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25/02/18

Caja Negra

Este fin de semana se apuntaló con mayor fuerza la candidatura de Andrés Manuel López Obrador; mucho se debió al tejido fino del empresario multimillonario Alfonso Romo y a una de las figuras políticas más visibles en su primer cuadro, Tatiana Clouthier.

La ventaja se la dio el PRI. Sí, el partido que vive su desgaste en medio de acusaciones e investigaciones severas por actos de corrupción que, sin embargo, afectan a su candidato presidencial José Antonio Meade.

¿Quién no ha escuchado aquello de que por Meade sí votarían pero ningún voto al PRI? No lo replico a modo de propaganda, sino de varias voces que han comentado el tema con este reportero. En el PRI no hay situación que genere más prurito que el tema de la corrupción. El tema es dicotómico porque el candidato presidencial puede, sin lugar a dudas, presumir que no tiene fierros en la lumbre.

Pero en ese repartir de culpas, aventaron la andanada de acusaciones –promovidas sobre todo por Enrique Ochoa Reza, casi a hurtadillas del candidato presidencial- para tratar de frenar a Ricardo Anaya. A muchos les parece esta actitud la encarnación de la fábula de los cangrejos en el balde: “si no gano yo, tu tampoco ganas”.

En medio de ese ruido preelectoral se mueve Andrés Manuel. ¿Y la convocatoria de Napoleón Gómez? En realidad fue una necedad del propio López que le puede dejar dividendos con la clase empresarial, la misma que ha criticado al tabasqueño y que ya no creen el discurso aquel de que es un peligro para México.

Alfonso Romo, quien comparó a Gómez Urrutia con Nelson Mandela, lo hizo con la seguridad tal de contar con la promesa de un acuerdo con los empresarios Carlos Slim, Germán Larrea y Alberto Bailleres. ¿Será una versión anticipada del Pacto de Chapultepec, que sólo quedó en papel y no dejó nada contentos a los hombres de negocios en este país?

Pues bien, en ese pacto al que convoca Andrés Manuel, comenta el periodista Fidel Ramírez Guerra –uno de los cronistas del primer cambio democrático que vivió este país con Vicente Fox- aflora el dejo de simpatía de los empresarios quienes, en efecto, ven el desgaste entre Meade y Anaya por los temas de corrupción, que los tienen en un balancín en las preferencias electorales, mientras López se encuentra consistente.

El viernes The Economist daba ventaja a Anaya, el domingo Financial Times advierte que la acusación de lavado de dinero contra él desplomó su candidatura. El queretano sólo arengó que las instituciones son utilizadas por el PRI para ir en su contra. Una posible alianza se cae. El avance de López es cada vez más consistente.

Meade sólo parece un observador. Se comprometió a generar campañas de altura, mientras su partido ponía un maletín de lodo que explotó en la cara de Anaya.

Andrés Manuel ya no es peligro ni para él mismo. Aquel PRI que tuvo la posibilidad de afianzar su papel histórico en el país sigue en tercer lugar; Anaya, quien propuso una alianza virtuosa entre derecha e izquierda, sólo ha generado la unipersonal expectativa de que sube y luego baja.

PD. El fin de semana Andrés Manuel volvió a enviar al diablo a las instituciones y escribió en su cuenta de tuiter: “el INE y el TRIFE no inspiran confianza. Por eso nos estamos preparando al 100 para la defensa del voto. Después de esta elección habrá, es nuestro compromiso, una auténtica democracia y no habrá fraude electoral en ninguna de sus modalidades”.

Claro está que por el pleito entre dos, ni cuenta se dieron del profundo mensaje que envió López Obrador a la ciudadanía que trabaja en el proceso electoral, a quienes de plano descalificó, y advirtió a priori que son ellos quienes hacen trampa en este país.

Twitter: @martindiegomx