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Tachas 616 • Discos 2024 [III]: 60 álbumes en clave femenina • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

The Collective, Kim Gordon
The Collective, Kim Gordon
Tachas 616 • Discos 2024 [III]: 60 álbumes en clave femenina • Fernando Cuevas

Un recuento de algunos discos firmados por mujeres de distintos géneros y enfoques que se publicaron el año pasado. Disfrutemos el festín.

Sacerdotisas

Un par de tocayas veteranas pusieron su amplio colmillo para producir sendas maravillas: retomando La casa de caramelo de Jennifer Egan y su mirada a la memoria en la sociedad interconectada, The Collective marcó el regreso tras cinco años, siempre revulsivo, de la influyente ex Sonic Youth, Kim Gordon, con sus reconocibles lances noise aún atravesando vetas de riqueza sonora, mientras que Kim Deal, ex Pixies, The Breeders y The Amps, se lanzó en solitario por primera vez para rockear reposada y convencidamente, según la ocasión, con Nobody Loves You More, justo para correr al ritmo del Big Ben ante semejante llamado para asegurar el sentido de pertenencia o al menos aprovechar el efímero momento. La francesa ex Stereolab y Monade, Laetitia Sadier, entregó Rooting for Love, aventurándose a construir escenarios extrañamente familiares con decorados avant pop y sonidos sesenteros de su patria: todo sea por apoyar al amor.

La ex Belle & Sebastian, Isobell Campbell, entregó el pausado y reverencial Bow To Love, cual remanso folk en un mundo convulso, en tanto Jane Weaver propuso Love in Constant Spectacle, duodécimo álbum de confirmación creativa entre texturas oníricas y ganchos armoniosos. Desde el país de la hoja de maple: originaria de Ottawa, Myriam Gendron destiló su intemporal folk en Mayday, recordando a su madre recién fallecida, conservando su apuesta ecológica a través de su canto comprometido y compartiendo emociones múltiples, como la necesidad de apoyo; de Montreal, Kaia Kater y su lúdico banjo probaron con Strange Medicine, cruce de tradiciones que encuentran un espacio para la actualización de contenidos sociales. 

Beth Gibbons tejió el soberbio Lives Outground, en el que la compositora y vocalista de Portishead encuentra ese pequeño espacio de belleza en el dolor de la pérdida con esa particular sensibilidad que se acompaña de armonías subterráneas, justo para encontrar la superación de la tristeza: de los grandes del año. All Born Screaming fue el aporte siempre atrevido y punzante de St. Vincent, anunciando detalladamente la cercanía del infierno con esas vocales cargadas de sentimiento, también cantando versiones en español, en tanto  Cassandra Jenkins sacó la iluminación con My Light, My Destroyer, acaso para paliar la soledad a partir de una lúcida combinación de géneros, como lo hace Alynda Segarra, bien conocida como Hurray for the Riff Raff en el memorioso y reflexivo The Past is Still Alive, grabado tras la muerte de su padre en tono sensiblemente retrospectivo.

TAUMATURGAS

La maternidad como inspiración: Julia Holter comparte su experiencia con su hija recién nacida en Something in the Room She Moves, poniéndose en plan de observadora a través de un intrigante avantpop aderezado con notas de folk y jazz libre, mientras que Laura Marling, convertida en madre, le canta a las rutinas hogareñas en completo tono intimista vía Patterns in Repeat, entre cuerdas discretas y un rasgueo de guitarra que acompaña a una voz que encuentra belleza y cierto dejo de inquietud al fin reconocible, familiar, mientras que Jessica Pratt realizó Here in the Pitch, meticuloso cuarto álbum en el que comparte desmoronamientos y posibilidades de reconexión a través de instrumentaciones discretas que transitan alrededor de su vocal segura, prístina y sin aspavientos, de alcance atemporal. 

En Bright Future, la líder de Big Thief Adrianne Lenker talla un folk boscoso, de maderas finas, para reconocer la casa con todo y sus tristezas pero sin dejar de vislumbrar la luz que ilumina el camino para llegar a esos tesoros libres, mientras que en Tigers Blood, la ya consolidada cantautora Waxahatchee, repasa los avatares de las relaciones y sus trampas para continuar vivas, entre el aburrimiento y la estabilidad, desde un efusivo alt country al que contribuyó MJ Lenderman, mientras que la británica Nilüfer Yanya hace lo propio en My Method Actor, su tercer disco en el que, guitarra en mano cuestiona los papeles asumidos, entre rítmicas que se encienden con discreción o disminuyen la velocidad según los llamados de una guitarra mutante que se entreteje con algún chelo o un sintetizador.

En su tercer largo, Clairo propone un adornado pop con estética setentera vía Charm, salpicado de ironía y buen humor, además de discretas armonías souleras. La compositora y violinista danesa Astrid Sonne nos regaló Great Debut, también su opus tres, en el que recorre varias incertidumbres con una mezcla de art rock, juegos avant garde de cuerdas y apuntes electrónicos cercanos al dub, ahora animándose a poner su voz, ya sea cantando o recitando, según el enfoque de las piezas.  La cantante, chelista y compositora Mabe Fratti, guatemalteca asentada en México, produjo Sentir que no sabes, pop con lances experimentales cercanos al avant jazz que acompañan la poética diversa, entre un enfoque de cierta gravedad, por momentos vulnerada por algún haz de luz para encontrarse con el conocimiento sensible. 

HECHICERAS

La ex bajista de Goat Girl, Naima Bock, nos regaló Below A Massive Dark Land, su segundo disco individual en el que plantea arreglos que parecen ir emergiendo del subsuelo para buscar oxígeno y encontrarse con la comunidad participante en el desarrollo de las canciones en clave folk. Con teclados gélidos y rítmica insistente que sostiene una vocal decidida, Filthy Underneath fue la contribución de la británica Nadine Shah, retomando elementos del postpunk, en tanto Claire Rousay aborda las confusiones afectivas en Sentiment, tratado con soportes electrónicos que parecen intervenir la acústica del temor, la angustia y la dificultad para relacionarse, apenas sostenida por cuerdas inciertas, en tanto, el hermoso Keeper of the Shepherd, de siete piezas y firmado por la folkie Hannah Frances, abre la mirada a campos intrigantes y luminosos a la vez.

Con toda la energía soulera salpicada de una discreta psicodelia, Lady Blackbird conjuró a nuestro favor para regalarnos el pronto reconocible Slang Spirituals, impecablemente armonizado, mientras que Joan As Police Woman recurrió al R&B en feliz encuentro con el soul y el pop para despertar pasiones suavemente con Lemons, Limes And Orchids, elegantemente producido y listo para escucharse a media luz, en tanto que la integrante de Alabama Shakes, Brittany Howard, lanzó el cuestionador What Now, segundo disco firmado por ella por el que surcan música de raíces pero ahora buscando rutas que se bifurcan por instrumentaciones robustas para indagar, justamente, qué sigue. 

El distinguido y juguetón R&B que se disemina por Ten Fold de Yaya Bey, representó una nutritiva pieza para la continuidad de un género que no deja de hacerse presente, mientras que Kali Uchis retomó la flor nacional de sus orígenes colombianos para bautizar a su álbum: Orquídeas florece entre rítmica latina y apuntes de R&B, mientras que la haitiana-estadounidense Leyla McCalla, ex Carolina Chocolate Drops, realizó el vibrante Sun Without the Heat, integrando ecos caribeños y rítmica afropop a melodías evocativas y letras con su respectiva carga política. Musow Danse fue la contribución de Les Amazones d'Afrique, el brillante colectivo integrado por pura luminaria en clave femenina, aquí reforzando su condición con un afropop inyectado en canciones celebratorias para la mujer.

A través de Undressed at the Symphony, la originaria de Atlanta, Faye Webster, comparte vivencias con desparpajo como la que dio origen al título del álbum (cuando fue a ver a la sinfónica de su ciudad sin vestimenta apropiada), sostenidas por un indie rock de melodiosa concepción, enfoque que igual aparece en Don’t Forget Me, tercera apuesta petitoria de Maggie Rogers que se confiesa cansada de soñar y lista para las novedades, tras reflexionar sobre las experiencias vividas por medio de un pop con destellos psicodélicos y de un country familiar. En tanto, Rosali discurrió con su folk pop asuntos serios pero con un canto relajado, generador de confianza que se desliza en Bite Down, aventurando ciertos pasajes rockeros.

BRUJAS

La cantautora de Illinois y parte del grupo MUNA, Katie Gavin, se presentó en solitario con What A Relief, cuidadoso indie pop que parte de la experiencia personal sobre la construcción de vínculos y sus consecuentes dificultades, mientras que The Linda Lindas desplegaron su rock entusiasta en No Obligation, llamando a la liberación al menos momentánea. Chelsea Wolfe le puso drama gótico con toques punk a su She Reaches Out to She Reaches, vehículo cargado de tensión para la expresión liberadora del dolor. La angloespañola Alondra Bentley creó La materia con su apuesta pop barnizada con un folk de casa que se entromete entre soles escondidos y bosques ancestrales, mientras que Anari, cantautora vasca, propuso Giza Zarata con toda la necesaria gravedad del caso y los énfasis claramente definidos, entonados en euskera. Le Parody produjo Remedios, salpicado de una electrónica confrontativa y al mismo tiempo integrativa de sonidos y miradas. 

Por su parte, Dora Morelenbaum, miembra de la banda carioca Bala Desejo, desliza en Pique una feliz combinación de los sonidos de su tierra con escapadas jazzísticas envueltas en R&B. Bajo el nombre de Daga Voladora, Cristina Plaza volvió a la escena con Los manantiales, denotando desde el primer corte que ella es la reina en esta ciudad de borbotones pop. Ahora en formato de dueto, Hinds parece buscar nuevos derroteros en un rock más pulido, con todo y la presencia de Beck, y una nueva declaración de propósitos, desde el automotivante título del disco: Viva Hinds. Desde la provincia de Barcelona, Joana Serrat entregó Big Wave, ahora sólo con canciones en inglés y con tendencia un poco más rockera, en tanto Lucy Rose produjo el solvente This Ain´t the Way You Got Out, bien acompañada por un piano acompasado. Desde Portland, Haley Heynderickx sembró su folk independiente en su opus 2, Seed of a Seed, viaje a la semilla, mientras que Katy J Pearson compartió su pop folk de discreta esencia alternativa en el confirmatorio Someday, Now.

El banquetero electropop cochambroso encontró en el multimencionado Brat a su mejor exponente, cortesía de Charli XCX, ironizando desde la pista sobre el oropel de la fama y otros males endémicos del mainstream, siendo ya parte de él, como Sabrina Carpenter y su pegajoso pop desparramado en Short n’ Sweet, álbum que se convirtió en todo un suceso dentro del ámbito masivo con el sello ex Disney. Billie Elish, por su parte, grabó Hit Me Hard and Soft, tercer álbum de confirmaciones estilísticas y reconocimiento de la presencia permanente de las rupturas. Girl With No Face fue la propuesta electropop de la canadiense que sí gusta dar la cara, Allie X, de bienvenida dinámica y marcada herencia ochentera.

60 discos para darse un diverso banquete sonoro en clave femenina.


 

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