viernes. 27.06.2025
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Zvonimir Boban, el futbolista que desintegró Yugoslavia

Pablo E. Montes Palomares

rudolf nureyev
Rudolf Nureyev
Zvonimir Boban, el futbolista que desintegró Yugoslavia

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Zvonimir Boban y la patada que lo llevo a la historia

El fútbol yugoslavo fue el laboratorio, el mini-escenario, que recreó todo lo que después iría ocurriendo en el país. Antes que los políticos, los hinchas ya habían enarbolado las banderas del nacionalismo. Antes que los dirigentes, los aficionados ya se habían profesado odio sin tapujos. Antes que los soldados, los ultras ya se habían declarado la guerra; ya habían combatido. El fútbol en Yugoslavia fue por delante, avisó y no se le escuchó.
Nacho Carretero

La península balcánica del sureste europeo es una región donde han convivido desde siglos atrás sectores multiétnicos. La historia del siglo XX registra una serie de conflictos denominados Guerras de los Balcanes, originados principalmente por los deseos de expansión territorial y de manera general, por las diferencias culturales de los distintos pueblos que conforman dicha península. Después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de partisanos socialistas encabezados por Josip Broz Tito, lograron unificar un grupo de repúblicas para conformar la República Federativa Popular de Yugoslavia.

Yugoslavia se constituyó como Estado a partir de la unión de Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia. Pudiera parecer que de la unificación surgiría en un clima de armonía entre la diferentes repúblicas, pero la historia nos mostró que el resultado fue totalmente contrario, los conflictos étnicos se complejizaron y surgieron grupos que confrontaron al Estado y se pronunciaron a favor de la disolución de Yugoslavia, a través de la independencia de las diferentes repúblicas.

Hacia principios de 1990 […] la República Federativa Socialista de Yugoslavia es un estado con siete fronteras, seis repúblicas, cinco nacionalidades, cuatro idiomas, tres religiones, dos alfabetos y un líder. El intento de “Tito” por generar hermandad y unión entre todos estos pueblos descendientes de las culturas eslavas del sur, se vio mermado debido a viejas rencillas entre las diferentes repúblicas, y el sueño unificador terminó por engrandecer los sentimientos nacionalistas de cada una de las etnias yugoslavas, derivando en pretensiones separatistas.

La muerte de “Tito” en 1980 significó el final de un objetivo de consolidación y comenzaron a resurgir los conflictos culturales que derivaron en uno de los episodios más vergonzosos de la historia humana. Aunque la Yugoslavia socialista siempre mantuvo una línea distante hacia la política soviética, ya que fue considerada como una tercera vía en el mundo bipolar, el declinar de la Guerra Fría también terminó por cobrarle factura. Croacia y Eslovenia se jactaban de mantener económicamente al resto de las republicas. Ese aliciente económico, sumado a rencillas políticas, fue aprovechado por algunos líderes para alimentar expresiones nacionalistas.

Elementos como la religión, el idioma, el alfabeto, el origen étnico y el futbol, se utilizaron como fuente de orgullo nacionalista. La situación entre serbios frente a croatas y eslovenos hacia finales de la década de los 80 estaba en uno de sus puntos más álgidos. Y justo en ese contexto se enfrentarían un 13 de mayo de 1990, en el marco de la Primera Liga Yugoslava, el Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado. El primero representaba la identidad croata y sus deseos de independencia; los segundos, la permanencia de Yugoslavia como medida de control hacia el resto de las republicas.

El partido se llevó a cabo en el estadio Maksimir de Zagreb, capital Croata. Los Delije (nombre como se conoce hasta nuestros días a los ultras serbios del Estrella Roja) se arremolinaron desde temprano en las estaciones de tren para trasladarse a presenciar el partido. Bajo el grito de “Zagreb es Serbia” llegaron a territorio Croata y de inmediato se sucintaron conflictos; aun así, las autoridades en ningún momento pensaron en cancelar el partido. Por su parte, los Bad Blue Boys (nombre como se conoce hasta nuestros días a los ultras croatas del Dinamo) abarrotaban las gradas del Maksimir portando banderas Croatas y gritando consignas independentistas.

Cuando los jugadores de ambos equipos se alistaban para el encuentro, las hostilidades ya habían iniciado en las gradas; volaban butacas, bengalas encendidas, banderas serbias y croatas ardían en llamas. Los Delije habían accedido al estadio arrojando ácido a las vallas de seguridad para poder ingresar a los diferentes espacios del graderío. De esta manera los enfrentamientos directos ya no estaban reservados para el campo de juego y la disputa no sería por un balón. Así cayeron los primeros cuerpos inertes apuñalados de ambos bandos y la policía solo fungía como testigo, pues la magnitud de la situación rebasaba cualquier estrategia de seguridad.

Los jugadores sólo miraban las trifulcas desde el campo. Sorprendidos por la pasividad de las autoridades, algunos recriminaban el poco actuar de la policía, entre ellos Zvonimir Boban, jugador del Dinamo, quien exigía que se hiciera algo. En ese tenor los Bad Blue Boys lograron ingresar al campo, y de inmediato se trasladaron a los espacios ocupados por los Delije. Fue en ese momento cuando la policía comenzó a actuar; los jugadores del Estrella Roja de inmediato se retiraron a los vestidores, no así los del Dinamo, quienes permanecieron en el césped.

Fue entonces cuando Zvonimir Boban, perplejo por los acontecimientos, comenzó a retirarse animado por uno de sus compañeros, con la mirada triste invadida por los gases lacrimógenos, mientras había lluvia de piedras y chorros de agua, en un intento de los bomberos por controlar lo incontrolable. De pronto, un aficionado croata pasó despavorido frente a Boban al ser perseguido por un policía, quien le dio alcance y trató de controlarlo a toletazos. Boban reaccionó y de inmediato se abalanzó sobre el policía, quien recibió una patada certera. Éste lo mira sorprendido y Boban de inmediato es resguardado por un grupo de aficionados croatas que lo retiran del lugar.

El acontecimiento inexcusable en que terminó el partido que nunca se jugó, encontró en la patada de Boban un símbolo apremiante, tanto para serbios como para croatas. Los primeros lo vieron como la chispa incendiaria que haría explotar todo y fue considerada como una declaratoria de guerra; los segundos lo desentrañarían como un gesto heroico que acrecentaría los sentimientos nacionalistas y los deseos de independencia. Lo que es seguro es que ésa es ahora una imagen perpetua: la patada como símbolo del inicio de la guerra entre dos naciones, dos pueblos que olvidaron que alguna vez fueron hermanos.

La relación del futbol y la guerra serbio-croata no terminó ahí. Una vez iniciada la guerra, los Delije engrosaron las filas de las milicias serbias, formando la Guardia Voluntaria Serbia, que también fueron conocidos como los Tigres de Arkan, ya que estaban comandados por Zeljko Raznatovic, a quien apodaban Arkan. Estas milicias radicalizaron tanto su ideología que dieron el salto a la extrema derecha; la razón de esto no es clara, tal vez debido a que el comunismo en algún momento los unió a lo que ahora debían enfrentar. A los Tigres de Arkan se les conoció por ejercer la violencia más extrema hacia todo lo que representara ser o tener la mínima relación con Croacia y Bosnia.

Por otra parte, Franjo Tudjman desempeñaba el puesto de presidente del Dinamode Zagreb cuando estalló la guerra, al tiempo que era una figura fundamental en cuanto a la difusión de las ideas del nacionalismo croata e impulsor de la independencia. Al igual que los Delije, los Bad Blue Boys pasaron en su mayoría a los frentes de batalla, en defensa de la causa croata. Al término de la guerra y una vez conseguida la independencia, Tudjman se convertiría en el primer presidente de Croacia. En un intento por exaltar aún más el sentimiento nacionalista, el mismo Franjo cambió el nombre del equipo por Croacia Zagreb, mismo que sólo duró algunas temporadas, para después recuperar su antigua denominación histórica.

La patada de Zvonimir Boban no originó la guerra, es fácil asimilar las consecuencias devastadoras de una guerra a través de un acontecimiento tan trivial. Los conflictos étnicos en los Balcanes se venían acarreando durante décadas y aunque durante el periodo “titista” entraron en un lapso de stand by, sólo después de la muerte del mariscal resurgieron los roces históricos entre etnias. Muchos se negaron a verlo y llegaron a minimizar dichos conflictos, pero hay quienes afirman que la guerra ya había comenzado desde mucho tiempo antes en el contexto del futbol, en las gradas y en la cancha, cuando se dejó de jugar por un simple campeonato y el triunfo se convirtió en una cuestión de orgullo étnico o nacionalista.

A la fecha Dinamo de Zagreb es un símbolo fundamental del relativamente reciente país. En su estadio hay un monumento que conmemora a los aficionados que cayeron en el campo de batalla. y la imagen de Boban pateando al policía es recurrente. Por su parte, Estrella Roja conserva a su grupo ultra Delije, quienes se han convertido en un símbolo histórico de la resistencia serbia. Aunque se les ha cuestionado su giro ideológico, para muchos su permanencia honra la vida de los milicianos muertos durante la guerra. Finalmente, dichos conflictos derivaron en la desintegración de Yugoslavia, la guerra ahora es un recuerdo aterrador y las consecuencias todavía se sufren, con una división étnica más marcada que nunca.

Fuente:

http://www.jotdown.es/2012/07/yugoslavia-de-la-grada-a-la-trinchera/

http://mexico.cnn.com/deportes/2011/01/13/un-partido-que-reproduce-una-guerra-etnica

http://www.futbolprimera.es/2012/02/02/cuando-boban-desencadeno-una-guerra

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