domingo. 29.06.2025
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24/12/19

Va a nacer el Maestro

“No sólo hay que poner el Nacimiento. Renacer es parte del proceso de vida, la cual es imperecedera por virtud del Amor.”

Va a nacer el Maestro

Cada semilla, antes de echar raíces y dar frutos,
 tira capa por capa hasta que puede dar lo que trae dentro.
Esto es el fruto de la divinidad, ese aliento dado por Dios.

La Naturaleza.

 

¿Has tenido realmente alguna vez un verdadero maestro?

Todavía, un poco o un mucho de humildad se requiere para darnos cuenta conscientemente de que todo es uno. Nos la pasamos divididos en facciones, no vemos cuán maravilloso es cada amanecer y cada dormir, porque aun lo que no cura la Luz, lo restaura la oscuridad.

Un maestro que te vea como una joya que eres, un diamante en bruto que bien puede pulirse para darle un brillo magnífico.

Pero la pregunta fundamental sería: ¿Soy yo un verdadero maestro?

Existen muchos tipos de maestros. Hemos tenido profesores a quienes hemos rechazado; algunos nos han dejado apenas huella, seguramente porque nos encontrábamos muy ensimismados en la nada dividida; y por supuesto, también hemos tenido algunos que han sido especiales, siendo por ello gratamente recordados.

Así, por encima de ellos y por debajo de nosotros mismos, puede llegar a surgir ese maestro único, quien aparte de enseñarnos sus asignaturas correspondientes nos habrá enseñado a vivir, lo mismo que otros nos habrán enseñado a morir. En ambos casos, es la enseñanza de la vida.

Sí, verdaderamente hemos tenido mucha suerte con quienes nos han enseñado que vivir y morir no son más que sinónimos de un mismo todo, absurdos de la misma nada, ya que la vida no es más que muerte, y la muerte no es más que vida.

Han sido los más preclaros ejemplos del único bien que existe: el amor. He aquí el Gran Maestro, maestro de maestros que jamás se olvida; de hecho, mora en nosotros.

En el transcurso de la vida vemos cómo la salud va empeorando, y digo la salud y no la sabiduría, porque ésta última va a más. Casi a punto de desmoronarse en la nada, manifiesta una proyección increíble del todo. Ese es el maravilloso epílogo que brindan las canas, preludio quizá de la muerte. No olvidemos que el sistema de creencias desaparece a la muerte, como si ésta no fuera parte de la vida.

Una breve sugerencia: si has puesto el Nacimiento para quitar lugares en tu mesa, es decir, si quitaste a la tía que no te llamó en tu cumpleaños, a los amigos que no se han comunicado, al hermano que se casó con quien quiso y no te cae bien su esposa, al abuelo que al perder la vista se puso muy enojado, o a tu hijo gay que te parece demasiado gay… respetado será que quites sus lugares en torno de tu mesa, pero entonces quita también el Nacimiento del lugar privilegiado de tu hogar, ya que el Maestro aún no ha llegado a ti y, por tanto, no tiene sentido poner su alegoría.

Permitirse vivir es permitirse morir. Amarse los unos a los otros o morir. Cuando aprendes a morir, aprendes a vivir. Al efecto, se puede decir que cada uno de nosotros, al menos el 90% de los mexicanos, hemos puesto el Nacimiento sin asumir que éste es sólo una alegoría del renacer del corazón limpio y propio, el corazón que ama lo verdadero y, por lo cual estamos impulsados a lo más importante de la vida: aprender a dar amor y, para ello, dejarlo radicar en nuestro interior. No sólo hay que poner el Nacimiento. Renacer es parte del proceso de vida, la cual es imperecedera por virtud del Amor.