Es lo Cotidiano

Futbol en tiempos de guerra

Pablo E. Montes Palomares

Futbol en tiempos de guerra

Captura de pantalla 2015-10-24 a las 5.29.53 p.m.

Solados Alemanes y Aliados enfrentándose en un partido de futbol en plena 1a Guerra Mundial, en la llamada “Tregua de Navidad”.

En el fútbol, ritual sublimado de la guerra, once hombres de pantalón corto, son la espada del barrio, la ciudad o la nación. Estos guerreros sin armas ni corazas exorcizan los demonios de la multitud, y le confirman la fe, en cada enfrentamiento entre dos equipos entran en combate viejos odios y amores heredados de padres a hijos. El estadio tiene torres y estandartes, como un castillo, y un foso hondo y ancho alrededor del campo. Al medio, una raya blanca señala los territorios en disputa, en cada extremo aguardan los arcos que serán bombardeados a pelotazos, y ante los arcos, el área se llama zona de peligro. En el círculo central, los capitanes intercambian banderines y se saludan como el rito manda.
Eduardo Galeano

Gran auge cobró en toda Europa el balompié a principios del siglo XX. El mundo se reacomodaba entonces a través de la guerra entre naciones, de manera que las grandes potencias de ese tiempo repartían territorios como rebanadas de pastel. Los conflictos iban desde lo territorial, hasta lo ideológico; de manera irónica se denominó a aquel periodo la “Paz Armada”, ya que de manera formal no existía ninguna declaratoria de guerra, pero el desarrollo armamentístico iba en auge, igual que las tenciones entre las potencias de la época.

El auge del futbol también fue característico de aquellos tiempos. La mayoría de los países del centro de Europa ya contaban con ligas que enfrentaban a sus principales equipos, aunque de manera amateur. Los practicantes y la afición crecían en número día a día, y así como en la “Paz Armada”, se comenzaron a cocinar las primeras rivalidades en los campos de juego, originaron los primeros clásicos, pero las tensiones políticas entre países derivaron en el primer conflicto bélico mundial del siglo XX.

En agosto de 1914, estalla la que se denominaría 1ª Guerra Mundial, denominada así por ser el primer conflicto que enfrentaba a diferentes naciones de más de un continente. A los seis meses del mismo, el frente occidental localizado en Bélgica enfrentaba a tropas francesas y alemanas. En la cercanía de la celebración de la navidad, fecha que en una situación de guerra resultaría difícil conmemorar.

Según se constata por testimonios recogidos de cartas de soldados, los alemanes, aun en contra de los altos mandos, decidieron celebrar la fecha adornando sus trincheras y cantando villancicos, que serían contestados a lo lejos por los soldados del bando aliado. La tregua fue pactada a través del canto, el 24 de diciembre de 1914, sin la necesidad de ninguna firma o documento. Más tarde, ya por la mañana del 25 de diciembre, tendría lugar un encuentro de futbol entre alemanes y aliados.

Las razones por las que se acordó el compromiso futbolístico aún no son muy claras, pero hay certeza del acontecimiento por las fotografías que retratan el momento y por los testimonios en cartas de los soldados de ambos frentes. El encuentro duró aproximadamente 60 minutos y el resultado en goles favoreció a los alemanes por marcador de 3 a 2, pero la victoria fue para todos esos hombres, que encontraron en el futbol una verdadera razón para la paz en tiempos de guerra.

Como la anterior, han sido varias las ocasiones en que el futbol ha servido como herramienta para la paz en tiempo de guerra. Durante la Guerra Civil Española se dieron dos muestras de ello. El golpe de Estado de 1936 que llevó a Francisco Franco al poder, ocasionaría que las poblaciones vascas y catalanas se sintieran asediadas y perseguidas por las fuerzas dictatoriales. De inmediato se formó un frente de batalla que limitaría los ataques franquistas y defendería a toda costa la autonomía de ambos pueblos.

Como un medio para recaudar fondos, destinados a fortalecer la resistencia republicana vasca y que eventualmente se pudiera constituir un gobierno soberano, se crea la Selección Euskadi, equipo conformado por jugadores de ese origen y que iniciarían una gira por países como Francia, Checoslovaquia, URSS, Noruega, Dinamarca, Argentina y México. En nuestro país disputaron el torneo nacional Liga Mayor de 1938-39, donde obtuvieron el subcampeonato.

Luego de finalizada la guerra, algunos de los jugadores vascos regresaron a España, aunque la mayoría permaneció en el exilio ya fuera en México o Argentina, donde se incorporaron a equipos de las respectivas ligas.

Los catalanes organizaron su propia selección, con los objetivos básicos de recaudar fondos para la causa independentista, que se identificaba con el bando republicano.

La selección catalana encontró mayores obstáculos que los vascos para salir del territorio español, y los partidos que disputó durante la guerra fueron principalmente con equipos locales. Ya en plena dictadura franquista se lograron algunos encuentros frente a equipos extranjeros, pero siempre en territorio de Catalunya, y la resistencia al régimen se fortaleció en la identidad del pueblo con el Club Barcelona. Uno de los pocos sitios donde se hablaba el idioma catalán de manera libre fue el Camp Nou, y según se cuenta, ahí se fraguaron los inicios de la organización Terra Lliure.

Los anteriores ejemplos nos dan muestra de que el futbol puede ser conducto para diversas causas. Ya hemos hablado en ocasiones anteriores sobre las dificultades que se experimentan para la práctica del balompié en zonas de guerra como, por ejemplo, los territorios palestinos ocupados. Pero el futbol como cualquier río busca su cauce y continúa avanzando, y nos demuestra que la pasión que genera es más grande que cualquier enemistad entre países o individuos.

Fuentes:

http://futbol.as.com/futbol/2007/11/18/mas_futbol/1195370868_850215.html

http://es.uefa.org/about-uefa/news/newsid=2194984.html

e-mail: [email protected] twitter: @PaulinMendiak