Opinión • Confianza II • David Herrerías
“La confianza es un cálculo, en el que las personas van «soltándose» en la medida que sienten estar en un entorno seguro.”
En nuestra entrega anterior hicimos referencia al “Índice de Confianza” que en el 2022 publicó IPSOS. Preguntaron a la población de 30 países: ¿Diría usted que, por lo general, se puede confiar en la mayoría de la gente, o que nunca se es lo bastante prudente en el trato con los demás? Y comentábamos que nuestro país está muy por debajo del promedio, con sólo un 23%.
La confianza en las personas e instituciones es un ingrediente fundamental en la construcción de la paz. ¿Qué podemos hacer para recuperarla? Gran parte de la confianza social se construye desde la acción gubernamental y los grandes actores políticos, pero otras corresponden a sectores más amplios de la sociedad.
Uno de los factores que minan más la confianza es la cultura política basada en la destrucción de la imagen del adversario, como recurso para avanzar. En palabras llanas, las campañas de lodo que se anteponen al razonamiento. Cuando se construyen narrativas para enlodar a otras personas e instituciones se inician escaladas de desprestigio en las que al final nadie queda bien parado, y la conclusión general es que “ya no se puede confiar en nadie”. En Guanajuato lo estamos viviendo con el caso del FIDESSEG, en el que se está minando la confianza, a través de una campaña sucia basada en filtraciones mañosas a la prensa, no sólo en el mecanismo que se quería desaparecer, sino en las asociaciones filantrópicas en general.
Y en esas minas que socavan los cimientos de la confianza participamos de forma destacada quienes tenemos acceso a los medios de comunicación, cuando —por la necesidad de tener el encabezado de la semana, o incluso por ímpetus justicieros– acusamos y ponemos en la picota a personas e instituciones sin tener pruebas suficientes.
También es fundamental contar con un Estado de derecho, un sistema en el que las personas sepan que pueden confiar en que los demás cumplan con su parte, porque si no lo hacen habrá un estado suficientemente fuerte y capaz de hacer que los infractores se hagan responsables de sus faltas. La confianza es un cálculo, en el que las personas van “soltándose” en la medida que sienten estar en un entorno seguro.
Pero hay otros factores que destruyen la confianza, y que están en la cancha de toda la ciudadanía. Numerosos estudios demuestran que las sociedades más equitativas tienen mayor confianza. Las personas que década tras década ven frustradas sus esperanzas de mejorar, no tienen incentivo alguno para confiar en las intenciones, ni de los políticos ni de los empleadores, pues naturalmente ven a ambos como predadores. La inclusión de todas las personas en las decisiones que las afectan es también un factor importante para fomentar la confianza, desde el ámbito familiar, organizacional y político, porque fomenta la transparencia y la sensación de ser tomados en cuenta.
No es un camino fácil, pero no hay de otra. Mi petición a los Reyes Magos es que podamos construir un gran pacto social para hacerlo.