viernes. 24.01.2025
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Parentalidad • Gente de bien • Gaudencio Rodríguez

"¿es verdad que alguien puede convertirse en gente de bien gracias a que en su infancia recibió golpes, castigos, insultos, humillaciones, menosprecio, amenazas, etcétera?"
Parentalidad • Gente de bien • Gaudencio Rodríguez

Son más de dos décadas trabajando en la erradicación del castigo corporal y de los castigos humillantes que aún mucha gente sigue utilizando como medida disciplinaria. 

Algunas cosas se han logrado. Por ejemplo, su prohibición a través de la respectiva reforma en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en el 2021 y la inclusión del concepto de crianza positiva en marzo del presente año, con el respectivo encargo a los tres órdenes de gobierno —municipales, estatales y federal— de implementar las acciones y programas que fortalezcan las competencias parentales de padres, madres y personas cuidadoras.

Sabemos que las leyes por sí mismas no cambiarán las prácticas de crianza, pero sí nos lanzan el mensaje a toda la sociedad acerca de lo que hoy está prohibido y permitido.

Aún son muchas las personas que apuestan por la educación rígida y hasta severa, recurriendo a los castigos físicos y amenazantes, pues, para empezar, aún no se han enterado de su prohibición, y algunas personas que sí están enteradas siguen rebelándose a la normatividad argumentando que el castigo corporal o humillante recibido les fue útil en su formación y los convirtió en “gente de bien”.

Pero, ¿es verdad que alguien puede convertirse en gente de bien gracias a que en su infancia recibió golpes, castigos, insultos, humillaciones, menosprecio, amenazas, etcétera?

No es verdad. Dichas afirmaciones son mitos que se instalan en la subjetividad de la persona que siendo niña o niño sintió dolor, miedo, impotencia y toda una gama de sentimientos desagradables generados por quien más debió protegerle, respetarle y amarle, su padre/madre. Entonces esa pequeña mente necesita construir un relato que le dé sentido a esa experiencia dolorosa. Es su pensamiento autorreferencial sumado a la dependencia a quienes le cuidan lo que le lleva a asumir la culpa y a interpretar como positivo esos castigos y humillaciones —pocas o muchas— recibidas, para después andar por la vida diciendo que dichos tratos fueron benéficos.

Este tipo de tratos no construyen “personas de bien”, o sea, personas éticas, solidarias, respetuosas, libres, igualitarias. 

La “gente de bien” es resultado del buen trato recibido en el largo proceso de educación y crianza, o bien, resultado de haber podido sacudirse las consecuencias de las prácticas de crianza autoritarias, maltratantes.

De acuerdo con la evidencia científica, los métodos violentos, como el castigo corporal y humillante dificultan el aprendizaje de la niña o niño acerca de lo que está bien y de lo que está mal, disminuyen la empatía e incrementan la agresión y las conductas delictivas, entre otras cosas. 

La crianza con buen trato esculpe el cerebro de la niña y niño dotándolo para la ternura, la empatía, el amor, la solidaridad, la colaboración. 

Los métodos violentos, en cambio, producen alteraciones neurobiológicas y trastornos emocionales que le impiden relacionarse con los demás y con su entorno de manera saludable, porque la tensión generada en situaciones de violencia pone en marcha la secreción de ciertas hormonas, tales como, adrenalina y cortisol, cuya liberación prolongada afecta áreas del cerebro responsables de la memoria y la regulación de las emociones, dañando al cerebro de tal forma que inhabilitan al ser humano para la empatía, el respeto y la legalidad. 

Sólo una persona de bien puede contribuir a la construcción de personas de bien.

Decía Aristóteles, “el comportamiento de un hombre de bien se basa en hacer todo bien y bellamente”. Pegarle o humillar a una niña o niño, ni está bien, ni es bello. Los padres/madres o personas cuidadoras que le pegan a su hija o hijo para educarle argumentando que eso les hicieron a ellos sus respectivos padres/madres y gracias a eso hoy son gente de bien, se equivocan; si lo son es a pesar de eso.

Se es gente de bien gracias al buen trato, a la belleza de la crianza amorosa, responsable, respetuosa, inteligente y sensible.