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DUERMO SOLA

¿Qué estás pensando?

Giselle Ruiz

¿Qué estás pensando?

Anoche fui a la cama a la hora acostumbrada. Tenía a mi lado algunas cosas que considero indispensables: Un libro de poesía, papel higiénico, un vaso con agua y el celular con sus correspondientes datos móviles.

Sonó una campana de alerta en mi cabeza cuando me di cuenta que había interrumpido un verso para ver el celular. No había notificaciones en Facebook, ni en Instagram, no había mensajes de Whatsapp, no tenía llamadas perdidas de mis seres queridos por alguna situación de emergencia. Entonces, ¿qué me llevo a interrumpir una de las cosas que más placer me provoca?

Simple: mi terrible y ahora conocida adicción al ciberespacio y sus posibilidades.

¿Qué nos motiva a estar inmersos en una dimensión que no palpamos? ¿Cuánto tiempo destinamos a esta forma de “interacción social”? ¿Cuál es el fin de hacernos 400 fotos y colgar una?

Respuestas hay muchas.

Ser visibles para los demás, inventarnos una vida virtual perfecta mientras que la real no se acerca ni minúsculamente a ser lo que deseamos, interactuar de forma fácil con desconocidos cuando no somos capaces de saludar al vecino por la mañana, ignorar las injusticias y tristezas del mundo, expresarnos “libremente” y darnos cuenta de quien está de acuerdo con nosotros y quien no, esto si es que nuestros contactos leen lo que escribimos, porque, para ser sinceros, la mayoría no prestamos atención, damos like porque el chico o la chica que postea es simpático y queremos llamar su atención, buscar ser lo que no somos, y una larga lista de etcéteras podrían saturar la página.

¿Cómo hemos llegado a este punto? Primero la televisión hizo de las suyas llenando las cabezas del grueso de la población con series basura, contenido mediocre y flashazos de capitalismo disfrazados de “cortes comerciales”, pausas que consideramos adecuadas para beber una cerveza como premio a nuestro esfuerzo por alimentar el sistema.

Ahora cargamos con pequeños dispositivos que nos simplifican las cosas, un click y estas conversando con alguien del otro lado del mundo, otro click y puedes conseguir pareja, incluso cuando ya compartes la cama con alguien, un click más y la vida que ignoras podría derrumbarse.

Puede que piensen que exagero, sé que la tecnología y las redes sociales tienen demasiadas ventajas, el problema es que la información y las formas de distribución crecen mucho más rápido de lo que nuestro entendimiento es capaz de asimilar, no sabemos protegernos y desconocemos la postura a adoptar ante situaciones de riesgo.

¿Qué podemos hacer? En mi caso, debo concentrarme más en el mundo real, en las experiencias que realmente enriquecen mi vida y la de las personas que me rodean. Somos seres individuales que se relacionan inevitablemente con otros seres individuales para formar una sociedad, la cual deberíamos esforzarnos por hacer que funcione cara a cara.

Tal como lo dice Julieta Lomelí con una cantidad justa de sarcasmo: Amigos en internet, relaciones amorosas por skype, polémicas acaloradas en facebook, y leía lo que viene: sexo con robots, esto es new age.

Si ésta es la nueva era, no quiero vivir en ella.

Abogo por equilibrar el mundo virtual y la vida real, concentrarnos en las conversaciones cuando estamos con las personas en vivo y en directo, en expresar nuestras opiniones de manera verbal y con la vista en alto, en besar hasta que nos sangren los labios y no sea necesario enviarlos por la red.

Abogo por que seamos nosotros mismos y apreciemos nuestra existencia, para que la próxima vez que iniciemos sesión y veamos ese ¿Qué estás pensando?, no sea tan necesario rellenar el cuadro.

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