jueves. 27.03.2025
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Tachas 607 • Las Mascotas Y La Ciudad • Jeanne Karen

Jeanne Karen

Imagen generada con IA
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Tachas 607 • Las Mascotas Y La Ciudad • Jeanne Karen

La vida en el campo está rodeada de naturaleza. Los primeros amigos que una niña de campo puede recordar son las chivas, los borregos, los caballos, las vacas. Cuando uno se muda a la ciudad, esa relación con los animales domésticos cambia de una manera extraña y radical. Aquellas que fueron las hermosas bestias del hogar, de la huerta, se convierten en un recuerdo borroso para dar paso a otras especies, a otros compañeros de cuatro patas: perros y gatos.

Un tiempo compartí un departamento, digamos que relativamente de buen tamaño: tenía tres habitaciones espaciosas por donde la luz de la primavera solía entrar con toda su gloria. En ese sitio tuve como compañero a un pequeño gatito, bastante tierno y adorable, que adopté con toda la esperanza de darle una familia.

Pasaron los meses y el gato nunca congenió con mi hijo, -que en ese momento era casi un bebé-, entre varias enfermedades de las vías respiratorias, hasta todo tipo de alergias, finalmente nos llevaron a separarnos del animalito. Tuve que regresarlo a la veterinaria, allá fui con su casa, su cama, los cojines, los juguetes, la comida. Ya tenía un sinfín de objetos regados a lo largo y ancho del departamento. Dejó un hueco en nuestros días, pero también un recuerdo de lo que somos capaces de dar, aunque a veces nuestra propia naturaleza interfiera.

Fue la última vez que intenté tener una mascota en la ciudad, un ser que pudiera ser una buena compañía. No volví a intentarlo de nuevo, porque me di cuenta que la relación humano-mascota, cambia con el sitio en donde ocurre. Hay un gran hueco entre un animal de corral o de patio y una mascota de las grandes planicies de concreto. La mascota requiere de toda nuestra energía y atención, amor, compañía, respeto, los animalitos de corral también, -por supuesto-, pero el trato y la finalidad de su existencia en la nuestra, es otra cosa.

Si alguna vez vuelvo a comprometerme con el cuidado de una mascota, tendrá que ser después de pasar por un largo proceso de toma de conciencia: no voy a ofrecer algo que no puedo dar. 

Mucha gente que he conocido en la ciudad, toman a los perros y a los gatos y los llevan a sus casas, sin realmente profundizar en lo que significa hacerse cargo de otra vida, además, de vidas que dependen casi totalmente de la voluntad del ser humano. 

Me ha tocado ver en algunas familias que la responsabilidad de los cuidados recae en los más pequeños: en niños y adolescentes que no tienen una idea formada de lo que es un compromiso y que en sus corazones sienten que con el solo hecho de dar amor, sus mascotas serán felices y estarán en paz; nada más alejado de la realidad.

Hay que educar a esos chicos, para que cuando por fin tengan animales en casa, sean capaces de procurar una tranquila y buena vida a los perros y gatos o quizás a otras especies. Sé que los padres deben tomar un rol principal en esos cuidados, que deben ser ellos quienes guíen a sus hijos en la tarea, los padres son siempre el ejemplo cercano, son los que instruyen.

He tenido unas experiencias bizarras con mis vecinos: desde permitir que sus gatitos vayan a orinar directamente en mi puerta, específicamente en el tapete de entrada de la casa, hasta otros peluditos que tratan de entrar en las macetas hasta romperlas. Mis plantas están heridas, sus hojas han sido arrancadas y masticadas en más de una ocasión. La irresponsabilidad es de los dueños, de los adultos que no han podido darles una buena educación a los animales de casa. 

¡Larga vida a los perros y gatos, larga y hermosa vida! Ojalá que sea cada vez menos frecuente la negligencia, hay que procurar la felicidad para esas otras existencias con las que compartimos el día a día. 

Agradezco la infinita inspiración que nos han dado en la literatura, en el arte, en la poesía, ¿qué sería el mundo sin un gato que ronroneaba en el regazo de una escritora, o qué sería del mundo sin la dulce compañía de un perro y su lento caminar hacia la noche?




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Jeanne Karen 
(San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).



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