Yesterday and today: mi historia y los Beatles
Carolina García
Lado uno: All Those Years Ago
Era 1996. Vivíamos en la Calle Hidalgo, en el famoso Barrio Arriba (¡arriba el Barrio Arriba!). Éramos una familia muy peculiar; algo extraña, podría decirse. Yo tenía apenas cinco años, pero tengo recuerdos muy vivos de aquellas tardes calurosas de verano, bebiendo limonada con papá, él recostado en ese sofá de terciopelo rojo que perteneció a mi abuela. Momentos en los que el típico aburrimiento leonés hacía su aparición. Era sábado, regresábamos del parque Hidalgo y se agotaban las opciones de entretenimiento que la ciudad ofrecía entonces.
Era el momento especial en el que utilizábamos el recurso infalible para combatir el tedio de León de las Almohadas: papá tenía un VHS que había grabado de vídeos que salían en el canal 10 y de otros VHS que le prestaban sus amigos del Alcoholegio (así decía él):
–Vamos a ver a un grupo muy chido, a ver si te gustan.
Yo no sabía de qué se trataba, solo esperaba no fuera José José, Leo Dan o esas ondas que me súper deprimen desde tiempos inmemoriales. Para mi fortuna no lo eran. Entre fallas de origen, inició el video. En pantalla: grabación a blanco y negro, circa 1963, cuatro jóvenes vestidos con unos trajecitos muy monos, todos con cortes mop-top. A primera impresión, sus voces me parecieron algo chocantes. Pero era una marea de emociones encontradas, no sabía que decir. Mientras mamá veía con júbilo la pantalla, pregunté:
–¿Son hermanos? –y todos se rieron.
–No, hijita –contesto papá. –Son los Bitles, un conjunto musical de los años sesenta.
¿Qué años eran esos?, pensé. Repentinamente, sentí mariposas en el estómago y me entusiasmé escuchando la música: Love, love me do, you know I love you, I´ll always be true, so pleaseeee…
No tenía muy claro que estaba pasando, pero en ese momento supe que me gustaban. Casi al terminar el vídeo se cortaba por un error de grabación y en seguida aparecían cuatro tipos tocando sobre una azotea, con barba y cabello largo, un poco demacrados, vistiendo pantalones acampanados. El vídeo ahora era a color.
–¿Y éstos quiénes son, papá? –pregunté.
–También son los Bitles, mijita –contestó.
–¡No, papá! Los Bitles son hermanos, andan de traje, todos iguales y traen corte de honguito. Sonaba “Don’t Let Me Down”. Rieron aún más.
–No, hija, es que así cambió la moda en los años sesenta.
Mi confusión crecía más. No me agradaban los tipos barbones, me gustaban los lindos niños con trajecitos y cortes prolijos.
Después seguía un fragmento de la película Yellow Submarine: el vídeo de “Lucy in The Sky With Diamonds”. Me olvidé de los niños bonitos y de los viejos barbones y me perdí en los ojos de caleidoscopio de esa chica, que volaba el cielo de diamantes montando a caballo, y saludando a su paso. ¡No podía creer que algo así existiera! Nunca había visto algo tan onírico, lisérgico y colorido.
Finalmente, luego de unas escenas de la película Let It Be, el vídeo terminó. Regresaba a la monotonía y cotidianidad del Barrio. Tuvieron que pasar varios días para poder digerir lo que había experimentado. Era lo más emocionante ir descubriendo la música a una edad tan temprana.
Me encantaba escuchar a papá narrando las historias detrás de las canciones. Debo admitir que a veces él le echaba de su propia cosecha, pero no importaba, eran fascinantes; imaginaba relatos hipotéticos, vídeos que no existieron y conciertos que tampoco sucedieron más que en nuestra mente.
Y así transcurrían los años en aquella casa. En nuestros tiempos libres escuchábamos algunos elepés que estaban en casa. Después nació mi hermano y papá quiso dejar de tomar. Un sacerdote, muy pendejo, le dijo que todo eso que escuchaba era música del diablo. Papá quería convertirse en un Hombre Respetable y tiró sus discos. ¡Sí, señoras y señores, los tiró a la basura! No me dio explicaciones, solo dijo que todas las cosas deben pasar, todas las cosas deben morir.
Queridos lectores, tal vez esto les parezca muy extraño, pero de verdad así es la doble moral que domina en nuestro bonito León de las Guacamayas. El mismísimo de la fiera con su jugada, donde la vida no vale nada y los domingos la cantina está cerrada. Qué joda. Me sentía tan vacía, trataba de encontrar esa emoción que sentía cuando escuché esta música por primera vez. Nada lo lograba.
Carajo, ¡ya no teníamos discos de rock en la casa! Sólo había quedado un álbum donde papá coleccionaba toda nota o fotografía que encontrara de los Beatles desde que él era muy joven. Me gustaba verlo, fue mi primer contacto con la estética de los años sesenta. Lo que más me gustaba era ver las fotografías de los Beatles con sus esposas; Pattie Boyd siempre ha sido mi favorita.
Pero papá no pudo fingir por mucho tiempo y regresó a su beatlemanía. Un día llegó a casa con varios CD’s y la Antología en DVD. Días enteros disfrutando de la música, papá encantado de poder ver por primera vez los vídeos de sus cuasi dioses en HD. Las historias reales, los mismos Beatles, y sus compañeros ya mayores narrando el cuento de hadas del rock.
¡Qué alegría volver a escuchar la música en casa! Para entonces ya tenía yo mis sweet little sixteen, era enamoradiza, cursilona y ñoña; en ese tiempo mis discos favoritos eran Meet The Beatles, A Hard Days Night y Help! Me enamoraba de ellos con esos temas tan dulces. ¡Pues claro! Eran canciones compuestas para chavitas de esa edad: She loves you, yeah, yeah yeah! I wanna hold your haaaa-and! Thank you girl, thank you girl!…
Papá siempre tocó la guitarra, además de presumir que tocaba la batería en un conjunto de baladas pop rock a finales de los setenta. Le gustaba jugar a que éramos algo tipo la familia Partridge. Nos divertíamos mucho cantando con él estas canciones.
Los Beatles tienen una canción para cada ocasión, escribían sobre lo que vivían en su vida cotidiana y es fácil identificarse con sus letras. Pasé del Rubber Soul al Revolver y después del Sgt. Pepper al Magical Mystery Tour. He de reconocer que, pésele a quien le pese, los Beatles son la banda por la que empecé a clavarme en la música, en el rock y un primer paso para conocer la psicodelia.
Pero no todo siempre fue miel sobre hojuelas. Después llegaron tiempos difíciles y yo quería escapar a Strawberry Fields, a ese lugar donde nada es real y no hay nada de qué preocuparse. Era demasiado tarde, el viaje mágico y misterioso había llegado para llevarme lejos. ¡Y vaya que me llevó!
Help me if you can, I’m feeling down, and I do appreciate you being round, help me get my feet back on the ground. Won´t you please, please help me?
Lado dos: She’s Leaving Home
Terminé la Universidad y conseguí un boleto para viajar. Harta de ser una señorita bien portada, aburrida de todo lo que conocía hasta el momento y en busca de iniciar una vida nueva desde cero, tomé mi maleta repleta de sueños y me largué. Motivada por los escritos de José Agustín, Federico Arana y Parménides García Saldaña, llegué a la ciudad. Fue una experiencia enriquecedora en la que conocí mucha música distinta y a gente muy loca pero interesante. Dejé de escuchar a los Beatles un rato, sinceramente ya me habían aburrido un poco, pues mi ahora adolescente hermano aprendía a tocar guitarra repasando sus canciones y todo el día se escuchaban en casa. Todo el día. TODO.
Papá decía que yo estaba cada día más clavada en la onda gruesa. Me valía, realmente a esas alturas de mi vida ya había pasado por tantas experiencias desagradables, que la música de los Beatles era un soundtrack un poco dulzón para lo que estaba viviendo. Comencé a obsesionarme con bandas como The Electric Prunes, 13th Floor Elevators, The Seeds, The Music Machine, Group 1850, Can. Y los mexicanos: Los Ovnis, Dug Dugs, Pop Music Team, La Máquina del Sonido…
Si bien es cierto que los Beatles son un grupo extraordinario, también están algo sobrevalorados. No me gusta la gente que o los demerita o los endiosa. Simplemente son uno de los mejores grupos de la música popular contemporánea, un referente cultural de su época, que sirvió de inspiración para muchos otros músicos. También debo admitir que tal vez acaparaban demasiado la atención de los medios masivos de comunicación de la época y, por ello, muchos otros grupos de igual o mejor calidad fueron ignorados o no fueron valorados como se debiera. Después de todos estos años puedo decir que los Beatles no son la mejor ni la única banda de pop de la historia, pero sí son un punto clave para comprender el movimiento cultural juvenil de los años sesenta y de la cultura pop, que trasciende hasta nuestros días. También han inspirado a miles de personas para crear arte y eso es un gran mérito.
Sin embargo, los Beatles no dejaban de gustarme, pero los escuchaba con la nostalgia de una vida que ya se había ido y jamás volvería a serla misma. Papá trascendió de este plano terrenal… para allá vamos todos, dicen, pero cuando pasa de un día para otro, duele más. Estaba enojada con la vida y lo menos que quería era recordar los bonitos momentos de aquellos años. Papá ya no está, esa ciudad tampoco, la gente que se suponía era mi amiga también se fue, justificándose en la misma música para hacer sus canalladas.
Regresé a mi pueblo con el corazón roto. Volví a mi casa, estaba vacía, me quebré, me había quedado sola; entregué mi vida a la música, pero ella no había sido del todo gentil conmigo. Quería darme una lección antes de hacerme triunfar, quería enseñarme que debemos ser más sensatos, más humildes, más humanos. Abrí el cajón del mueble de la sala, los elepés ahí estaban. Un día en la vida, era uno más, pero este iba a ser diferente. De ahora en adelante, o la música me iba a destruir o iba a renacer en ella… y así fue.
Turn off your mind, relax and float down stream, it is not dying, it is not dying…
Siempre regresamos a los lugares donde se amó la vida (o como sea que diga el refrán). Regresamos a las raíces. Escuchar a los Beatles para mí es como volver a casa después de un largo viaje.
Get back, get back to where you once belonged.
Get back, Carolina…
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Carolina García (León, Guanajuato) es licenciada en Cultura y Arte por la Universidad de Guanajuato, ilustradora psicodélica y diseñadora independiente. Melómana de tiempo completo. She lives in a world of her own.