viernes. 19.04.2024
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Reseña • Hojas de afeitar, de Lina Meruane • Esteban Castorena

Esteban Castorena Domínguez

Enrique guzmán, dibujo de la serie Autorretratos
Enrique guzmán, dibujo de la serie Autorretratos
Reseña • Hojas de afeitar, de Lina Meruane • Esteban Castorena


La genética no deja lugar a dudas: el ser humano viene del mono. En gran medida la especie humana sigue siendo un primate y muchos de sus comportamientos siguen zoológicamente relacionados con los de sus ancestros. Si bien la biología no acepta mentiras, el homo sapiens sapiens gusta de distinguirse, de imponer una distancia entre él y los demás homínidos. Es todo cuestión de prestigio.

Desmond Morris, aludiendo a la característica más evidente de la especie humana, tituló como El mono desnudo a uno de sus libros de divulgación científica más conocidos. Y es que es cierto, el ser humano no tiene pelo o, más bien, casi no lo tiene. La idea que refleja ese adverbio, “casi”, pareciera provocar una suerte de complejo, una discordia en la relación del hombre y las reminiscencias de su pelaje. El vello pareciera un recordatorio incómodo, un impedimento para tomar una distancia amplia y definitiva entre la especie que se es hoy y las especies que se fue en el pasado. Charles Darwin planteó que un cuerpo con menos vello obedecía a una evolución (y por ende superioridad) mayor. No en vano es que culturas como la egipcia, la griega o la romana, dejaron indicios que parecen establecer la depilación como una característica estética deseable, una característica que aún hoy no ha perdido del todo su vigencia.

En “Hojas de afeitar” Lina Meruane explora la relación de un grupo de chicas con el ritual de depilarse el cuerpo, con el placer que les produce desnudarse de vello. No bien arranca el relato, la voz narrativa pone en un mismo plano el afeitado masculino y el ritual del grupo de las amigas como una actividad emocionante y llena de asombro. No hay muchos detalles como nombres o edades, pero el contexto ayuda a entender que se trata de un grupo de alumnas, quizás de secundaria o preparatoria, que se afeitan las unas a las otras durante el primer recreo de los lunes y el último de los jueves.

Su ritual consiste en esconderse en un baño mientras una de ellas se cuida de que la vigilante de la escuela no llegue. Se depilan las axilas, las piernas, el pubis. Disfrutan de la Gillette que les roza la piel. La autora narra las depilaciones y la sensación que estas les producen de una manera particularmente detallada. El afeitado se vuelve un acto erótico a lo largo del relato. Meruane saca provecho de otro elemento bestial en la naturaleza del ser humano, otro de los puntos que lo ponen en el mismo “nivel” de otros animales: la sexualidad. La prosa rica en detalles involucra al lector precisamente para sacar ese elemento bestial en él.

La idea de la superioridad asociada al cuerpo sin vello está presente dentro del relato. Cuando el grupo de amigas no está cumpliendo puntualmente con su ritual, disfrutan de mostrar sus cuerpos desnudos de vello a sus demás compañeras. “Las dejábamos admirar de reojo nuestra evidente superioridad física, nuestras rodillas lustrosas y los calcetines a media pierna; observaban de lejos el modo obsesivo en que nosotras, en la esquina del patio de cemento, pelábamos membrillos”.

Asimismo, vale la pena notar el membrillo, tan similar a una manzana, como un elemento del cual la autora saca todo su provecho simbólico. Las chicas suelen usar navajas para pelar la fruta. Se esmeran en ver quién saca el pedazo de cáscara de mayor tamaño sin que esta se rompa. Esta práctica con la navaja, el ejercicio de la habilidad manual, una vez más pone en el mismo plano el acto de depilarse con la carga simbólica de la fruta como un elemento arquetípico que representa la tentación erótica.

El elemento que llega a romper con la cotidianidad del grupo de amigas, y por ende pone en marcha la acción narrativa del relato, es la llegada de una nueva compañera a la escuela. Todo ocurre un miércoles, cuando el picor de los pelos que resurgen ya aflora en la piel de las chicas. La directora entra en el salón acompañada de la nueva. La observan, Pilar tiene las facciones duras y los ojos profundos, destaca su altura, su escualidez y su postura agazapada dentro del uniforme de poliéster. La narradora señala: “nos desconcertaron sus pantorrillas tapadas de pelo. No vimos más que esa excitante maraña: toda una pelambrera virgen que nos erizó de asco y de alegría”.

Más la observan, más notan que Pilar está llena de pelo. Sus brazos están cubiertos y sus cejas también son pobladas. El grupo de amigas espera con impaciencia hasta que la directora hace sonar el timbre del receso. En un frenesí provocado por el éxtasis de ver a la recién llegada con toda su maraña de vellos, las chicas rompen su rutina y se depilan ese mismo día.

Una elipsis por parte de la narradora no permite saber cuánto tiempo pasó entre la llegada de la chica nueva y la secuencia de acciones que lleva a la conclusión del relato. Las amigas, presas de las fantasías que les sugiere ver a Pilar, se deciden a depilarla. Meruane concluye su relato sacando provecho de las dicotomías que ha ido construyendo. Las chicas, presas de su deseo, se abalanzan sobre la chica para poder despojarla de su vello. El acto de depilación, antes asociado al erotismo y la superioridad física de la que habla la narradora, se convierte en un acto bestial. La autora, además, cierra su texto con una vuelta de tuerca que termina por sacar a flote la parte más primitiva y carnal de su grupo de protagonistas.


Si quieres leer el cuento lo encuentras aquí.

Aquí encuentras la lectura integral en voz de la autora para Descarga Cultura UNAM




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Esteban Castorena (Aguascalientes, 1995)
 es Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Por su trabajo como cuentista ha sido becario del Festival Interfaz (2016), del PECDA (2016) y del FONCA (2018). Su obra ha sido publicada en diversos medios impresos y digitales. Gestiona un sitio web en el que comparte sus traducciones de literatura italiana.

 

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