Continuamos con la escucha atenta de algunos de los álbumes memorables que alcanzaron el medio siglo de vida.

JUGLARES MODERNOS

Tres obras desde tierras canadienses con olor a maple: Court and Spark es un clásico del folk rock firmado por la cantautora Joni Mitchell, cobijada por ilustres colegas y alcanzando la chispa en este, su opus seis: una pequeña ayuda para escapar de la cuna y ser libre en París con un poco de rock sesentero. En On the Beach, una de las crestas de Neil Young, aparece un ruptura matrimonial atravesada en el tono depresivo de las letras, en contraste con el luminosas esencias folkies pasadas por cierto cochambre blusero para seguir caminando por una playa vampírica, mientras que el cantautor Gordon Lighfoot esparcía su folk en Sundown para que la luz continuara más allá del atardecer.

Otro divorcio fue motivo de revisión en Phases and Stages, álbum de Willie Nelson grabado en estado natural, sin mayores efectos, en su reconocible folk country de raíces. La muy dotada intérprete Linda Ronstadt consolidó su amplio espectro estilístico con Heart Like a Wheel, en el que cabían versiones de canciones compuestas por Paul Anka, Hank Williams y James Taylor, junto con otras interpretadas previamente por The Everly Brothers y Dee Dee Warwick: un pop que se abraza sutilmente con el folk, el soft rock y el country, territorio en el que se desenvolvió, con todo y su clave feminista, el muy personal y liberador álbum Jolene, compuesto por una Dolly Parton en plena confirmación de premisas.

Una visita al planeta conocido como Bob Dylan con todo y sus apuntes personales bien cobijados por The Band, desplegando en Planet Waves su talento para la música de raíces y sus respectivas actualizaciones: por siempre joven, el viejo Zimmerman firma las  canciones y dibuja la portada. Para prever las vicisitudes del sábado nocturno, que circule The Heart of Saturday Night, opus 2 del juglar urbanita Tom Waits, aspirante a vagabundo melancólico, acá contando historias al ritmo de un jazzeado folk con Kerouac como inspiración, justo para buscar corazones y fantasmas extraviados mientras le cantan a la luna con el consabido blues aguardentoso de medianoche en adelante. 

Late for the Sky es un conjunto de viñetas que nos recuerdan las fracturas amorosas a la luz de una farola, acaso esperando que nunca sea demasiado tarde: Jackson Browne confeccionó una de sus grandes obras a partir de sus dotes compositivas en clave pop con destellos rockabilly y pop. Good Old Boys, cuarta entrega del gran cantautor angelino, Randy Newman, está políticamente cargada contra el racismo, aderezada con ese tono entre irónico y lúdico que va de cierta efusividad al espacio íntimo para recorrer el sur estadounidense. Ideal para recordar a esos viejos, marginales y tóxicos muchachos, al fin buenos, como los miembros de Lynyrd Skynyrd, ahora lanzando su grito de rock sureño con envoltura honky-tonk en Second Help, guitarreando desde Florida para llegar a la dulce Alabama.

La pareja de Richard y Linda Thompson se presentó con I Want to See the Bright Lights: triste y hermoso a la vez, doloroso pero con la esperanza de algún día darle sentido a la luz, dejando que el folk rock con aliento celta envuelva las formas para describir la cotidianidad. El propio Richard, junto con Eno y Manzanera, acompañaron al ex Velvet John Cale en la grabación de Fear, urbanita disco paranoico, cual caja de sorpresas para poner en la sala de la casa: “ya estamos muertos pero aún no enterrados". Si bien Leonard Cohen se puso elegante para producir New Skin for the Old Ceremony, incorporando mayor instrumentación para sostener su grave y sensual poética.

El ex Byrd Gene Clark firmó No Other, influyente disco de cargado de emotivas y enormes ambiciones. Rock, jazz, country, blues y psicodelia en una monumental combinación, incluso aderezada por alguna entrada góspel. Obra maestra tardíamente reconocida. Y sin decir agua va, un estudiante de Teología formó la International Submarine Band, se sumó a The Byrds e integró The Flying Burrito Brothers: Grievous Angel, opus 2 como solista de Gram Parson apareció de manera póstuma, cual canto de ángel doloroso en clave de influyente country celestial, bendecido por Emmylou Harris: se conformó a partir de grabaciones realizadas el año anterior. Para jugar limpio en la dimensión desconocida con el regreso a casa y el consecuente aroma celta, ahí está el folk blues de Van Morrisondibujado en Veedon Fleece.

SÓLO ES ROCK ‘N’ ROLL (PERO NOS GUSTA)

The Rolling Stones levantaron la mano y volvieron a declarar sus principios, por si hiciera falta, en It’s Only Rock ‘N’ Roll, enfatizando gustos e inclinaciones, entre la despedida de Mick Taylor y la inclusión de ciertos apuntes de reggae y funk a su archivo de huellas estilísticas; entre tanto, Ron Wood aprovechó la coyuntura para grabar el delicioso I’ve Got My Own Album to Do, disco lleno de complicidades y abiertas emociones, entre los Faces y los Stones. Radio City fue el segundo disco de Big Star, ya con Chilton en pleno control y con ese power pop que tanto influyó el rock alternativo de los 80 's.

Queen también entregó su opus 2, referido en su título, Queen II, madurando su sonido de emergencias vocales y guitarreras para atravesar los siete mares junto a ogros, hadas y reinas negras; además, se dieron tiempo para producir Sheer Heart Attack, pleno de corazonadas hardpop y flechazos de la reina matona. Blue Öyster Cultalcanzó quizá su cima con el hard sicodélico espolvoreado por Secret Tetris, buscando algún resquicio astronómico, en tanto Aerosmith continuó su vuelo con Get Your Wings, invitando a sus seguidores para un trayecto de hard rock con cierto cochambre 

Sin Glover y Gillan, pero con la llegada de Coverdale y Hughes para mantener la llama encendida, Deep Purplecontinuó su hardrockero recorrido con Burn, mientras que con todo y sus icónicos maquillajes, Kiss desplegó su teatralidad con tintes de pop y rock en su debut, el homónimo Kiss. Por su parte, New York Dolls, tan efímeros como sustanciales para el desarrollo del punk, entregaron su segunda obra: In To Much To Soon es la confirmación de sus inquietudes dibujadas en su debut, más cerca de los callejones selváticos para encontrar a las chicas misteriosas que de las luces que alumbran a la fama. The J. Geils Band, por su parte, presentó Nightmares… and Other Tales from Vinyl Jungle, uno de sus puntos más altos con ese rock de callejón salido de algún bar extraviado

John Lennon construyó Walls and Bridges entre cortes efusivos y pausados para compartir sus recorridos nocturnos de aquel momento, incluyendo las presencias de Elton John, quien por su parte grabó Caribou, tratando de evitar la caída del sol con la característica conducción del piano, y de Harry Nilsson, proponiendo a su vez el álbum Pussy Cats, mientras organizaba la fiesta en compañía del ex-Beatle en tierras angelinas. Pretzel Logic, el tercer álbum de Steely Dan mantuvo en todo lo alto el listón levantado por sus predecesores. Exquisito pop jazzeado de versátiles juegos vocales y melodías contrapuestas que fluyen con lógica propia y una mayor contención. 

El dueto fraterno de Sparks entregó Kimono My House, su tercer álbum y uno de sus clásicos, ya desarrollando a plenitud su pop art teatral de cabaret, invadido de un glam que invita a ponerse cómodo y sentirse como en casa una vez más: ideal para volverse a enamorar. En tanto 10cc jugaba con la autoparodia a través de Sheet Music y su versátil rock soft que no deja títere con presencia. Las dos parejas suecas, asociadas ya bajo el acrónimo ABBA, presentaron Waterloo, opus 2 que los catapultó de Eurovisión para el mundo: pop-glam irresistible sostenido por cuerdas, coros e inocencia que destila miel para resbalarse en la disco, en tanto la Electric Light Orchestra entregó su reconocido pop orquestal en Eldorado, su cuarto álbum difícil sacárselo de la cabeza.

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