miércoles. 24.04.2024
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Tachas 505 • Formas de imaginar • Jeanne Karen

Jeanne Karen

Imagen creada con IA
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Tachas 505 • Formas de imaginar • Jeanne Karen

Cada que termino de leer un libro hago un balance, sumas y restas de lo que su lectura significó para mí en ese momento. Lo que me llama, por ejemplo de  una novela, es la capacidad que tiene el escritor para situarme tanto en el tiempo como en el lugar donde todo sucede, es decir, cómo crea la atmósfera, también me gusta que me sorprenda el perfil de los personajes, el estado de su mente, la complejidad de los diálogos, entre más extraños, raros, únicos, más me interesan. Por lo tanto, es, a veces, complicado que un texto me cautive, me pasa no sólo con la narrativa, también con la poesía, con la que me suceden otra serie de situaciones, pero ese es un tema que dejaré para otro momento. Al final de una buena novela me queda todo un nuevo mundo en mi imaginario, quizás un par de lugares que durante el día vienen a mi mente para dejar en mi rostro una pequeña sonrisa. 

Hay algo que es innegable para mi experiencia lectora y tiene que ver con el uso del lenguaje, con la destreza que tiene un narrador para transmitir una historia, más el uso de todos los recursos disponibles. Las descripciones que dejan margen para cerrar los ojos y completar un espacio, una idea, esas son las que más atesoro, aunque también aprecio ser testigo de cómo el autor hace de todo con las palabras, las deja caer como bombas o como flores, pero siempre en el punto exacto. 

Hace poco escuchaba un video en internet, de una persona que habla sobre libros y da su opinión, creo que es necesario, pero pienso que es todavía mejor proponer, la crítica tiene su lugar siempre y cuando se pueda ser mordaz y ágil, plantear nuevos conceptos con mucha claridad y sugerir una forma más eficiente de lograr un buen texto, porque si no, la cosa se convierte en un mero divertimento, lo cual no es malo, pero tampoco deja nada. Para el ejercicio crítico se requiere mucho ojo, oficio y años de experiencia, además de lo obvio, un largo recorrido como lectores. Criticar, conlleva el permiso a ser criticado, a ser señalado en las grandes o pequeñas faltas que como jueces podemos cometer, es decir, no estamos en todo. Es necesario ver un texto desde otras miradas, otros ojos lectores. 

En los últimos meses me he dado cuenta que existe una disparidad en las opiniones sobre los libros de narrativa, sobre todo lo veo en México, que es donde vivo y desde donde leo, algunos opinan que tal libro es el mejor, mientras del mismo, otra persona opina lo contrario. 

Tal vez la subjetividad ha vencido. Ahora solamente leemos por inercia, los que solíamos hacerlo ante la sugerencia de amistades, somos como autómatas, vamos a tomar los libros de las estanterías de las grandes librerías, porque las redes sociales y la mesa de novedades nos indican que allí es, que en ese punto está el presente y el futuro de la narrativa, ahí está la revelación del año, del siglo, está el gran autor o la gran autora; aunque cuando pasamos de las primeras veinte hojas nos damos cuenta de que el autor o autora en realidad, a la hora de su formación, no se acercó a las lecturas primordiales que a muchos se nos mostraron e incluso se nos impusieron, para bien o para mal, aunque en aquellos años pareciera una afrenta, un error, ahora que lo puedo ver a la distancia, sé que era necesario y que gracias a las sugerencias, la detracción, la competencia con sentido, no una competencia superficial, más bien con el objetivo de sacar lo mejor de cada uno, formaron en mi yo interno, una lectora con la capacidad de distinguir lo que es literatura de lo que no lo es, lo que no es, quizá sea divertido, actual, fascinante, pero no me llama. Así que sugiero, seguirnos aferrando a esos textos que nos dan esas formas de imaginar, de sentir, de vivir a través de las palabras. Lo demás es moda, bella, linda, buena o mala, pero forma parte de lo efímero y hay que acostumbrarnos, mirar y dejarlo ir, como un globo rojo en el cielo. 

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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).






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