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DRAMATURGIA

Lo que la vía calló ese primero de enero [II/III]

Tony Ortiz

Lo que la vía calló ese primero de enero [II/III]

HOMBRE: ¿Me permitiría decirle algo más?
MUJER: Qué parte de que no quiero que me moleste no ha entendido.
HOMBRE: Le suplico que sea sólo una cosa más, tras expresarme me marcharé y la dejaré sola.
MUJER: ¿Lo promete?
HOMBRE: Lo prometo. Y recuerde que no me gusta romper una promesa, es…
MUJER: Como mentir.
HOMBRE: Así es.
MUJER: Está bien. Dígamelo rápido y márchese.
HOMBRE: Sólo quería decirle que se ve usted hermosa. Tan hermosa como hace un año, incluso sigue viéndose tan hermosa como tres años atrás.
MUJER: ¿Cómo dice?
HOMBRE: Y será un verdadero placer volver a verla el año que viene.
MUJER: Pero…
HOMBRE: Ahora, si me disculpa, debo cumplir mi promesa.

El hombre hace una reverencia y se dispone a salir de escena. La mujer está atónita.

MUJER: Espere.
HOMBRE: (Sin volverse) ¿Sí?
MUJER: No se vaya.
HOMBRE: No puedo quedarme. Si lo hago habré roto mi promesa.
MUJER: Pero se lo estoy pidiendo yo. ¿Se quedaría si yo se lo pidiera?
HOMBRE: Imposible
MUJER: ¿Cómo dice?
HOMBRE: Sentiré que le habré mentido.
MUJER: Es usted muy terco.
HOMBRE: Y usted muy indecisa. Me pidió marcharme, me hizo prometerlo, y ahora me dice que me quede.
MUJER: ¿Si lo libero de esa promesa se quedará?
HOMBRE: Podría hacerlo. Sin embargo, debo advertirle que si me libera de esa promesa y me quedo seguiré hablándole y quizás eso le moleste.
MUJER: ¿Quiere quedarse o no?
HOMBRE: Lo deseo con toda mi alma.
MUJER: Entonces lo libero de esa promesa, puede quedarse.
HOMBRE: ¿Está usted segura?
MUJER: Completamente.
HOMBRE: Muy bien, muchísimas gracias.

El hombre vuelve a la banca dejando a la mujer de pie. Se sienta y cruza las piernas satisfecho. Hay un largo silencio. Ella de pie lo mira.

MUJER: ¿Y bien?
HOMBRE: Dígame…
MUJER: No, dígame usted.
HOMBRE: ¿Qué quiere que le diga?
MUJER: ¿Que qué quiero que me diga? Debe estar bromeando.
HOMBRE: Si estuviera yo bromeando tenga por seguro que estaría doblada de risa en el suelo.
MUJER: Un poco de sensatez, por favor. Acaba de decirme que me veo igual de guapa que hace tres años.
HOMBRE: Hermosa…
MUJER: ¿Cómo dice?
HOMBRE: Yo dije “hermosa” no “guapa”. Le dije que se ve igual de hermosa como en los últimos años.
MUJER: ¿Qué quiere decir con eso?
HOMBRE: ¿Cómo?
MUJER: ¿Que qué quiere decir con eso?
HOMBRE: Quiero decir que los años no le han desfavorecido.
MUJER: No me refiero a eso.
HOMBRE: ¿Ah, no?
MUJER: ¿Ha estado siguiéndome los últimos cuatro años?
HOMBRE: ¿Qué le hace pensar semejante absurdo?
MUJER:
HOMBRE: Señora, usted sabe tan bien como yo que en los últimos cuatro años nos hemos visto exactamente cuatro veces, contado la de hoy por supuesto. La primera vez apenas notó mi presencia, la segunda sentí su mirada extrañada seguirme mientras yo iba y venía por el andén, quizás se preguntaba que hacía un hombre el primer día del año esperando el tren a las 5 de la mañana, no se preocupe yo me hice la misma pregunta sobre usted; la tercera ocasión en que nos encontramos su mirada, más que extrañada, era una mirada interesada que esquivaba cada que yo volteaba a verla, y la última vez, ahora quiero decir, cuando nuestros ojos se cruzaron pude leer en ellos algo que en este momento no puedo descifrar ya que estoy confundido debido a eso de que siempre le llevan la contraria.
MUJER: Pero…
HOMBRE: ¿Quiere usted que me retire?
MUJER:
HOMBRE: Leo en sus ojos que sí, lo que significa que desea usted que me quede.
MUJER: No sé qué decirle.
HOMBRE: ¿De verdad no sabe qué decirme?
MUJER: No, no lo sé.
HOMBRE: Si gusta, y no es mucha molestia, podría contarme por qué ha venido a tomar el tren los últimos 4 años el primero de enero a las 6 de la mañana.
MUJER: ¿Por qué lo ha hecho usted?
HOMBRE: Yo no he tomado un tren desde que tenía 3 años, señora.
MUJER: Entonces…
HOMBRE: Yo venía a verla a usted.
MUJER: ¿A mí?
HOMBRE: A usted
MUJER: Me está comenzando a dar un poco de miedo ¿Sabía?
HOMBRE: Yo estoy muerto de pánico, entonces estamos a mano.
MUJER: ¿Usted?
HOMBRE: Sí, porque al confesarle esto, una de dos: podré seguirla viendo el resto de mi vida o en el peor de los casos no podré volverla a ver jamás. Me lo prometí, señora, me prometí que este año sería todo o nada.

Ella lo mira buscando en su rostro alguna explicación. Corre a la banca y toma su maleta de nuevo. Se dispone a salir. Él la detiene con su historia.

HOMBRE: Yo habría muerto en este lugar, hace exactamente cuatro años.
MUJER: ¿Dijo…muerto?
HOMBRE: Así es. Hace cuatro años salí de la cantina tras brindar por el nuevo año que, lo que sea de cada quien, no podía ser más jodido que el que acababa de terminar, por la tarde había perdido en las cartas todo lo que me quedaba, el dinero, las joyas de madre, su casa. Nos habíamos quedado sin nada y todo por mi mala suerte y, dicho sea de paso, incurable adicción al juego. Antes de irme a beber, abracé a madre despidiéndome y esperé a que apagara las luces. Yo sabía muy bien que a las 6 de la mañana en esta estación el tren se hacía presente. Lo tomaría. Pero no como lo ha tomado usted los últimos años sino de una forma diferente. Sería el transporte perfecto a una vida mucho más digna. ¿O eso es el paraíso, no? Y sin temor a equivocarme podría decir que eso sí lo dijo nuestro señor Jesucristo.
MUJER: ¿Iba usted a…?
HOMBRE: Así es, señora.
MUJER: Pero… por qué.
HOMBRE: Estaba en la ruina. Pero llegué mucho antes de que el tren pasara y de pronto escuché una voz que se acercaba cantando. Y se lo juro, fue como si los mismos ángeles me susurraran al oído.
MUJER:
HOMBRE: Era usted. No sé de qué manera, señora, pero al escucharla olvidé todo lo que me aquejaba. De pronto la vi venir y no sé exactamente lo que sucedió pero algo dentro de mí cambió de una manera en que no puedo explicar. Y por primera vez en la vida no me atreví a hablarle a una mujer. Usted lloraba, o al menos eso me parecía y yo no encontré el valor para acercarme a preguntar qué pasaba. Y cuando por fin iba a atreverme escuché al tren venir y la vi acercarse a las vías. Tomó el tren esa noche y no la volví a ver. La busqué en la ciudad el resto del año, pero nunca la hallé. La ciudad es tan grande que sólo un milagro haría que la encontrara de nuevo en el caso de que volviera.
MUJER: Cállese…
HOMBRE: Pero lo hizo, volvió y volví a encontrarla en esta estación el siguiente año, y el siguiente y entonces pensé que no podía ser una coincidencia. Para serle franco nunca creí en el destino, pero esto que nos ha pasado y de lo que sé que usted es consciente también, me ha hecho cambiar de opinión.
MUJER: No quiero oírlo más.
HOMBRE: ¿Por qué no señora?
MUJER: Porque soy una mujer casada y esto es para mí una falta de respeto.
HOMBRE: Para serle sincero creo que su marido es un estúpido.
MUJER: ¿Perdón?
HOMBRE: Lamento si vuelvo a ofenderla, señora, pero sólo un hombre lo suficientemente estúpido dejaría que su mujer, muy hermosa debo destacar, tome el tren sola todos los años en la madrugada del primero de enero.
MUJER: Creo que eso a usted no debería interesarle.
HOMBRE: Por supuesto que me interesa.
MUJER: Por qué habría de hacerlo.
HOMBRE: Porque estoy perdidamente enamorado de usted.

(Silencio largo)

MUJER: Las personas no se enamoran de la noche a la mañana.
HOMBRE: No me malentienda. No quiero decir que fue amor a primera vista. Pero cada año que la volvía a encontrar descubría algo nuevo en usted. El primer año la escuché cantar una canción que no he podido quitarme de la cabeza. El segundo descubrí que escribe con la mano izquierda y que después de estornudar cierra sus ojos por 10 segundos, esa imagen para mí es inolvidable. El tercero descubrí que no era feliz del todo y este año que sus ojos siempre le llevan la contraria.
MUJER: ¿Cómo se atreve a decir que no soy feliz?
HOMBRE: Porque de otra manera no viajaría usted en la madrugada. Dicen que aquellos que quieren irse antes de que salga el sol están huyendo de algo. Y usted lo hace, ¿verdad?, me atrevo a asegurar que usted no toma el tren para volver a casa, sino para huir de ella.

La mujer lo observa y luego llora amargamente. Se aleja del hombre yéndose al fondo de la estación.

HOMBRE: Discúlpeme, por favor. No era mi intención ponerla así.
MUJER: Usted dice que me ama, pero déjeme decirle que sus técnicas de conquista no son para nada efectivas. Es usted un…
HOMBRE: Le suplico me perdone. Me ha costado tanto hablarle que creo me excedí un poco. (Se sienta en la banca)

Silencio.


MUJER: Está bien. Quiere que le cuente, le contaré. Sí, tengo marido. Y sí, estoy huyendo.
HOMBRE: ¿De él?
MUJER: Deduce usted muy bien. Eso ha de servirle mucho en el juego.
HOMBRE: Por los resultados de los últimos tiempos creo que se equivoca.
MUJER: ¿No le da miedo descubrir que no soy lo que se ha imaginado?
HOMBRE: ¿Perdón?
MUJER: ¿Qué le hace pensar que no soy una meretriz o una mujer de la calle?
HOMBRE: No sabía fumar un cigarrillo.
MUJER: Su madre sabía hacerlo y usted jura que no lo es.
HOMBRE: Hasta donde tengo conocimiento.
MUJER: Es arriesgado enamorarse de alguien que podría tener hijos y maltratarlos. Que podría estar envenenando a su marido con gotas de veneno en el café de la mañana.
HOMBRE: Apuesto que no es así.
MUJER: ¿Está seguro?
HOMBRE: Tan seguro como que usted apuesta que no soy un delincuente, o un violador.
MUJER: Podría tener mis dudas.
HOMBRE: No las tiene. De ser así el tercer año me habría quedado esperándola. Y en cambio volvió. ¿Por qué regresó?

(Pausa)

MUJER: Antes de empezar… ¿podría usted darme un cigarrillo?
HOMBRE: Pero cómo. Pensé que era usted una dama.
MUJER: Usted tiene la culpa, el cigarro es altamente adictivo.

El hombre le obsequia un cigarrillo y se lo enciende. Ella fuma con maestría manipulando el cigarro a la perfección.

HOMBRE: ¡Qué sorpresa! Hace un momento usted no sabía fumar y ahora...
MUJER: Aprendo rápido. Es de familia, no se fije.
HOMBRE: Eso veo.
MUJER: Además pronto las mujeres que fuman serán bien vistas, ¿no dice eso su madre?, debo estar preparada.
HOMBRE: ¿Aunque se enoje su marido?

Ella lo mira con odio.

HOMBRE: Su mirada alegra mi corazón.

C O N T I N U A R Á

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***

Tony Ortiz nació en Las Choapas, Veracruz el 13 de diciembre de 1990. Es licenciado en teatro por la Universidad Veracruzana y pasante de la maestría en producción artística y mercadotecnia cultural en el Instituto Realia. Tiene un diplomado en historia del arte mexicano y una certificación en técnicas de consecución de fondos del programa de capacitación cultural del CONACULTA. Forma parte de la primera generación del consultorio de dramaturgia 2015 del CaSa Oaxaca dirigido por Ximena Escalante con Maestros como Maribel Carrasco, Luis Mario Moncada y David Hevia. Cursa una certificación en producción técnica en el Liceo Milán Lucerna. Ha tomado clases con maestros como Martin Zapata, Alejandro Ricaño, Carlos Converso y Pepe Valdés. Desde 2009 dirige la compañía teatral independiente Epitafio producciones presentando más de 10 montajes la mayoría de su autoría entre las que destacan El amor nos ha fallado (2016), Pasaportes (2014) y Hace ya tanto tiempo (2013), esta última autoría de Vicente Leñero. Dirige CASA13 espacio cultural. Ha dirigido espectáculos para el I encuentro de maquillaje corporal (2014) de la fundación Muxii Ximbaal y para la cartelera cultural de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014. Dirigió el espectáculo nocturno Noches de Museo en coproducción con la subdirección de Turismo y el Museo de Antropología de Xalapa. Con Pasaportes obtuvo reconocimientos a mejor dirección, mejor texto original y mejor artista nuevo en el 8vo Rally de teatro independiente del Centro Cultural El Foco 2016 y fue seleccionada como puesta en escena participante del III festival latinoamericano de teatro 2016 del Corredor Latinoamericano de Teatro.

Lo que la vía calló ese primero de enero fue originalmente publicada en el número 123 de la Revista Tramoya de la Universidad Veracruzana en 2015. Se han montado dos versiones del texto, la primera bajo el título de Los amantes en la vía de la compañía Epitafio producciones en el año 2015, teniendo ya más de 50 representaciones en las que incluyen participaciones en la Caravana Cultural de la A a la Z y en la campaña de prevención de violencia contra las mujeres por el Instituto Veracruzano de las mujeres. Recientemente se estrenó la segunda versión del texto por la compañía Un perro azul, artes escénicas en la Ciudad de México (2016).

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