Qué es lo que quiere la nena
Iván Sierra
En la secundaria no había fiesta, una siquiera, en la que todo mundo no estuviera besándose o rozándose distraídamente al bailar o, ya de pendejos, sonriéndose como babosos con los ojitos llenos de miel. Ni una. Cero. Iban y venían en parejitas como estúpidos pajaritos del amor. Azul cielo, rosa pastel, amarillo sunshine, rojo amanecer, etcétera. Iban y venían en parejitas, alienados por unas insobornables, impostergables, urgentísimas ganas de sentarse plácidamente a, no nos engañemos, penetrar o ser penetrados. Nada de amor. Nada de pendejaditas de colores, ¿okey? COGER. El mágico-cómico-musical juego milenario del mete-saca-mete-saca-mete-saca. El copy-paste de la embestida pélvica reproducido hasta el infinito.
Pero a mí los chicos no me hablaban nunca. Ni uno. Cero. Hasta esa noche en la que, como de pasada, él me dijo: maricón, ¿qué haces aquí tan solo?, no tienes novia porque no quieres, ¿por qué no le hablas a Tipa Horrible?, ¿por qué no| Y tú sólo pensabas, maricón, en cómo sería callarle la boca a ese idiota con la mejor sobada de paquete de su vida| Y yo sólo pensaba en cómo sería sellar sus labios con un dulce beso y que me dijera después, mirándome a los ojos, conmovido, que no sabía cómo había sucedido pero se enamoró de mí, que quiere que sea solo para él, que, teniéndome a mí, su nena, no necesita a nadie más.
¿Qué es lo que quiere
la nena?
¿Qué va a pedir
la princesa?
¿Qué se le antoja a
la reina?
¿Qué quiere
la niña
fresa?
La Nena. La Princesa. La Reina. La Niña Fresa. ¡Ash!
Cómo te habría gustado, maricón, que este o aquel o aquel otro —alguno de esos compañeros hermosos, viriles, dispuestos, siempre erectos— te dijera que tú eras para Él su Ella y ya después, en buena onda, te diera tu bananota split, ¿qué no?
En la secundaria no había fiesta, ni una siquiera, en la que no me dedicara, apartado de la gente, a pensar en ti —en este o aquel o aquel otro—, en que algún día, como tenía previsto de mucho tiempo atrás, llegaras por mí y me dijeras, no sé, ¿qué haces aquí tan solo?, ¿qué es lo que quiere la nena?, y me convirtieras entonces, al menos por una noche, esa noche, en la más bonita de la fiesta, la de la sonrisa más dulce, la de la mirada más tierna. [En cambio, fui] ese que, al menos una noche, esa noche, al fin se animó a darte la mejor sobada de paquete de tu vida y terminó mamándotela como nunca en el baño —como si tu pene besara mis labios, mi lengua, mi garganta, y yo le correspondiera al lamer glande, escroto, tronco, todo.
Aunque con una ADVERTENCIA: si dices algo, maricón, te amo.
Iván Sierra
www.ivansierra.me