viernes. 13.06.2025
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Tachas 561 • Una imperiosa necesidad • Jeanne Karen

Jeanne Karen

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Tachas 561 • Una imperiosa necesidad • Jeanne Karen

Los días pasan entre lo que debemos hacer y lo que necesitamos hacer. El deber pesa, la necesidad llama. La necesidad es el impulso, el deseo, las ganas de seguir explorando, por ejemplo, un gusto, una pasión, una vocación. El deber es lo que tienes que realizar cada día, independientemente de cómo te encuentras, si estás tranquila, si estás feliz o no.

El deber es levantarte de manera puntual, para hacer determinada actividad, de la cual no nada más dependes tú, sino varias personas, puede ser el trabajo, los cuidados, las labores. Es cierto que el deber siempre llama, pero la necesidad no, simplemente aparece.

Pienso en lo que necesito hacer, en lo que es más cercano, en esa actividad única que tiene su momento y que nadie más puede hacerla por mí: leer y escribir.

Puedo pasar tiempo sin explorar un tema, sin dirigir mi energía a un texto, pero una vez que comienzo, tengo que terminar. Al contrario de la lectura, que suelo dejarla en pausa, a veces hasta leo de forma desordenada un par de libros o quizá más, al momento de escribir, se conjuntan tanto mi atención como mis ganas, soy yo con el teclado o la libreta, según sea el caso.

Cuando escribo en la libreta lo hago por una razón: debo crear un texto de forma inmediata, no preciso de estar pensando demasiado, son ideas, palabras que ya están ahí, que parecían haber habitado siempre la hoja. En cambio, cuando escribo en la computadora, son páginas que necesitan ser revisadas una o más veces, debo leerlas, recorrer una a una las frases, las palabras, para estar segura de que he terminado. 

Hay veces que una no necesita nada, la vida va, sucede, sigue, entre un deber y otro. Una lista interminable de tareas por realizar, ir de un sitio de la ciudad a otro, de un compromiso a otro. Por eso es que gozo cuando leo y cuando escribo, es una manera de caminar entre la bruma. 

Cuando encuentro libros que me llevan a salir de mí, de mi rutina, de esa hoja implacable de deberes, lo agradezco. Me ha pasado, hace un par de semanas un amigo escritor me envió sus libros. Cuando llego por primera vez al trabajo de un creador, voy con cautela, no sé qué esperar, no pienso en nada, lo único que deseo es entrar en el gozo mismo de la lectura. 

Sucede que hay libros que llegan como ráfagas de aire, como una sacudida. Cuando eso pasa, me gusta hacer reseñas, por eso tengo un espacio especial en internet, donde exploro el tema de las diferentes lecturas, creo que es importante para una escritora leer y además analizar lo que se lee, de esa forma se mantiene fresca nuestra actividad, no es lo mismo ir y venir sobre nuestros propios pasos, nuestros libros, que sobre la obra de los demás, siempre será mucho más interesante. Entre más variedad exista en los materiales de lectura, por lo menos para mí, el ejercicio como lectura será más satisfactorio y es algo que siempre entrara dentro de lo que necesito hacer. Entre más cosas leemos, seremos capaces de tener una diversidad de visiones sobre la vida y la literatura, ¿son lo mismo? Se dice que la realidad supera la ficción, pero en el caso de la poesía, ¿qué ocurre?, ¿cuánto hay del mundo real en un libro de poemas?

A veces solamente es mejor seguir leyendo: nos podemos topar con libros de poesía que en sus páginas recogen solamente destellos de una realidad plana, y otros que tienen líneas alteradas de la misma, codificadas, escritas en un lenguaje que pareciera ser a prueba de todas las miradas, de todos los lectores; en lo personal esos libros son mis favoritos, me gusta entrar, tratar de descifrar, maravillarme con su plasticidad, descubrir una nueva forma de escribir, de decir, de vivir. En otra entrega les estaré contando sobre esas poéticas a explorar, seguramente van a encontrar alguna que llame su atención, algo que los lleve a darse cuenta que hay otras formas de describir el mundo y espero que surja en ustedes la necesidad de abrir un libro, de compartir sus lecturas, de difundir la palabra escrita.






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Jeanne Karen 
(San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).



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