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GUÍA DE LECTURA 468

Guía de Lectura • El libro tibetano, de Jeremías Ramírez Vasillas • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva
El libro tibetano, de Jeremías Ramírez Vasillas
El libro tibetano, de Jeremías Ramírez Vasillas
Guía de Lectura • El libro tibetano, de Jeremías Ramírez Vasillas • Jaime Panqueva

Al igual que Hezraí, el protagonista de esta novela, que aplaza una y otra vez la búsqueda de su antigua amada Azucena, confieso que yo dilaté durante varias semanas la lectura de El libro de los muertos. No sólo para prolongar el goce estético, disfrutando cada uno de sus pliegues, sino como una forma de negar la muerte de su autor, Jeremías Ramírez. 

Publicada de manera póstuma por Ediciones La Rana y lanzada hace unos meses en la FENAL, tuve oportunidad de conocer algunos de sus capítulos gracias a mi participación en el Seminario para las Letras Guanajuatenses de 2019, bajo la tutela de Geney Beltrán. En la biblioteca del antiguo palacio de los poderes, ante una mastodóntica mesa de fina madera, Jeremías leyó sus primeras páginas y tomó notas de los comentarios de cada uno de los asistentes. Leer el producto final, como un rescate de la memoria, resulta un ejercicio doloroso y sano a la vez. El dolor por saber perdido al amigo, aquilatar su presencia, los momentos compartidos, el amor que profesaba por el oficio de escribir, además de saborear sus reflexiones sobre la vida y las posibilidades de trascendencia en estos de tiempos de agnosticismo e infodemia.

El libro tibetano resplandece por su sincera transparencia, por la deliciosa sencillez y sobriedad de sus textos breves que concatenan el presente con visiones de la infancia y juventud; y cavilaciones necesarias sobre el amor, la vida y la muerte. El drama del pueblo suburbano que sucumbe ante la delincuencia para luego ser desmenuzado por una megaurbanizadora, y el de las familias deshechas por la violencia, nunca cae en un naturalismo visceral o vulgar. Hezraí envuelve al lector con el halo de la nostalgia por las cosas que se pierden sin remedio y los afanes de la memoria por rescatarlas del olvido. La libreta de teléfonos convertida en un camposanto portátil de cruces rojas al ir tachando a quienes ya no están con nosotros, da nombre a esta novela y encarna en su fútil contabilidad el drama de nuestra existencia terrenal. 

“Pero, ¿eso es todo? ¿Una tabla contable de haber y deber y luego la nada? ¿Ya no hay más tras el umbral de la muerte? ¿Somos sólo un pálido suspiro?”

Esa misma muerte en forma de Covid, que se lleva a Ozem, uno de los hermanos de Hezraí, en su último apartado, nos privó de Jeremías Ramírez, quien a la vez tuvo la fortuna de legarnos este texto tan entrañable, que nos remite a las palabras de san Pablo citadas por el autor al referirse a aquellos que supieron abandonar en paz este mundo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”

Jeremías Ramírez S.T.T.L.

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