EXPERIMENTAL
Tachas 495 • El cuidado de la casa • Jeanne Karen
Jeanne Karen

De nuevo la humedad de la ducha ha llegado hasta la fachada; ya hasta las gotas de agua residual han hecho una especie de mapa, alcanzo a ver un golfo, algunas islas que se dibujan a lo lejos en la extraña cartografía. No sé si llorar o si esperar con paciencia un milagro. El cemento para albercas debe hacer su trabajo y reparar de una vez por todas la filtración, entonces viene a mi mente la pregunta, ¿cuándo llega el momento de dejar el lugar de residencia, cuándo debe uno comenzar a pensar en guardar los libros, los recuerdos, los cuadros, porque simplemente se ha dado por vencida con tanta materia, con tanto qué cuidar, cuando muchas veces ni siquiera hay tiempo para el propio cuidado?
Luego veo pasar a un par de gatos con su serena existencia, con las colas que parecen materializarse en el propio aire de la mañana, ¿acaso ellos se preocupan por las viejas paredes, por la pintura desgastada, por el piso en mal estado o se preguntan qué pasa con la tubería y el sonido interminable que en los meses de frío interrumpe sueños, pensamientos, la dulce y calculada monotonía?
Entregar la llave, vaya oración, dejar a un lado, abandonar, bajar los brazos, renunciar a tanto trabajo, olvidarme del empeño que le he puesto por tantos años. La basura cada día se acumula más fácilmente, las cosas viejas, las hojas del otoño pasado y del otoño presente, pilas y pilas de hojas, unas más oscuras, casi negras, otras en un rojo perfecto.
¿Cómo dejarla, cómo se va uno del mejor sueño o cómo seguir en la casa cuando le duele todo?
Empezar a reparar cada gotera, quitar las baldosas rotas, trasplantar las plantas a macetas más grandes para que puedan crecer tranquilas o llevarlas a tierras fértiles donde ninguna pieza de barro les impida seguir creciendo hasta tocar el cielo.
El chirriar constante de las puertas ahuyenta mis pensamientos, si estoy leyendo me detiene a cada página, la lectura adquiere un ritmo distinto y eso no es todo, lo más extraordinario es que la escritura también, pienso que debe parecer que voy a inaugurar mi propia vanguardia.
Los pasos sobre la escalera de metal parecen decirme entre más subo, ten cuidado, ten cuidado con todo lo que deseas, y entonces vienen a la mente tantos poemas en donde el cuerpo es la casa, la vida es la casa, la consciencia es la casa, el mundo es la casa. Todo poeta habla de la casa, cada uno con su luz o con su sombra.