondrado. Un olor a pólvora y sangre.
Sujetándose el cachete izquierdo, caminó hasta el espejo de la sala. Allí se quedó un rato. Finalmente llamó a una ambulancia.
La cabeza de
En las inmediaciones de las ciudades ocurren eventos que resultan impensables. Como el del pasado 19 de . El cuerpo del que en vida respondiera al nombre de , de 18 años de edad, fue localizado en el interior de un tambo de 200 litros que contenía aceite quemado de motor. Las primeras averiguaciones apuntan a un ajuste de cuentas. El hoy occiso exhibía, a pesar de su corta edad, un largo historial delictivo que comprende actos de extorsión y robo. Los peritos no descartan posibles nexos con el crimen organizado.
Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente no es que aparezca un cadáver en esta zona. Lo extraño es que durante cinco días el departamento de homicidios no pudo localizar la cabeza de ; tiempo en el que no se pudo identificar el cuerpo ya que, aparte de haberlo desmembrado, los asesinos amarraron a presión el bulto de carne y hueso molido hasta dejarlo hecho una mole.
La cabeza de fue localizada por agentes judiciales a dos kilómetros del lugar donde fue encontrado el tambo de aceite. Todo parece indicar que ya desprendida del cuerpo, los homicidas la patearon hasta saciarse. En la zona se encontró la evidencia de porterías improvisadas.
El portero encargado del almacén contiguo aseguró no haber escuchado nada extraño por aquellas noches, como todas, largas.
Salir corriendo por la pradera
El día estaba entre perro y lobo. La luz, como un paño borroso, no dejaba distinguir las facciones de los rostros. Omar, sentado en la mecedora, escondía debajo del cobertor que tapaba un par de piernas secas por la polio, una oscura y pesada escopeta, calibre 12, que había pertenecido a su padre.
Miró de soslayo hacia donde estaba el gato que dormitaba en el regazo de la mujer gorda con los zapatos de charol blanco. Frente a él se repetía la misma calle de siempre: las mismas casas como vagones de un tren inamovible; los mismos patios decorados con plantas enredaderas trepadas en los zaguanes –espías, estaciones de polvo-.
Por un momento fingió que su vida no terminaba en ese pequeño circuito de cuadras. Se imaginó atravesando los ríos que alimentan los campos. Su existencia sucediendo en otra parte.
La tarde se clavó en el horizonte y para él aquello fue la señal. Acompasado por el zigzagueante ritmo de la mecedora, elevó el pesado objeto hasta su sien. Miró de nuevo, como despidiéndose, al gato en el regazo de la mujer gorda que, agregamos, era su madre. Un luminoso y ensordecedor segundo fue el relámpago previo para el blando derrame de coágulos sobre los zapatos de charol. El ritmo de la mecedora cambió súbitamente. Como si alguien la hubiera desocupado de manera violenta.
Ensayo de hombre en movimiento
Un hombre se quita el sombrero y utiliza el cilindro de gas de perchero. Entra a su casa y arroja su cuerpo en un blando colchón que huele a babas.
Su vecino es fumador de anfetamina y esa noche está por demás paranoico y pasado. Observa a un vaquero husmeando en la casa de su compadre. Saca de entre sus ropas una calibre 22. Acaricia el máuser. Sigue el imposible movimiento del ladrón y le apunta al sombrero, a la cabeza. No había explotado con tanta potencia un hombre.
IVÁN BALLESTEROS ROJO
Hermosillo, Sonora, 1979. Se ha dedicado a la docencia, la edición, la escritura y el periodismo. Ha participado en publicaciones periódicas como La Tempestad, Shandy, Hermano Cerdo; fue editor de la Revista de la Universidad de Sonora y el periódico Vía Libre. Sus publicaciones son los libros de relato Monstruario y Mecanismos. Es además, Director de la publicación de arte y cultura Pez Banana y fundador de la editorial Tres perros.