sábado. 20.04.2024
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GUÍA DE LECTURA

Mi primer vuelo en dragón y Comunidades invisibles

Jaime Panqueva

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El vuelo de los Dragones
Mi primer vuelo en dragón y Comunidades invisibles

La ficción y el placer de contar historias, así como de escucharlas, nunca mueren. Está dentro de nuestros genes esa necesidad de comprender nuestro entorno y apropiarnos de él por medio de la palabra, de ampliarlo y transformarlo a través de la ficción. Con ellas confeccionamos artefactos para burlamos de nuestra frágil y corta existencia. El libro, receptáculo de los textos, arca intertemporal, nos comunica con cordialidad y paciencia. “Maestros que nos instruyen sin brutalidad, sin gritos ni cólera, sin remuneración”, proclamaba Bury, alfombras mágicas para volar a otros mundos, espejo para observar nuestra realidad y sus imposibilidades.

Llego a este número 300 de la guía con dos ejemplares que ejemplifican este gusto por la palabra escrita, sin ánimo comercial como ha sido el germen de este espacio, pues desconozco si están a la venta. Pienso que Mi primer vuelo en dragón responde al deseo de atesorar los relatos infantiles, de congelar el tiempo. Llegó a mí como regalo de la maestra Patricia Anaya, bibliotecaria que organiza desde hace años un concurso de cuentos entre alumnos, docentes y abuelos del Centro Educativo Alexander Bain de Irapuato. Este vuelo reúne los mejores relatos del concurso a lo largo de diez años, con ilustraciones realizadas también por alumnos de la institución.

Junto a éste comento otro que recibí de regalo el año pasado, editado por la asociación El arte de los títeres AC, dirigida por el maestro Antonio Camacho, que recopila también textos infantiles. Éstos provienen de colonias de Guadalajara denominadas por el argot oficial como “conflictivas”, como El Refugio, Santa Cecilia, Oblatos, El Grillo, San Juan de Dios, entre muchas otras. Sus textos fueron recopilados e ilustrados con dibujos de sus autores bajo el título Comunidades invisibles, de la nota roja a la nota cultural (Conaculta, 2015). A través de talleres, se puso a centenares de niños de diversas edades a escribir sobre sus realidades y sueños, con resultados en muchos casos sorprendentes.

A pesar de la disímil procedencia de los autores, bullen en estas páginas las búsquedas e inquietudes de la infancia que refleja y critica desde sus puntos de vista al mundo de los adultos, y confirma que quizá no haya mejor lugar que los libros, para plasmar estas perspectivas. Quizá en un futuro los adultos de entonces los busquen para regresar en el tiempo.

 

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