GUÍA DE LECTURA
El libro de las plegarias
Jaime Panqueva
Entre los libros que traje de un viaje reciente, no puedo contar uno más querido que este poemario publicado el año pasado por el escritor argentino Enrique Solinas. El libro de las plegarias (Mascarón de proa eds.) evoca aquel tiempo monacal, dividido en horas canónicas en las cuales se aprestaban rezos específicos. Con salmodias emanadas de una moderna cartuja, Solinas nos convoca a la introspección, a pensar en calma y acercar el alma a una poesía que busca sin grandilocuencias la elevación del espíritu. Comparto a continuación dos ejemplos que ilustras la tarea del poeta para convocar a la reflexión interior a través de sus cantos:
Hoy estarás conmigo en el paraíso
No tengo más
que esto que soy
y la certeza de vivir
en un mundo herido.
He mirado la muerte a los ojos.
Resplandece la poesía en mi país,
habita cada instante
de mi casa
atraviesa este cuerpo sin razón,
se manifiesta inesperada.
Quien venga hoy a visitarme
nada le ofreceré,
salvo estas palabras que nacieron
bajo el viento de octubre,
campo de imágenes que habitan
el aire que respiro,
el fondo de esta voz amordazada.
Que venga nomás,
ya no sentirá hambre ni sed,
le prometo
que seremos felices para siempre,
jóvenes eternos, moradores
de un jardín deseado
desde el principio de los tiempos.
Aquí en el poema,
sueño oscuro,
unidos
en el dolor de la esperanza.
Aquí en el poema
celebraremos,
el asombro, la dicha,
el frenesí.
Las nupcias de la noche y el día
en el corazón del éxtasis.
El origen del mal
Porque no todo el que daña fue dañado
ni ser dañado justifica su accionar,
el golpe dado y sin motivo en medio
del corazón que espera que lo amen.
Porque hay quien goza con el dolor ajeno
y así vive,
te sabe vulnerable, desnudo, mirando
hacia otro sitio, sumergido en la luz;
en las palabras que deseamos escuchar;
en la belleza de lo simple.
Ahí la estocada, el golpe en el asombre, el incendio antes
del estallido. El corazón da un vuelco y se contrae
porque es lo propio, el pecho
a punto de estallar,
en medio.
Aquello que es injusto cerrará
las puertas de la voz
de quien tanta oscuridad recibe.
Porque a veces sucede que hay quienes gozan
ejerciendo el dolor
y no hay explicación que justifique.
Les das tu corazón y te lo dejan
tirado en la intemperie
para que lo devoren
los perros del silencio.
Les das tu corazón
y el mal invade el mundo
como una música furiosa,
como un temor sinfín.
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