viernes. 19.04.2024
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La culpa de todo la tiene Philip K. Dick

José Luis Ibáñez Salas
José Luis Ibáñez
Tachas 346
La culpa de todo la tiene Philip K. Dick

Estás mirando en el interior de ese hueco tras las puertas abiertas, huele al hierro que dejó de fabricarse cuando tus abuelos aún respiraban por sus propias bocas. Respirar. ¿Cómo sería? Huele mucho a hierro, a aquel hierro rojo que ahora no puedes ver. Humo, un humo como el de las cacerolas de los cocineros de a bordo. Ayer soñaste con lo que llamaron el mar. Hoy estás aquí, en esta nave derritiéndose sobre el planeta de ella. Te balanceas y parece que escucharas aquella canción de hace siglos, You’re Wondering Now. ¿Qué querrá decir? La canción, ¿qué querrá decir?, pero también ¿qué significará que bailes ahora algo que no has visto bailar a nadie? El caso es que sí sabes cómo se baila porque es hipnótico su ritmo y lo que le hace a tu sistema nervioso recién restaurado. The Specials. El grupo se llamaba The Specials. Eran del planeta Tierra. Huele a hierro como el del planeta Tierra. Eso te lo han contado, ese olor te lo han contado. En alguno de los cursos de esa formación continua que inventaron hace algunos años las profesoras Camila y Cecilia, descendientes de terrícolas. Y ya tan muertas. No hay nada más aquí dentro, olor y humo. Y lo uno no va con lo otro. No huele ese humo a nada. Pero no detectas de dónde viene ese fuerte olor a hierro. Hedor, tufo. Porque estás empezando a recordar poco a poco que eso que te conmociona desde uno de tus sentidos ligeramente averiados es un olor desagradable. Vuelves a activar la válvula de tu mascarón. No funciona bien, pero te las apañas. Aquí hay que aprenderlo todo. A todas horas. Sin descanso. You’re Wondering Now… what to do, now you know this is the end. ¡Qué soniquete! ¿Por qué nos tendrán prohibido escuchar música?, te preguntas casi a plena voz. Música, sólo pensar en ella hace que te excites como si fueras a morir. Sales de ese cubículo extraño. No hay nadie. Ni nada, sólo humo y olor a algo que no hay.

¿Por qué nos tendrán prohibido escuchar música? Amy Winehouse. Has visto alguna vez un vídeo de ella cantando esa canción mesmerizante: You’re Wondering Now. You’re Wondering Now. You’re Wondering Now. Te sientes enorme, y no sabes bien por qué. Te diriges a tu nave. No la encuentras. Has perdido la noción del espacio. La del tiempo la estás agotando. Te queda poco tiempo. Piensa. Recuerda cómo se piensa. Piensa. You’re Wondering Now. Eres especial. No, no pienses en la música. Amy… Amy se apagó cuando quiso… la vida que no pudo tener, justo antes de ser lo que no supo, mientras la música sonaba como un dulce réquiem, como un relámpago juvenil. ¿Dónde has leído eso? ¿O se lo has escuchado a alguien? Tiempo. Te falta tiempo. No sabes cuánto, ni para qué lo necesitas ahora, el tiempo. El hierro, sigues oliendo el hierro. Olor a hierro y You’re Wondering Now cantada por una chica estrafalaria. ¿Estrafalaria? Piensas con palabras que no conoces. Pero compruebas de inmediato en tu receptador que sí existe la palabra estrafalaria. Y sigues bailando. Te meces al compás de la nave que te lleva a tu nave mientras se desvanece en el espacio y agota el tiempo. Disponer de tiempo.

El tiempo. Hace unos mesestres te explicaba un profesor de Ternura lo que había sido el tiempo cuando la flecha aquella imperfecta iba a esa ninguna parte donde quedó clavada para siempre. Todavía quedan trazas de lo que llamaban segundos y en uno de ellos estás ahora mismo. Cesas en el baile. Crees estar viendo tu pequeña nave de color azuleléctricaemoción. No puedes ya casi caminar, te arrastras. Reptiles. ¿Qué eran los reptiles? ¡Ojalá pudieras respirar! Tienes ganas de llorar, pero sabes que no puedes. No está permitido. La música, las lágrimas. ¿Qué más cosas se prohibieron en el Siglo de la Luz/zuL? Tu nave, viene hacia ti. Te ha reconocido. Ella sí respira, ella es música y a veces llora. Ella. Todo es ella ahora mismo. Abres su puerta, te duele el dolor.

Has estado dormitando mientras ella, tu nave antigua, te traslada hacia ti mismo. No puedes soñar, pero has soñado. No, no está prohibido, ¿verdad? Sólo que a los que son como tú no os es posible soñar mientras dormitáis. Únicamente cuando estáis como muriéndoos. Has soñado. No sabes que has soñado, te lo digo yo, se lo digo yo a quien lee esto que yo cuento y que a ti únicamente te sucede. Nada más. No sabes ni que has estado soñando, pero sí lo que has estado soñando: has soñado con el hierro parido por una montaña en los tiempos en que todo cambió por última vez y para siempre. Ella se detiene. Has llegado a ti. You’re Wondering Now se hace realidad, canta Amy con The Specials. El sonido te ciega. Todo es de hierro. ¿Dónde estará toda aquella gente solitaria como tú? Gritas: ¿de qué me protegen? No sabes que te protegen de tu ser tú. Y de ti mismo. A ti y a los demás. A toda esa extraña gente que se escapó de una canción de hace milenios, cuando la música quiso salvar el Universo.




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José Luis Ibáñez Salas, editor y escritor.

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