DISFRUTES COTIDIANOS
Tachas 611 • Discos 2024 [I]: 20 Bienvenidos regresos al estudio • Fernando Cuevas

Empezamos el recuento de los álbumes del año que recién terminó, caracterizado por notables vueltas al ruedo de grupos y músicos que regresaron después de ocho años o más; de paso, seguimos promoviendo este hermoso arte olvidado de escuchar discos completos.
…andaban de parranda
Songs of a Lost World representó el regreso del 2024, cortesía de The Cure: tras 16 años desde su último álbum de estudio, vuelven esas envolventes y prolongadas introducciones para destilar tristeza por la pérdida, desde una perspectiva íntima, y abrir espacio para imaginar una ligera esperanza de que no todo está perdido, al menos en el mundo interior: su mejor disco desde Disintegration (1989). Los ingleses de The The recuperaron su alma compositiva con el nocturnal Ensoulment, primer disco en estudio desde el 2000: justo para tomarse el café en la tumba de William Blake, mientras suenan las pausadas canciones aderezadas con elusivos coros femeninos. También reapareció The Folk Implosion con Walk Thru Me, primer largo de nuevas canciones después de más de veinte años en el que la dupla Barlow/Davis concreta un largo andar de su indie pop de contrastes.
El legendario Tucker Zimmerman salió de su reclusión en su natal Bélgica, convencido y acompañado por Big Thief, para grabar Dance of Love, disco de raíces que lo encuentra con la sensibilidad intacta desde que dejó el estudio a principios de los ochenta para hacer trabajo artístico lejos del mundanal ruido, junto con Marie Claire, su esposa; en tanto, la gran exploradora Laurie Anderson propuso, casi una década posterior a su Heart of Dog, Amelia, álbum tributo a la pionera de la aviación con Anohni como copiloto de la aventura aérea, bien sostenida por cuerdas celestiales. Nueve años después, David Gilmour se animó a entrar al estudio con algunos brillantes colegas: el resultado fue el impecablemente producido Luck and Strange con el legendario ex Pink Floyd en plena forma interpretativa y compositiva.
Otro inesperado regreso al estudio fue el de los proto punks garageros de MC5, quienes después de más de medio siglo grabaron Heavy Lifting, acompañados de varios invitados y con la pujanza intacta, si bien el guitarrista Wayne Kramer murió cuando el disco estaba casi terminado. Melt Banana, reconocido grupo japonés de noise, volvió tras una década con el desaforado y chirriante 3+5: 24 minutos bastan para erizar la piel y sumar alteraciones cardiacas, mientras que desde Austin, The Jesus Lizard levantó la mano guitarrera con Rack, álbum que rompe el silencio desde 1998, manteniendo su potencia hardcore cual buenos caldereros que conservan el fuego encendido. Brian Tristan y su proyecto regresaron para firmar como Kid Congo & The Pink Monkey Birds y entregar That Delicious Vice, su primer largo en ocho años en el que un rock directo se encuentra con aletargados pasajes oníricos y sabores percusivos.
Los escoceses de Camera Obscura, después de once años y tras la muerte de Carey Lander, su tecladista, propuso el plácidamente brillante Look to the East, Look to the West, sexto álbum que se integra por canciones pop de amplia mirada, cual almendras azucaradas,bien iluminadas durante los sueños nocturnos de feminismo liberador. Beachwood Sparks entregaron material inédito por primera vez en 12 años vía el Across the River of Stars, viaje en clave country con toques de psicodelia que apuesta por un cierto optimismo, sin despegar los pies de la tierra mientras dura el trayecto por el caudal estrellado de una instrumentación bien oxigenada. Les Savy Fav conectaron intenciones e instrumentos después de casi tres lustros para entregar Oui, LSF, sexto álbum en el que destilan su art punk con mucho corazón sin afanes de renovación.
The Libertines retornaron tras casi una década con el asentado All Quiet on the Eastern Esplanade, cuarto álbum que muestra la natural interacción de sus predecesores, ahora más tranquilos, como si hubieran seguido corriendo juntos en la noche del cazador, reconociendo un panorama más allá de sus angustias personales, en tanto The Black Crowes graznaron de nuevo con Happiness Bastards, entusiasta rock sureño con cuotas funky, gospel y el sello desenfadado de la parvada, ahora felizmente desenvuelta, que no se escuchaba desde hace casi tres lustros. El trío instrumental australiano Dirty Three integró Love Changes Everything, organizado en seis partes tejidas por el violín de Ellis, la guitarra de Turner y la batería de White con algún piano ocasional que ilumina las intrincadas atmósferas.
The High Llamas produjo su undécimo álbum, Hey Panda, llamado en clave de popart con esencias retro delicadamente labradas que los vuelve a poner en la palestra tras ocho años de silencio, con todo y la participación de Bonnie ‘Prince’ Billy. El veterano compositor de Surrey Nike Lowe, también remitiéndose a estética sesentera y con colmillo afilado para la elaboración de piezas evocativas y reconfortantes, grabó Indoor Safari junto con Los Straitjackets y así marcar su vuelta a la escena después de más de una década, en tanto veinte años después de darse a conocer con su grupo Ella Guru, John Canning Yates decidió que era tiempo de compartir su música e integró The Quiet Portraits, plagado de estampas ensoñadoras de orientación melódica que terminan por abrazarnos en la intimidad, en tanto el ex-Girls Christopher Owens, casi una década después, canceló el silencio con I Wanna Run Barefoot Through Your Hair, conservando la esperanza de quien anda descalzo, guitarra bien conectada en mano, dentro de un mundo plagado de acechantes tragedias y dificultades.