Es lo Cotidiano

LA ESTUPIDEZ HUMANA PRESENTA… [XVII]

Sesgos

La estupidez [seis o nueve]
La estupidez [seis o nueve]

254. Estos últimos días, los de la elección usamericana, casi nadie (ese casi es porque la excepción fue el ya expresidente Trump) mintió deliberadamente, ni casi nadie (ídem) pronunció estupideces deliberadamente. Todo era cuestión de sesgos.

255. El sesgo es tan humano como el alimentarse, el respirar, como el amar o el odiar.

256. Sesgo, según la RAE, es, sólo hasta la séptima entrada, un “error sistemático en el que se puede incurrir cuando al hacer muestreos o ensayos se seleccionan o favorecen unas respuestas frente a otras”. Y, tal vez, lo mejor de esa definición es el “puede”. (Por cierto, la tercera entrada es “tranquilo, sereno” aunque el diccionario dice que es poco usada).

257. Utilizar sesgos, todos en nuestra vida cotidiana lo hacemos. Puede ser incluso una herramienta evolutiva y positiva en determinadas situaciones, en las que la rapidez de la resolución es más importante que la exactitud.

258. Pero también pueden llevar a conclusiones que, si bien son ciertas cuando sólo tomamos en cuenta determinados factores, pueden llevar a los pantanosos terrenos de la estupidez.

259. Ya se acerca el “buen fin” y sus ofertas que no son ofertas, pero en las que estúpidamente caeremos todos, como consecuencia de nuestra humana tendencia al sesgo de anclaje. Tendemos a confiar en la primera información que se nos da, para tomar decisiones y hacer comparaciones basadas en ella. (Este sesgo, unido a la flojera, es lo que hace que la mayoría de los alumnos que copipastean su tarea lo hagan del primer link que les aparece). Las empresas ponen en grande el precio anterior, y de ese precio deducimos que el descuento nos resulta interesante, aunque el primer dato que se nos dé sea falso, exagerado o, simplemente, mentira.

260. Nos fiamos del primer periódico que abrimos o del primer informativo que diga algo sobre el resultado de las elecciones o sus posibles “fallas”, y sobre esa información mediremos las demás.

261. La hermosamente llamada “falacia del jugador” no es sino el nombre cotidiano de un sesgo llamado apofenia, que consiste en ver patrones donde no los hay, como cuando los niños descubren animales en las nubes, los creyentes caras de Jesucristo en el pan tostado, o los jugadores, de ahí el nombre, en los aleatorios resultados de la ruleta.

262. Si Ohio, repetían algunos, siempre ha acertado en que el que ganaba en su estado ganaba las elecciones, volverá a hacerlo.

263. Pero si hay un sesgo trumpista por definición, es el sesgo de atribución. Mediante ese sesgo tendemos a atribuir a los otros cierta subjetividad que modifica en su propio interés sus afirmaciones o actos mientras que nuestras opiniones son objetivas.

264. “Si contamos los votos legales hemos ganado, si contamos los ilegales, perdimos”. Sin comentarios.

(265. El ejemplo hollywoodiense más reciente es el del ataque que recibió la última versión de “Las Brujas”, basada en la novelita de Dahl. Las asociaciones de afectados por ectrodactilia, una deformación genética que hace que se nazca con menos dedos en las manos, protestaron por la representación de la bruja protagonista como alguien que sólo tenía tres dedos en sus manos. Warner Brothers tuvo que emitir una disculpa pública con una frase que roza la genialidad: Nunca fue la intención hacer sentir que las fantásticas criaturas no humanas estaban destinadas a representarlos.)

266. Y, si algún sesgo fue usado durante estos tres días de importantes elecciones, y que usamos cotidianamente y sin darnos cuenta, fue el de confirmación, cuya definición más oficial propone que es una “tendencia a buscar, interpretar, favorecer y recuperar información de una manera que confirma las creencias o hipótesis de una persona, al tiempo que presta una atención desproporcionadamente menor a la información que la contradice”.

267. El que esté libre de sesgo, que lance la primera afirmación.

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