EXPERIMENTAL
Tachas 523 • La Calma • Jeanne Karen
Jeanne Karen

Cuando paso tiempo en algún sitio rodeada de algarabía, a veces necesito unos momentos a solas, quizás unos minutos o unas horas, depende del tipo de estímulos que haya recibido.
Mi cuerpo es como un lago con aguas poco profundas, que comienza a cargarse con los ríos de sensaciones y de emociones que se agolpan en mi pecho. Algo me sacude, algo parecido a una corriente y al ruido, luego necesito ir a ese otro estado que es el silencio, la profundidad de la noche, lo oscuro, los ojos cerrados.
Me desprendo poco a poco del cúmulo de vida, se deshace el iceberg de los días, de las voces, los abrazos.
Vuelvo a ese tiempo sin tiempo, al estado tranquilo de la rutina. Sé que también pesa tener marcado en el calendario cada movimiento, dedicarle nuestra atención a los detalles, a las actividades, pero para mí es reconfortante, más cuando lo nuevo ha sido intenso, algo parecido a un libro escrito en un idioma casi indescifrable que tomará demasiado esfuerzo en ser leído, un libro de letra chiquita con mil páginas.
Cuando estoy a solas escribo, trato de recordar lo que he visto, lo que he sentido y puedo por fin aplacar a mi corazón agitado.
Calma, ¡qué palabra tan ligera!, solamente con verla, con escucharla nos envuelve. Comienza a llenar de aire una habitación, de claridad la vida en sí. Encuentro el efecto que me da una palabra y luego busco su origen.
Viene de la palabra griega cauma que significa: intenso calor de verano o del sol, se dice que no hay vientos ni olas en el mar, por eso el ambiente de serenidad, tranquilidad, calma, de acuerdo al Diccionario de Etimologías de Chile, que aparece en la Web.
No sé si a ustedes les sucede desde siempre, desde que tienen memoria, pero a mí sí, cuando los días son más calurosos comienzo a sentir una extraña quietud en el cielo, las nubes suelen desaparecer, alejarse, ir a formarse a otras tierras. La bóveda celeste se convierte en una pizarra sin una sola línea, sin un dibujo, es en esos días cuando más he percibido esa calma de la que hablamos, sin embargo, debo decir que desconocía la definición etimológica que ahora compartí con ustedes y por eso mi asombro, porque solamente me dejaba guiar por la intuición.
Me gusta que podamos usar nuestra capacidad de observación y de discernimiento, tratar de comprender los fenómenos que nos rodean, poner atención a los cambios y a los detalles.
A veces hay una fascinación por las cosas, otras veces se rebalsan los vasos, pero siempre se puede volver al estado de cielo despejado, estar en calma, sin ventarrones, sin sobresaltos, solo estar. La calma viene a aliviar el desorden, el caos de la vida moderna, la calma viene siempre después de las aguas embravecidas, de los días extraordinarios.
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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).
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