domingo. 23.03.2025
El Tiempo
Es lo Cotidiano

POESÍA

Tachas 610 • Fresas y balas son sinónimos y antónimos de desarrollo en mi diccionario personal • José Luis Zorrilla Sánchez

José Luis Zorrilla Sánchez

Imagen generada por IA
Imagen generada por IA
Tachas 610 • Fresas y balas son sinónimos y antónimos de desarrollo en mi diccionario personal • José Luis Zorrilla Sánchez

Tú no lo sabes
pero la fresa que acabo de poner en tus labios
contiene en sí, el origen de todo mi universo.
El trabajo ancestral de mujeres colectando la frutilla
llevando a cuestas un bebé con forma de canasta de membrillo.
Es el rojo en las calles
de una ciudad en crecimiento.
Es la mermelada que me encanta
junto a la mantequilla de maní de tu país.
No sé nada del gozo con que muerdes la fruta que compraste en el supermercado
¿Sabes de dónde viene?
Tampoco sé nada del oficio olvidado
a las afueras de un asilo
donde me encantaría poder llegar en mi auto.
Que su jugo rojo sea sangre
sólo de nuestros labios,
un nuevo origen para mí.
La única violencia
la desesperación en nosotros queriendo ser uno.
Sabes que no soporto la frase;
“en otros tiempos, las cosas estaban mejor.”
La gente en mi ciudad lleva más de quince años viviéndola,
por eso no insistiré cuando las cosas no tengan remedio.
Cuando la ira no deja de crecer, lo mejor a veces es marcharse,
casi todos mis amigos y yo lo sabemos bien.
Esto es como una masa de recuerdos apenas formándose,
el conteo de las balaceras cerca de mi familia es ahora un número difuso,
como cualquier número oficial.
Esa caja de fruta que trajiste
es un recuerdo que forma parte de mi silencio.
Todos los que nos fuimos somos aves pintadas de rojo
en contra de nuestra voluntad
y la principal opción al venir aquí
es que vuelvan pintura nuestro cuerpo.
Tampoco quiero que te ilusiones
no vine a pintar rosas
para jóvenes optimistas.
Las únicas rosas que me quedan ahorita,
son las fuerzas para intentar este amor,
intentándolo a expensas, del que hasta ahora
es mi dolor más profundo.
Yo no creo haber aprendido a cosechar la fruta cuando llegué a este país,
tampoco creo que me lo haya implantado mi abuelo 
que vino e hizo lo mismo antes que yo.
Siento que fue mi madre quien lo puso en mi sistema,
esas mañanas de escape con su hermana mayor
a juntar los restos de la cosecha.
Ahí descubrí la delicadeza
para levantar del barro un corazón rojo.
La única cosecha que yo puedo enseñarte
es esta de alimentarte, con los restos que me quedan.
Ya no tengo nada,
sólo el miedo de expandir el rojo que sacamos de la tierra
y a la tierra devolvemos
o que este se expanda hacia a mí
en una mancha imposible de borrar.
Si llego a mostrarte mi sangre
esto es lo que encontrarás,
pero me aterra hacerlo.
Antes de hablar
necesito conocer las certezas de este amor,
saber si es un buen lugar para que mis miedos y esperanzas descansen
a salvo de todas las intermitencias políticas
alrededor de mi situación
y así extender la historia de una ciudad
que odio sin entenderlo
pero que ahora a la distancia
tengo miedo de olvidar
sin entenderlo. 

[Ir a la portada de Tachas 610]