«Shark Tank» vs. «El precio de la historia»
Hay dos programas de televisión que hablan sobre negocios, el primero es Shark Tank (Canal Sony) y el segundo, El precio de la historia (History Channel).
Cuánto es auténtico en esos programas y cuánto es actuado, es algo que no discutimos aquí. Lo que nos interesa es la filosofía de negocios que transmiten.
Shark Tank
En el caso de Shark Tank vemos a cinco magnates —cinco tiburones— que escuchan las propuestas de pequeños y titubeantes empresarios. Los invitados presentan su proyecto y tratan de convencerlos de que inviertan en él.
El mismo nombre de Tanque de tiburones manda ya un mensaje: el mundo de los negocios es algo hostil. Es un mundo para gente dura. Si no eres así, te comen.
Vemos a los grandes empresarios hacer preguntas incisivas y, a veces, ridiculizar a los principiantes con una mezcla de arrogancia y sagacidad para los negocios. Y, por supuesto, sin ninguna preocupación por las personas: lo único que importa es hacer dinero.
Espero sinceramente que en la vida real esos empresarios no sean así y, sobre todo, que los jóvenes no los tomen como modelo.
El precio de la historia
Para los que no conocen el programa, se trata de una tienda de empeños a la que van las personas para vender antigüedades u objetos de especial valor, por ejemplo, unos tenis que pertenecieron a Michael Jordan o un revólver de la Guerra Civil.
Aquí la atmósfera es mucho más relajada y amable. Es un diálogo sereno en el que ambas partes se esfuerzan por encontrar un precio justo. No hay ninguna obligación de vender o de comprar. Las personas que acuden a la tienda no se encuentran en un aprieto económico, simplemente están buscando un dinero extra para tomarse unas vacaciones o remodelar su casa.
Quizás eso es lo mejor del programa: las transacciones siempre son libres y justas. Cuando no se llega a un acuerdo, todo termina con un buen apretón de manos y, como suele decirse, “tan amigos como siempre”.
Haciendo negocios entre amigos
Por desgracia, aún no existe un programa con ese nombre. Algunos creen que, para ser un buen empresario o empresaria, no debes tener ninguna otra preocupación que ganar dinero. “La caridad se hace en otras partes, no en los negocios”, oí una vez.
Digámoslo de una vez para evitar malentendidos: los negocios son para ganar dinero. Quien piense lo contrario va a tener una asociación de beneficencia, no un negocio. Y eso es lógico, simple y sencillamente porque, si un negocio no obtiene ganancias, no puede subsistir.
Ahora bien, que no haya negocio sin ganancias, no significa que en los negocios solo se deba buscar tener ganancias. Se puede hacer negocios buscando con sinceridad y desinterés el bien del otro, sea este un cliente, un empleado o un socio, incluso —atención— si eso representa menores ganancias (menores ganancias, no pérdidas).
Una experiencia personal
Hace tiempo fui a Best Buy a comprar un control remoto porque el que tenía ya no servía. Hablando con la dependiente, me explicó que posiblemente mi control remoto aún servía, pero que el problema eran las pilas. Me las mostró, las compré y el control funcionó. Creo que ahorré como un 80% de lo que estaba dispuesto a gastar. Lo curioso es que, desde esa vez y aun viviendo ya en otra ciudad, siempre que puedo compro lo que necesito en Best Buy, en parte, porque me inspira confianza y, en parte, por gratitud.
Como dice Carlos Llano Cifuentes, ser honrado y buscar el bien del otro en los negocios, no te asegura que vayas a ser más rico, pero sí te asegura que vas a ser mejor persona.
Además, cuántos negocios han podido desarrollarse gracias a que comenzaron sin un interés exclusivo en las ganancias: el papá que le compra a su hijo los insumos, aun no siendo los más baratos; el hermano que le presta a otro hermano y no le cobra intereses porque “entre hermanos no se cobran intereses”; el suegro que le pone una fábrica al yerno, etc.
Lo que quiero decir es esto: los negocios son para ganar dinero, sí; pero también y en la medida de lo posible, para ayudar a los demás, para buscar el bien del otro. No eres un mal empresario si, al hacer negocios, siempre tienes presente a las personas. Eres, más bien, un buen hombre o una buena mujer haciendo negocios. Esto lo podrás hacer en la medida en que tú seas el dueño del dinero y no el dinero, tu dueño.