EXPERIMENTAL
Tachas 558 • Nudos de palabras • Jeanne Karen
Jeanne Karen

Para mí hoy comienza el año. El mes de enero se fue entre dolor y ausencia. Solamente puedo decir que hay temas para los que todavía no estoy preparada para escribir, que parece que en lugar de palabras, de un mensaje claro, aparecen signos desconcertantes en la hoja, en mis días, en la existencia.
Yo creo que en realidad es algo que nos sucede a todas las personas, tenemos vivencias que son difíciles, fuertes, inesperadas, que nos dejan entre la oscuridad y la perplejidad, incapaces de hacer algo, de pensar o de seguir adelante.
Sin embargo, también creo que hay una fuerza de voluntad que al final nos hace movernos, que nos impulsa a salir del agujero, aunque el cielo se vea muy alto y lleguemos a sentir que los acontecimientos nos consumen. Es como sentir que hay que agarrar aire, sostenernos casi de nada para no dejarnos caer definitivamente.
Tomo fuerza, de aquí, de allá, de todas partes, trato de encontrar algo nuevo que me inspire, que me ayude a luchar, aunque a veces sienta que mi corazón es una caja llena de piedras, que resuena, que pesa, un músculo perpetuamente cansado.
Quizá soy una mujer joven todavía, pero siempre sentí un cansancio inusual, un hartazgo, una desolación; ahora la sensación crece, la distancia entre una alegría y otra es cada vez mayor.
Hay espejismos en el desierto de mis días. Volver a la palabra escrita, volver a la literatura es una manera de encontrarme de nuevo con esos oasis, con esa energía vital, con el agua metafórica que debe brotar de la más extraña formación rocosa. La poesía aparece como manantial, como la misma luz.
Para cada ser humano el dolor debe ser una especie de monstruo, para cada uno distinto; el mío está cubierto de una capa de silencio, de una sordina terrible, debo decir que lo presentí, que lo soñé tantas veces, sin saber que era el mío, pero le temí.
Ahora no temo, ahora es tiempo de enfrentarlo, por eso poetizar de nuevo me lleva a esas planicies de la mente, a esos lugares donde la palabra se vuelve el punto de salida, el inicio, pero también el final.
La palabra poética da forma a cada sombra. La zozobra es el silencio del que les hablo, el no encontrar un faro, un punto de referencia. Para mí la poesía es la guía, el hilo conductor, si he de perderme que sea por ella.
Hoy por la mañana pensé en cómo acomodar las cosas, la vida, cuando de un día para otro todo ha cambiado desde la tragedia, desde la muerte.
¿Hay una razón para seguir, muchas razones? La entereza nos acompaña, eso espero, los anhelos también ayudan, el deseo, algo que nos consuele, que nos guíe. Pienso en una llave para abrir el resto de las puertas.
Lo que tengo son muchas dudas, pero la poesía me ayuda a encontrar mis respuestas, distintas, únicas, extrañas.
Hay veces que no quiero que llegue el amanecer, que se haga la luz que todo lo clarifica, que todo lo nombra a su paso, va diciendo: soledad, orfandad, huecos. Reflejos de otros tiempos cuando la vida fue.
Y hay que levantarse, recorrer las cortinas, buscar una manera de estar, de permanecer, de ser para los que amamos, aunque las lágrimas se nos junten en los ojos, aunque se nos hagan nudos y nudos de palabras.
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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).