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GUÍA DE LECTURA

Largueza del cuento corto chino

Jaime Panqueva

Largueza del cuento corto chino

En el lenguaje coloquial el cuento chino tiene muy mala fama, pues se le califica en el diccionario de la Real Academia Española con una sola palabra: embuste. Pero, ¿qué engaño más noble y deseado que aquél que nos proporcionan las artes? ¿Alguien se preocupó acaso de que Platón proscribiera a los poetas de su república por alejar al hombre de la verdad a través del lenguaje? ¿Existe alguna forma de acercarse a la verdad que nos exija prescindir de las palabras?

La cultura china, singular, antigua y por muchos siglos autárquica, cultivó los relatos breves a través de diversas escuelas. En las distintas tradiciones sus cuentos entrelazan la fantasía, lo místico, lo religioso y lo filosófico. Ya sea con el sólo fin de entretener o servir como lección moral o brújula hacia la trascendencia, los relatos breves aparecen como parte de compendios filosóficos religiosos como el Lie Zi, el Zhuang Zi o el Mencio. También dentro de las grandes compilaciones literarias realizadas a partir de la dinastía Han, contemporánea del Imperio Romano.

Gracias a una reedición muy pertinente, es posible tener una panorámica de este milenario arte ejercido en China desde que se tienen noción de la literatura. Largueza del cuento corto chino, compilado hace más de treinta años por José Vicente Anaya, fue reeditado por Editorial Almadía en el 2010, y reapareció el año pasado con un nuevo tiraje, modesto pero necesario. Aunque persisten algunos errores en las dataciones de los autores, achacables a las ediciones de donde se obtuvieron los cuentos, este libro sigue siendo una excelente herramienta para acercarse a la narrativa breve tradicional china. Hoy llamaríamos microcuentos a estas perlas tan sabiamente antologadas, cuya sabiduría trasciende los siglos y las ediciones. El prólogo es, a la vez, una excelente guía para cualquier lector que desee cambiar de norte y sumergirse en las letras del Lejano Oriente. Aprovecho aquí para dar las gracias al microcuentista José Manuel Ortiz Soto por recomendármelo.

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