Este viernes 3 de febrero se dio una vez más un ataque armado en un hospital del IMSS, ahora en Salamanca, donde murieron dos personas, una de ellas ingresada por herida de arma de fuego horas antes.

No es la primera vez que este tipo de atentados se dan en nosocomios del estado de Guanajuato, ni dentro de una clínica del IMSS.

Hace 4 años se suscitó una situación similar en el HGZ4 de Celaya, donde hubo incluso toma de rehenes.

De 4 años a la fecha, parece que las autoridades delegacionales del IMSS no han aprendido ni han avanzado en sus protocolos de seguridad. 

Al contrario, en la Secretaría de Salud , existe un “código plata” que consiste, entre otras cosas, en brindar atención a pacientes heridos por arma de fuego sólo cuando haya un cerco policiaco para proteger a los demás pacientes y al personal.

Cómo lo aprendimos desde la pandemia, el personal hospitalario es desechable, más en el IMSS, dónde el trabajador no tiene derecho a enfermarse, a sentir miedo, ni a hablar de más de lo que pasa dentro de los centros laborales, que en los últimos años se han convertido en caldo de cultivo para ejercer desde el acoso de todo tipo, hasta atentados a la seguridad y la vida.