Jaime Panqueva
10:50
01/05/21

Opinión • La muerte y los impuestos • Jaime Panqueva

“El siglo de las luces no sólo advirtió de la ineluctabilidad de los impuestos; también demostró que su abuso es germen perfecto de revoluciones…”

Opinión • La muerte y los impuestos • Jaime Panqueva


Benjamin Franklyn y Daniel Defoe aseveraban por el lejano siglo XVIII que los impuestos eran tan certeros e inevitables como la muerte misma, y por aquel entonces aún no se inventaba el IVA. En estas últimas semanas muchos en México hemos tenido que vernos con el fisco para presentar nuestras cuentas del ISR, y sufrimos en carne propia las cada vez más absurdas y burocráticas disposiciones del Sistema de Administración Tributaria, que han venido a agravarse con este último año de pandemia.

Sí, quizá debo reconocer primero que los avances digitales han facilitado presentar la declaración, pues gran parte de la información se encuentra en las bases de datos de la autoridad fiscal. Pero los trámites y la solución de inconvenientes, errores o aclaración de dudas, traspasa los límites del mundo kafkiano. ¿Alguien ha intentado en los últimos 12 meses comunicarse por teléfono con el SAT? ¿Buscado realizar una cita presencial para renovar su FIEL, porque el sistema nunca avisa antes de que ésta caduque para que pueda hacerlo por vía electrónica (y eso que además de la huella de su iris, de cada uno de sus dedos y de su dirección postal, disponen de su e-mail)?

Tengo la impresión de que la elefantiasis del SAT y de sus sistemas informáticos la vuelven cada vez más ineficiente frente a las personas físicas, y esto se ha vuelto más crítico durante la pandemia. Además, durante estas últimas décadas han creado un léxico propio, y saben abusar de él para enredar a los contribuyentes. Para hablar con el SAT no se necesita sólo de un glosario; hasta María Moliner se queda corta.

El sistema de factura electrónica, que no creo que exista en otro lugar del planeta, está lleno de códigos de actividades absurdos. Es más fácil encontrar uno para comercializar materiales radioactivos o astronáuticos al detalle que para la revisión de textos o presentaciones de libros (estos últimos no existen). Ante la complejidad de los términos y la engañosa sencillez de los formularios, diseñados supuestamente para que no se empleen intermediarios, termina uno preguntándose si en realidad uno presenta una declaración o, al considerar las multas y posibles infracciones, cava su propia tumba.

No estoy en contra de los impuestos. Concuerdo con la sabiduría secular de Defoe y Franklyn, pero el sistema del SAT es demasiado invasivo con el pequeño contribuyente hasta el límite del abuso, porque no permite validar nada fuera de sus tentáculos informáticos. Para el SAT sólo existe la realidad de su Matrix y ello insufla vida al mundo alterno del “con factura o con ticket”.

Eso sí, celebro que durante este sexenio, finalmente el SAT se haya dedicado a cobrar a los grandes contribuyentes las gigantescas sumas que evadían en los sexenios anteriores. Creo que ahí es donde está el dinero que hace falta, y no en los bolsillos de quienes carecen las argucias de la arquitectura fiscal.

Me preocupa que en México lleguemos en unos años al momento que atraviesa por estas semanas Colombia, con graves disturbios en contra de una reforma tributaria aterrizada en pésimo momento. El gobierno de Duque, por presiones de las calificadoras de deuda internacional, buscaba a cualquier costo imponer el 19% de IVA (sí, en ese nivel tienen el IVA) a todo tipo de servicio público y alimentos, que en estos momentos cotizan 0%.

La gente ha salido a la calle a protestar, harta también por las exageradas medidas sanitarias, que tras un año de pandemia aún se escudan en la posible saturación de una capacidad hospitalaria que no fue flexibilizada de forma oportuna. La doctrina del shock aplicada en Colombia con el covid-19 muestra sus costuras, y será puesta a prueba el año entrante en unas elecciones presidenciales con pronóstico reservado.

El siglo de las luces no sólo advirtió de la ineluctabilidad de los impuestos; también demostró que su abuso es germen perfecto de revoluciones. Eso nunca hay que olvidarlo.

Comentarios a mi correo electrónico: [email protected]