martes. 23.04.2024
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La madreselva

María de Francia

La madreselva

Mucho me complace y es mi deseo relataros ahora la verdadera causa y el autor del Lai que llaman La madreselva.

Varias personas me han contado (incluso lo he encontrado por escrito) la historia de Tristán y de la reina, del amor tan tierno que se profesaron y por el que tanto sufrieron hasta morir, al fin, un mismo día.

El rey Mark estaba irritado, endurecido contra su sobrino Tristán. Lo expulsó de su tierra por amar a la reina. Tristán se ha ido a su país, al Sur de Gales, donde había nacido. Allí permaneció un año entero, sin poder regresar. Mas finalmente se abismó en pensamientos de muerte y destrucción. No os maravilléis de ello, pues quien ama lealmente muy triste y angustiado está cuando no puede realizar sus deseos.

Triste está Tristán y pensativo; por eso se va de su país. Y se dirige sin demora a Cornualles, donde se encontraba la reina.

Solo, en el bosque se internó. No quería que nadie lo viese. A la caída del sol salía, cuando era hora de buscar cobijo. Entre campesinos y pobres gentes encontraba albergue por las noches. Les pedía noticias acerca del rey. Al parecer, según le dicen, había convocado a sus varones; habrán todos de ir a Tintagel, pues allí quiere el rey tener su corte; para Pentecostés estarán todos reunidos; habrán gran alegría y diversión, y la reina estará presente.

Tristán lo oyó y se alegró mucho; por fuerza habría de verlo a su paso por el bosque.

El día en que el rey se puso en marcha, Tristán acechaba el camino por el que sabía iba a pasar la comitiva. Cortó por la mitad una rama de avellana y la despojó de su corteza. Cuando hubo preparado la vara, con un cuchillo escribe su mensaje. Si la reina se da cuenta —que muy atenta estaba, pues en otra ocasión le había acontecido enterarse así de su presencia—, reconocerá fácilmente la vara de su amigo cuando la vea.

En sustancia, el mensaje decía así: que mucho tiempo había estado allí esperando y acechando la oportunidad de volver a verla, pues no podía vivir sin ella. Con ellos dos ocurría igual que con la madreselva que se une al avellano: cuando se ha enlazado y abrazado alrededor del tronco de éste, bien pueden ambos vivir juntos; pero, si se los quiere separar, el avellano muere en seguida, e igualmente la madreselva. “Bella amiga, así ocurre con nosotros. Ni vos sin mí, ni yo sin vos.” Mientras cabalgaba, miró la reina hacia adelante. Vio la vara, reconociéndola al punto, y descifró todas sus letras.

A los caballeros que la escoltaban y caminaban junto a ella, a todos los mandó detenerse, quería bajar del caballo y descansar. Ellos obedecieron su mandato. Entonces se alejó de su escolta, llevando consigo a su doncella Brangel, que merecía toda su confianza. Se apartó un poco del sendero, y en la floresta encontró a aquel a quien amaba más que a nadie en el mundo. Ambos manifestaron muy gran gozo.

A su sabor le habla él a ella, y ella le expresa su alegría. Después le explica de qué manera podrá reconciliarse con el rey, y cuánto le había pesado a éste expulsarlo: lo había hecho instigado por una denuncia.

En este punto la reina se despide, deja a su amigo. En el momento de la separación ninguno de los dos puede evitar el llanto. Tristán retornó a Gales hasta que su tío lo mandó llamar.

Por la alegría que había sentido al ver de nuevo a su amiga, y para rememorar las palabras del mensaje que había escrito por la indicación de la reina, Tristán, que sabía tocar muy bien el arpa, compuso un nuevo lai. Brevemente os diré su nombre: Gotelef lo llaman los ingleses, Chiefrefoil los franceses. No he dicho sino la verdad sobre el lai que os he relatado.