jueves. 18.04.2024
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CON EL DESARMADOR EN LA MANO

Con el desarmador en la Mano • Joven alma crédula, de Massimo Bontempelli • Esteban Castorena Domínguez

Esteban Castorena Domínguez

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Con el desarmador en la Mano • Joven alma crédula, de Massimo Bontempelli • Esteban Castorena Domínguez
Con el desarmador en la Mano • Joven alma crédula, de Massimo Bontempelli • Esteban Castorena Domínguez

 

El discernimiento entre la realidad y la ficción es uno de los temas más recurrentes en la literatura. Esta disyuntiva se manifiesta en la contraposición de elementos como el sueño y la vigilia, la locura y la cordura. En géneros como la literatura fantástica y la ciencia ficción, este tema encuentra una tierra fértil, pues las cualidades especulativas de estos géneros permiten al autor valerse de elementos mágicos, sobrenaturales o tecnológicos para la construcción de tramas en las que los personajes (y el lector) no pueden estar seguros de lo que es verdadero o falso.

La literatura fantástica se vale de elementos como la aparición de fantasmas o la construcción de un doble. De este último, la ciencia ficción tiene un equivalente a través de los autómatas o los androides, es decir, robots o máquinas que son prácticamente indistinguibles de un ser humano. E.T.A. Hoffman usa el término autómata para llamar a Olimpia en su cuento “El hombre de arena”, Philip K. Dick. Volvió famoso el término androide luego de la publicación de su novela ¿Sueñan los androides con la oveja eléctrica?

 

Desde el minuto 14:25 inicia una interacción entre humanos y dos de los androides más avanzados hasta el momento. Uno de los androides es una réplica de Philip K. Dick.

 

En el universo distópico de K. Dick una crisis nuclear ha terminado con los animales, por lo que la mayoría de estos han sido suplantados con androides. Entre las personas también hay máquinas. A Rick Deckard, el protagonista de la historia, le es encomendada la tarea de cazar a un grupo de androides Nexus-6, un modelo tan reciente que resulta indistinguible de un ser humano. Estos autómatas, cabe decir, llegaron a la tierra luego de escaparse de una colonia en otro planeta.

Es muy curioso notar que Massimo Bontempelli, algunos años antes de K. Dick, escribió un cuento (y posteriormente una obra de teatro) en el que abordó el tema de los androides valiéndose de elementos muy similares a los que hay en la novela del autor norteamericano. Massimo Bontempelli, sin embargo, explora estos temas no desde la óptica de la ciencia ficción ni plantea un universo distópico. El autor italiano se atiene a los lineamientos del “realismo mágico”, un movimiento literario que el propio Bontempelli impulsó durante la primera mitad del siglo XX en Italia.

A diferencia de otras corrientes como el surrealismo, Bontempelli se propuso encontrar la magia en la realidad misma, sin que hubiera necesidad de modificarla con un elemento ajeno a esta. Probablemente en este punto ya hará surgido la pregunta de si el realismo mágico italiano es igual que el realismo mágico latinoamericano. Ambos tienen sus similitudes y, sin lugar a dudas, uno se permeó en otro. La constante que tienen, sin importar su origen, es la exploración del ser humano y cómo este interpreta la realidad, tal como se muestra en “Joven alma crédula”.

El relato inicia in media res, en la mitad de la acción. Un personaje cuenta en primera persona que Rene Clamart le encomendó que hiciera compañía a Minnie durante un paseo a las orillas del río Sena. No es posible saber quién es cada uno de los personajes, qué es lo que quieren o qué hacen en París, eso se va revelando poco a poco a medida que avanza la lectura. El relato inicia en el paseo y en cómo la chica se siente atraída por una cisterna llena de peces. Minnie resalta lo hermosos que resultan los animales, el narrador, responde con serenidad: “Sí, están bien hechos”.

Minnie se extraña con la respuesta, replica que su acompañante habla de los peces como si se tratara de objetos que se hacen con las manos. El narrador, entonces, le explica que efectivamente habla así de los animales porque se trata de peces falsos. La chica se sorprende, mira los peces una y otra vez.

La mayor parte del relato se desarrolla a través del diálogo. En la conversación entre la chica y el narrador, se puede ya intuir que Rene y quien nos cuenta la historia son intelectuales y/o artistas. Las acotaciones, todas surgidas desde la perspectiva del narrador, van agregando información sobre la chica. “Como todas las personas simples, Minnie se maravillaba con facilidad; su alma era incapaz de albergar incredulidad”.

A continuación el narrador empieza a dar detalles sobre la manufactura de los peces. Se mueven con electricidad, están programados para comportarse como sus pares verdaderos; incluso si las máquinas mueren, estas se pudren como si fueran peces reales. La chica se dispone a tocar el agua, pero inmediatamente le advierten que podría estar electrificada. En eso, Rene Clamart entra en escena y el narrador agrega [Rene] “me conocía bien, conocía aún mejor a Minnie y en seguida se prestó a la broma”. Los dos hombres juegan con la chica y la hacen creer que, efectivamente, los peces son máquinas.

Tanto Philip K. Dick como Bontempelli se valen de los animales para plantear la existencia de los androides. Ambos autores, posteriormente, desarrollan el tema de forma tal que la similitud de la máquina con un ser biológico se extiende también a los seres humanos.

Rene Clamart y el narrador llevan la broma más allá y siguen jugando con Minnie. La hacen creer que además de animales, la empresa que creó a los autómatas hizo también seres que son indistinguibles de un ser humano verdadero. “Pocos días después de haberlos fabricado”, le dicen, [los autómatas] “se escaparon del laboratorio”. El escape según le afirman, ocurrió ahí mismo en París y desde hace un año nadie sabe del paradero de las máquinas.

El escape de los androides es otra coincidencia con la obra de Philip K. Dick, pero esta idea compartida entre los autores tiene sentido, lo que asusta de estos seres es la posibilidad de que estén entre los humanos y sea imposible saberlo. En la distopía del autor norteamericano los androides efectivamente existen, mientras que en “Joven alma crédula” estos sólo son reales en la mente de Minnie. Su obsesión con la presencia de las máquinas la vuelve paranoica. Llega un momento en que, aun si le revelan que todo fue una broma, ella está convencida de que los autómatas son reales.

Para Massimo Bontempelli, entonces, lo mágico de la realidad se encuentra en la percepción que de ella se tiene. Esta idea es la que se permeó en los guiones neorrealistas de Cesare Zavattini y que llegó así hasta autores como Gabriel García Márquez, el referente más conocido de realismo mágico latinoamericano. Un relato como “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”, se vale de la misma convicción en el pensamiento de los personajes para que la magia ocurra. En el cuento del autor colombiano, la idea de que algo malo ocurrirá es lo que finalmente provoca que algo suceda en el pueblo. En el caso del relato de Bontempelli, la idea fija que tiene Minnie sobre la existencia de los autómatas es lo que brinda al autor la posibilidad de llevar a su personaje hasta terribles consecuencias.
 

Si quieres leer el cuento, lo encuentras aquí.

 

 

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Esteban Castorena (Aguascalientes, 1995)
es Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Por su trabajo como cuentista ha sido becario del Festival Interfaz (2016), del PECDA (2016) y del FONCA (2018). Su obra ha sido publicada en diversos medios impresos y digitales. Gestiona un sitio web en el que comparte sus traducciones de literatura italiana.

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