viernes. 24.01.2025
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Opinión • Confianza • David Herrerías

“…dicho en términos coloquiales, es la creencia de que mis congéneres no se van a aprovechar de mi en cuanto me distraiga…”
Opinión • Confianza • David Herrerías

Hay un valor social al que por lo general se presta poca atención, que es la confianza interpersonal. La confianza, dicho en términos coloquiales, es la creencia de que mis congéneres no se van a aprovechar de mi en cuanto me distraiga. Y su cultivo es fundamental, porque, en palabras de la filósofa Sissela Bok, la confianza es “la atmósfera en que prospera todo aquello que importa a los seres humanos”. La empresa internacional de investigación de mercados IPSOS reporta en 2022 un “índice de confianza” en 30 países, preguntando a la población: ¿Diría usted que, por lo general, se puede confiar en la mayoría de la gente, o que nunca se es lo bastante prudente en el trato con los demás? En promedio, solo el 30% de las personas considera que se puede confiar en los demás. Hay, desde luego, diferencias: entre los chinos y los indios, el 56% considera que puede confiar en la mayoría de sus vecinos. Los siguen Países Bajos, Suecia, Arabia Saudita y Gran Bretaña en el orden del 43 al 48%. El país latinoamericano con más confianza en sus congéneres es Argentina, con 25%, seguido de México, con solo 23%. Brasil es el peor país de este listado, con solo el 11%.

Hay datos curiosos cuando se disgregan las respuestas por grupos. Por ejemplo, las personas que tienen más estudios tienen más confianza que las que tienen menos; los casados más que los solteros; los viejos más que los jóvenes. Y otro asunto interesante, es que las personas que confían más en los demás, también se consideran a sí mismas más felices.

Pero, más allá de ser una colección de datos curiosos, el asunto es muy importante para la construcción de la paz y la justicia. Tiene una relación de interdependencia con la confianza en las instituciones, porque los países que tienen instituciones que la ciudadanía percibe como respondientes seguros frente a la vulneración de sus derechos, fomentan la confianza entre los ciudadanos, puesto que las relaciones humanas se dan en un marco protegido. Al mismo tiempo, las comunidades civiles que se tienen confianza se organizan más fácilmente y son capaces de gestionar acciones de control que fomenten instituciones públicas más confiables. Un círculo que puede ser virtuoso… si se tienen los ingredientes de la receta.

En México no solo tenemos un índice de confianza muy bajo (la mitad de China), sino que está bajando. No solo es que desconfiemos del carnicero o el mecánico, sino desconfiamos de las instituciones públicas y de las privadas. Y la polarización creciente va minando cada vez más la confianza y obstaculizando la labor de cualquier institución, incluso la de las organizaciones de la sociedad civil.

Recuperar la confianza es una tarea fundamental en la construcción de la paz, y no es una tarea fácil en las condiciones actuales de encono y desencuentro. Empecemos por nombrar el problema, reconocer su importancia, y en mi siguiente entrega prometo aventurar algunas posibles líneas de trabajo.