GUÍA DE LECTURA
Oficio de tinieblas, de Rosario Castellanos
Jaime Panqueva

Hace algunos años, cuando un gobernador güerito cacheteó en público y sin pudor a uno de sus colaboradores, moreno y de clara ascendencia indígena, me sorprendió que no pasara nada. Aclaro, soy consciente de vivir en el país del no pasa nada, pero aquel abuso de poder pasó de largo y se le consideró más una chanza que una muestra de las relaciones sociales en Chiapas. Ahora el gobernador es senador de la República y si nos descuidamos, en unos años enfilará para presidente.
En ese inter, busqué algún libro que me ayudara a comprender lo que pasa en ese estado, y debo decir que Oficio de tinieblas de Rosario Castellanos, se convirtió en una extraordinaria herramienta para llegar a esa raíz claserracista que aún se agita en mayor o menor medida en nuestros países latinoamericanos.
Considerada como la mejor obra del indigenismo escrita en México, esta novela nos pone de manifiesto las formas de poder y el manejo de los ladinos, encarnados por el terrateniente Leonardo, y sus complejas relaciones con un entorno que entrelaza realidad, mito, religión y superchería. Escrita hace casi sesenta años, en alusión a un tiempo narrativo que combina hechos del cardenismo con las rebeliones indígenas del siglo XIX, permite vislumbrar atavismos que aún acompañan nuestros días, cuando a la par de la reivindicación de las poblaciones e idiomas originales, como lo vemos en Roma de Cuarón, asistimos a complós para evitar que se nomine a su protagonista a los premios Ariel.
Me refiero a esa supremacía del ladino sobre el indígena que permiten que episodios como el mencionado al inicio salgan completamente impunes, y que se extienden también a otros ámbitos del poder. Y perdonarán que me salga quizá del tema del libro, pero también esta semana nos enteramos de que ese mismo ex-gober güerito intentó sobornar, en su terruño y con formas ramplonas, al entonces Fiscal para delitos electorales. Claro, no pasó nada, y sólo ha quedado consignado como una anécdota más en otro libro: Sin filias ni fobias. Memorias de un fiscal incómodo (Grijalbo, 2019).
Dicen que la realidad supera a la ficción, pero creo que ambas se alimentan mutuamente. Oficio de tinieblas es una buena oportunidad para revisitar tiempos pasados que, a su vez, nos revisitan.
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