Nuestro feliz idioma

"El estudio del español, inglés, francés, portugués brasileño, coreano, ruso, indonesio y árabe, encontró que el español tiene más palabras positivas de las cuales echar mano"

Nuestro feliz idioma

Una nota en portugués (no lo hablo, pero sus vocablos y estructura gramatical no son muy diferentes del español) asegura que es la segunda lengua con más palabras positivas: el primer lugar lo ocupa el idioma español.

La nota, publicada por el sitio web Boas Notícias (Buenas noticias) da cuenta de un estudio realizado por la Universidad de Vermont, en los Estados Unidos. Un grupo de investigadores decidió estudiar diez idiomas del mundo para validar o desmentir los postulados de Bouchet y Osgood, también norteamericanos, en el sentido que los seres humanos en general recurren más a términos positivos que a negativos. El estudio del español, inglés, francés, portugués brasileño, coreano, ruso, indonesio y árabe, encontró que el español tiene más palabras positivas de las cuales echar mano, seguido por el portugués. «El equipo hizo dos tipos de valoraciones: primero definió cuáles eran las palabras más utilizadas en cada lengua, después hizo una evaluación de la interpretación (positiva o negativa) de los usuarios a través de las palabras más usadas».

Y eso, ¿qué importancia podría tener más allá de lo anecdótico? Disponer de mayor número de vocablos positivos facilita una comunicación igualmente positiva entre individuos: asertividad. Esta no solo se entiende como una afirmación (el diccionario oficial así define este vocablo), sino como la actitud: «Es (…) una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia» (Wikipiedia, en línea).

La única limitante está en que el propio usuario del idioma rechace las alternativas positivas del lenguaje por dar preferencia a palabras negativas. En ese contexto, crea condiciones ríspidas, agresivas y de deterioro de las relaciones interpersonales. Es decir, genera rabia, culpa o malestar. Si, además, ese individuo es jefe de familia, entonces empieza a inducir el vocabulario familiar. Así los hijos crecerán dando preferencia a palabras negativas sobre las positivas.

Nuestros sentidos solo recogen datos. El cerebro es el que da coherencia a esa información proporcionada por los elementos de nuestro cuerpo que interactúan con el ambiente. El tacto, el oído, el olfato, el gusto y la vista son los encargados de recoger la información para que el cerebro la procese. A partir de la experiencia, el cerebro va dando sentido a todo el conjunto de información. Las palabras (sonidos también representados en grafías, acorde a la cultura donde se desarrolla el individuo) se vinculan a sentimientos y experiencias. Asociar la palabra ‘rosa’ a una experiencia, por ejemplo, da al cerebro la oportunidad de recrear imágenes y olores, en primera instancia. Si esa experiencia con la rosa fue acompañada del tacto y, eventualmente, el consumo de pétalos; y todo ese conjunto fue gratificante, entonces las experiencias futuras se asociarán a ello. El cerebro echará mano de todos los elementos a su disposición relacionados con ese vocablo. Así, la reacción de un individuo frente a alguna situación que involucre rosas, tomará un rumbo positivo. Entonces, si la experiencia conceptual está más ligada a palabras positivas, habrá más individuos con mejores posibilidades de ser felices, sin sentimientos de culpa por expresar clara y precisamente su pensamiento. Pero si el proceso conceptual del ambiente se formó a partir de vinculación con elementos y palabras negativas, entonces tenemos gente desadaptada.

Los mexicanos casi a cualquier pregunta respondemos de inmediato «no», para dar pauta a una explicación más detallada. Si la evitáramos, se ganaría mucho. Me refiero a dar nuestro punto de vista o explicación, sin tener que ser absolutos en una respuesta tajante de inmediato antecedida por el ‘no’. Eso es parte de la asertividad. Aprovechemos el perfil de nuestro idioma para fortalecernos positivamente. Echemos mano de un idioma que es el más positivo, según esa investigación.