lunes. 23.06.2025
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Tachas 615 • Las oscareadas • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

No Other Land (2024)
No Other Land (2024)
Tachas 615 • Las oscareadas • Fernando Cuevas

Como no sucedía hace varias entregas, esta vez coincidí con los reconocimientos de la academia estadounidense a las películas que se llevaron la estatuilla. Una breve mirada a los cuatro largometrajes que terminaron con el Oscar en sus manos.

El activista palestino Basel Adra y el periodista israelí Yuval Abraham, ayudados por Hamdan Ballal, realizaron el imprescindible y oportuno documental No Other Land (2024), justo en tiempos donde el pueblo palestino sufre el asedio del gobierno israelí como desproporcionada respuesta tras el ataque del grupo terrorista Hamás: como suele suceder, pagan inocentes. El filme retrata la forma en la que el ejército israelí desplaza a la gente de Masafer Yata, Cisjordania, y destruye sus casas, ante la mirada dolorosa e impotente de los pobladores: Adra empezó a grabar desde 1999, siendo un niño, la compleja situación de su aldea y ahora, con el apoyo de Abraham, lograron dar a conocer con mayor profundidad las acciones y consecuencias de la ocupación criminal israelí. La presentación de una realidad dolorosa que plantea, sin embargo, la esperanza de que personas de ambas naciones puedan construir juntos otro tipo de relación.

Por su parte, Walter Salles (Terra Estrangeira, 1995; Estación central, 1998; Detrás del sol, 2001; En el camino, 2012) consigue crear un retrato cercano, crítico y emotivo de la dictadura en el Brasil de inicios de los años setenta (mientras su selección de fútbol se coronaba en México), visto desde una familia que sufre un crimen de estado: Aún estoy aquí (Brasil-Francia, 2024) se basa en el texto que Marcelo Rubens Paiva escribió sobre la lucha de su madre para conocer el destino de su esposo, capturado ilegalmente por apoyar a grupos opositores. Además del certero tono denunciatorio, el filme consigue introducirse en la dinámica familiar y las consecuencias del trágico suceso, puntualizando qué se dice y qué se calla, así como capturar los sentimientos de la época y los procesos culturales, particularmente el encuentro de la música local y la llegada de sonidos de otras partes. La gran actuación de una convencida Fernanda Torres termina por redondear esta cinta que se entromete en el horror de las desapariciones forzadas y abre una ventana de esperanza para que llegue la justicia.

Ubicado dentro de la vertiente del cine independiente estadounidense, Sean Baker ha retratado contextos y personajes usualmente marginados que, lejos de victimizarse, luchan por mantenerse a flote dentro de situaciones adversas (Four Letter Word, 2000; Take Out, 2004; Prince of Broadway, 2008; Starlet, 2012). Con Anora (EU, 2024) vuelve a introducirse en el mundo de las y los trabajadores sexuales (Tangerine, 2015; El proyecto Florida, 2017; Red Rocket, 2021) para seguir la relación que establece una joven que trabaja en un club nudista con un junior ruso, especie de cuento de princesas que transita de la comedia romántica con tintes de humor negro al drama realista, proceso que se acompaña por un cambio de apuesta visual que nos permite dar cuenta de la personalidad de la protagonista (Mikey Madison, luminosa), capaz de integrar una fuerza resolutiva con una cierta inocencia: la colorida ilusión se va transformando en una grisácea realidad, salvo por un gran e inesperado personaje que termina por comprenderla.

La muy grata sorpresa llegó desde Letonia. Dirigida por Gints Zilbalodis, Flow (Letonia-Bélgica-Francia, 2024) es una onírica aventura animal de vínculos impensados, animada con preciosismo contrastante y realista sonorización. Poética visual de inundaciones afectivas en un entorno libre de humanos, donde florece la ayuda al distinto para elevarse al cielo, tal como lo hace el ave secretaria, incluso enemistándose con los de su especie para apoyar a los diferentes, en especial al cauteloso gato negro que logra crear vínculos con un lémur, un capibara y un perro, también separándose de los suyos, que buscan sobrevivir a bordo de un barco sin destino definido dentro de un mundo en plena transformación acuática, incluyendo la aparición mágica de una enorme ballena que pareciera formar parte de esta nueva realidad en la que habrá que fluír para alcanzar algún refugio seguro, una vez que la casa de origen ha quedado sola, apenas con las figuras felinas en proceso de elaboración. No hay diálogo sino mucha comunicación para celebrar las diferencias y superar los propios temores y las dificultades del entorno.




 

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