DISFRUTES COTIDIANOS
Tachas 508 · David Crosby: Recordando su nombre · Fernando Cuevas
Fernando Cuevas
Fue un ícono de la contracultura durante los años sesenta desde el territorio del folk, pisando después las fronteras con el rock y la sicodelia, para de ahí nutrir las propuestas setenteras emanadas de California. Tanto en plan solitario como siempre muy bien acompañado, no dejó de expresar sus posiciones políticas de protesta ante el sistema y tanto la pérdida de seres queridos como los problemas personales, incluso con la ley, lo acompañaron buena parte de su atribulada vida, durante la cual gustaba de navegar y apoyar causas diversas, como la de la legalización de la cannabis y la protesta de los okupas.
Bautizado como David Van Cortlandt Crosby (1941-2023), creció en la zona de Los Ángeles; su padre ganó un Oscar por fotografía y fue su hermano mayor quien le infundió el gusto por el jazz. Tras varios cambios de escuela, terminó la prepa con habilidades para la carpintería, metafórica capacidad que después utilizaría en la construcción de canciones de naturales esencias, campo al que se dedicó en definitiva después de estudiar teatro durante algún tiempo. Se empezó a vincular con cantantes y grupos, mientras hacía sus pininos en la composición y grabación durante los primeros años de los sesenta.
Fue el cantante Terry Callier quien le presentó a Roger McGuinn y Gene Clark, dúo al que se integró y después, junto con otros músicos, formaron de The Byrds en 1964, grupo con el que Crosby participó en sus cinco álbumes iniciales, encargándose de los asuntos guitarreros y contribuyendo en la composición y las vocales, cada vez con mayor presencia: la banda se convirtió en una de las esenciales de aquella década, incidiendo en definitiva a moldear una de sus vertientes musicales principales, entre el freak folk, la sicodelia, el rock y, hacia el final, el country.
Tras su salida del grupo iniciada en 1967 y plenamente verificada en 1968 por tensiones políticas, musicales y de personalidad que fueron creciendo, si bien volvería a reunirse después para ocasiones especiales a lo largo de los años, formó Crosby, Stills & Nash en 1968, supertrío que completaron Stephen Stills y Graham Nash, además de ampliarse a Crosby, Stills, Nash & Young, con la adhesión de Neil en algunos casos y bajo cuya denominación entregaron un puñado de discos, sobre todo en los años setenta y ochenta, que se volvieron clásicos por la capacidad melódica, las intrincadas melodías y su innovadora manera de imbricar el rock, el country y el folk; también formó el dueto Crosby & Nash, firma que produjo cuatro álbumes en estudio.
Su primera obra solista fue el temprano If I Could Only Remember My Name (1971), en el que se permitió soltar su sensibilidad para las melodías con alcance folkie de vanguardia, integrando atmósferas con vocalizaciones y sonidos envolventes, proporcionados por diversos colegas de reconocida presencia en los movimientos musicales y culturales de finales de los sesenta y principios de los setenta, que ayudaron a que el álbum encarnara de manera nítida el espíritu de la zona de la bahía californiana, con todo y sus contextos propiamente sonoros.
PODER REGRESAR A LA LIBERTAD
Pasaron casi dos decenios, no obstante su continua actividad, para que volviera a firmar solo con su nombre un disco: se trató del rocanrolero Oh Yes I Can (1989), a manera de regreso manifiesto y después de múltiples vivencias personales y experiencias musicales, incluyendo una estancia de nueve meses en prisión; grandes invitados participan en las canciones compuestas con juegos de acordes y tonalidades que van del blues al jazz discreto, comandadas por el consabido rockfolk, sello de la casa.
Se vistió de héroe junto con Phil Collins y entregó A Thousand Roads (1993), en plena recuperación pausada de los caminos recorridos y los aprendizajes desarrollados, cual si se tratara de un viejo soldado muy joven para morir. Después del directo It’s All Coming Back To Me Now (1995), otra vez se tardó veinte años para volver a estampar su presencia de manera individual en estudio: fue en Croz (2014), álbum grabado con su hijo, el pianista James Raymond, con quien había formado el trío CPR en colusión con el guitarrista Jeff Pevar a mediados de los años noventa, incorporando un sustrato jazzero e invitados de lujo como Wynton Marsalis y Mark Knopfler. Este disco de pulcra producción, que transita de la noche peligrosa a la mañana decreciente para encontrar un corazón, abrió la puerta para una prolífica etapa final, en la que, como cabría esperarse, se volvió un férreo y confeso antitrumpista.
Lighthouse (2016) contó con la producción y apoyo en las composiciones de Michael League, miembro de Snarky Puppy, y la presencia de Becca Stevens and Michelle Willis, con quienes colaboraría después: la voz del cantautor de 75 años suena todavía con la fuerza de alumbrar el folkrock, aquí con ciertas cuotas jazzy y de influjos celtas, que terminan por recordarnos todo lo que estamos dispuesto a hacer por amor y buscar la luz de un día común. Pronto entregó Sky Trails(2017), muestra de que el resurgimiento iba en serio: de nuevo contó con el apoyo filial y propuso un mayor énfasis en los colores jazzeros con ese sax alto, así como en las tonalidades acústicas, cual senderos celestiales que incluyen acordes imprevistos, baladas pianísticas y una lograda versión a un clásico de Joni Mitchell, entre amaneceres prematuros y atardeceres prolongados.
En Here If You Listen (2018) contó nuevamente con el apoyo de League, Stevens y Willis, de la ahora llamada Lighthouse Band, recordando Woodstock y años pasados llenos de gloria y encuentros con Buda en la colina, entre insumos funkies y esporádicos drones que también suenan en tono celebratorio. Su último disco en estudio fue For Free(2021), título preciso para sellar una prolífica carrera que destila un creativo softrock que se integra al reconocido folk de toda la vida, contando con las decisivas contribuciones de Michael McDonald y Donald Fagen: gran despedida en tonos serenos. Todavía alcanzó a publicarse Live at the Capitol Theatre (2022), capturando el cierre de la trayectoria de este gran músico y compositor, cuya vida se puede conocer con más detalle en el documental David Crosby: Remember My Name de A. J. Eaton, presentado en Sundance en el 2019.
Colaboró con gente y grupos del nivel de Joni Mitchell, Jefferson Airplane, Grateful Dead, Jackson Browne, Santana, Rick Roberts, Art Garfunkel, Carole King, Elton John, Bob Dylan, Stevie Nicks, J.D. Souther, Ned Lagin, James Taylor, Phil Collins, Bonnie Raitt, Joe Walsh, Indigo Girls, Jason Isbell, Dave Mason y David Gilmour, entre otros, además de sus compinches en los grupos que formó: una incansable trayectoria como versátil y muy aportador cómplice, rematada por un brillante periodo solista en el crepúsculo de su vida.