A la memoria de Gerardo Mares.

Antonio llegó a su casa. La Muerte lo esperaba, sentada en la sala.

Vestía como Ella solía hacerlo: túnica, capucha ocultando su rostro. En su mano derecha sostenía su guadaña y en la izquierda un reloj de arena. Antonio la saludó, pero La Muerte se mostró inmutable e indiferente… como siempre.

-Hola –dijo-. ¿Empezamos?

La muerte dejó la guadaña y el reloj de arena sobre la mesa del comedor.

Antonio se tronó los dedos. Fue hasta el estereo e introdujo su CD de Grandes éxitos de los Rolling Stones. Sonó “Time is on my side”. Mientras escuchaba la voz de Jagger evocó que hace un mes viajaba por la autopista en su Volkswagen. No iba ebrio ni revisando su teléfono celular: tan solo se descuidó y chocó. Fue un accidente bastante malo: el volante quedó incrustado en su pecho.

-Antonio Benítez –exclamó-. En vida fuiste editor de una revista de cine, padre de dos hijos, esposo y vástago. Tu tiempo ha terminado…

La Muerte apareció y le dijo que venía por él. Ella estaba acostumbrada a que le rogaran, le temieran, incluso se atrevieran a insultarla, pero pocas veces aparecían excéntricos como Antonio:

-Oye… ¿Viste el Séptimo Sello?

La Muerte se encogió de hombros. No. No tenía tiempo de ver películas. Ser la Muerte era una chamba pesadísima. Antonio le explicó la trama: pues trata de un caballero cruzado en la Edad Media, que cuando va a morir reta a La Muerte a jugar ajedrez, para atrasar su destino, pero el problema es que yo no sé jugar ajedrez. Pero tengo varias consolas en mi casa…

A la Muerte le pareció gracioso que un mortal asumiera que iba a aceptar, y también que se atreviera a retarla. Así que, más por curiosidad que otra cosa, accedió.

La Muerte casi avienta el joystick cuando perdió la primera partida de Super Smash Bros.

Antonio introdujo “Mortal Kombat X” y jugó como Scorpion, su personaje favorito y el que mejor dominaba. Esperaba no perder, ya que entonces sería el primer fanático de la saga a quien le aplicaran el fatality.