Siempre ha existido gente hipócrita 
Que lanza la piedra mientras esconde la mano,
Pero tú, la de ese ingrato corazón, 
Duro como si de piedra estuviera hecho
Vives encerrada a piedra y canto 
Sin que me socorra ninguna fórmula mágica 
Para abrirme camino hacia ti 
Y por más que digo “ábrete sésamo”,
Nada se abre, y tal vez por ello sigo aquí
Sin tener el valor bíblico para arrojar 
La primera piedra y derrumbar al monstruo
De tu indiferencia, fuerte como el gigante filisteo;
Mientras mi otro yo afanosamente busca la piedra 
Que desecharon los albañiles,
Esa piedra angular, piedra de toque,
Que no se parece en nada a la sorprendente 
Piedra filosofal y menos aún a la piedra 
De moler maíz para hacer la masa para las tortillas 
Que nos saciará el hambre. 

Otros buscan, al mismo tiempo y por todos los rincones 
La piedra de afilar, pues ya les estorban las barbas 
Que viendo al vecino con pinta de vago han puesto a remojar;
Otros, tal vez más soñadores, mientras tanto buscan 
La piedra que según dicen tritura el tiempo
Y lo vuelve un calendario, o tal vez se trate de un ejemplar 
Del almanaque Bristol en el que se puede consultar el clima, 
Las fases de la luna, la historia universal 
Y los eventos fortuitos que nos deparará la suerte y el cruel destino.

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