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GUÍA DE LECTURA

El buen soldado Švejk, de Jaroslav Hašek

Jaime Panqueva

Jaroslav Hašek
Jaroslav Hašek
El buen soldado Švejk, de Jaroslav Hašek

Escritor checo, combatiente en la Gran Guerra y testigo excepcional de la caída del imperio austrohúngaro, es imposible desligar la vida de Jaroslav Hašek de su postrera y mayor invención, el soldado de infantería Josef Švejk, a quien muchos ven como un idiota y otros como un hombre bonachón que nunca niega su opinión sincera a quien tiene la fortuna o desgracia de cruzar por su camino.

Hašek, nacido en Praga en 1883 en el seno de una humilde familia, debe abandonar sus estudios a los quince años para ganarse la vida. Algo dado a la bebida, como su buen soldado, que confiesa en una noche haber visitado al menos 28 tabernas y no haber bebido más de tres cervezas en cada una. Tras un fugaz paso por la banca, se dedicó a escribir para diversos diarios para terminar como editor en la revista El mundo de los animales, que alcanzó la fama al publicar artículos sobre animales ficticios, como el espectacular descubrimiento de una pulga prehistórica, por ejemplo, que causó gran revuelo en el mundo paleontológico. Hašek intercambió correspondencia con zoólogos de todo el orbe. Tampoco se amilanó a la hora de proyectarse personalmente en los loros que se emborrachaban hasta la inconsciencia, y hasta dio consejos sobre cómo criar licántropos en casa. Después de haber tenido que renunciar a este trabajo, tras el deterioro de la reputación de la revista, dirigió un negocio que vendía perros robados a los cuales falsificaba pedigríes.

Al año siguiente fundó un partido político denominado “Partido del lento progreso dentro de los límites de la ley” que satirizaba la propaganda y métodos de los demás partidos en contienda. Sin embargo, con él como candidato tuvo una vida efímera, aunque ofrecía entre otras cosas la reintroducción de la esclavitud, la nacionalización de los inquilinatos y un acuario de bolsillo a cada uno de sus militantes.

Las dificultades de la vida llevaron a Hašek a arrojarse de un puente de Praga, motivo por el cual fue internado en un psiquiátrico, del cual dirá el buen soldado (también interno a la fuerza): “La verdad es que no sé por qué los locos se enfadan cuando los encierran... aquello era estupendo. Los pocos días que pasé en el manicomio cuentan entre los más hermosos de mi vida.”

La novela, que estaba proyectada para seis tomos, completó poco más de tres. El cuarto fue publicado de forma póstuma, ante la muerte del autor de un paro cardiaco el 3 de enero de 1923. Y a pesar de ser un relato antibelicista con mordaces críticas a la burocracia y al militarismo de ese “mundo de ayer”, es considerada la obra más importante escrita en el idioma checo. Y sin embargo, como una extraña paradoja, Švejk, al contrario de su autor, nunca llega al frente de combate.

 

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