EN CAPILLA
Josué Vega López entrevisitado
Francisco Rangel
¿Qué entiendes por la voz del poeta?
Creo que es su registro, la forma en que selecciona las palabras (a veces sin saberlo y con el papel muy relevante del azar, de las vivencias previas, de las lecturas, del revoltijo de cosas que por supuesto no es capaz de controlar, pero que deben salir de alguna forma), su muy característico armado del poema, del texto; el acontecer entre las palabras que selecciona y su respiración, su manera de caminar el mundo, su ronquera o tono agudo (pero hablo sólo de mí, no podría generalizar). Creo que en mi caso no es algo que yo haya decidido —por lo menos no en la medida que desearía—, es un flujo que yo medio contengo (a lo mejor en perjuicio del propio texto), porque cosas me suenan y otras no, porque cosas me angustian y otras no. En mí no es un proceso tan racional como emotivo y rítmico, por lo que mi voz, supongo, tampoco tiene registros muy “balanceados”, muy “regulares” o identificables, aunque podría decir que lo que escribo, por la manera en que van saliendo las palabras, pertenece a un compás, a una serie de aliteraciones, a un balbuceo muy mío.
¿Qué prefieres, estilo, imaginación o técnica al escribir? ¿Y al leer?
Creo que para mí, al escribir, no es tanto una cuestión de elección como de posibilidad. Considero la imagen poética como el centro del texto. A partir de ella todo lo demás se va construyendo. Incluso el ritmo. Cualquier forma poética —preestablecida o no, “clásica” o no— es, para mí, una manera de destacar el lenguaje de su función meramente práctica; por lo tanto, cuando escribo y cuando leo son esas alteraciones en la “lógica” del lenguaje, en el decir sin intención estética, lo que me llaman la atención y me van llevando casi a donde ellas quieren. Leo de todo y no prefiero a un autor sobre otro porque tenga o no tenga ciertos rasgos técnicos, sino porque su decir me mueva, me sorprenda; porque sus imágenes retumben no sólo en el decir, sino en la mirada, en el oído, en el tacto. Que me raspen, a veces, o me acaricien o me esculquen los sentidos.
Cuando se refieren al poema como experimento, ¿qué entiendes por eso?
Que se trata de una trampa. De categorizar (función del estudioso, a veces muy útil, otras no tanto, aunque no necesariamente del escritor). Creo que toda escritura, por la necesidad que tiene de ir más allá de esa función utilitaria del lenguaje, es un experimento. También entiendo que “el poema como experimento” puede referirse a la consigna vanguardista de principios del siglo XX de que los paradigmas estéticos deberían cambiar, y así la experimentación podría no ser sólo un mecanismo para llegar al fin del poema, sino que podría ser un fin en sí misma. En ese sentido, creo que el término existe, aunque creo que alude al poema producto de un periodo determinado. Me parece tan experimental el sentido de la búsqueda de un poema de Góngora como el de un texto de Oliverio Girondo. No digo para nada que lo que escriban siga el mismo camino, y ni siquiera que sean el mismo tipo de experimentación, pero ambos hacen poemas producto del enfrentamiento más radical con la palabra.
De pronto, eso de la poesía, ¿no te suena a fraude? ¿Cómo saber que estamos ante un buen poema?
Si por fraude entendemos querer tomarle el pelo a alguien, creo que la literatura hace bien eso, pero es parte de su encanto. Si la pregunta va en el sentido de si la poesía es en realidad algo de tan subjetivo, inasible y por lo tanto lleno de “cosas” que se hacen pasar por poemas, creo que eso pasa con todos los géneros y, si me apuras, con todo el arte. ¿Cómo distinguir un “buen” cuento de uno “malo”? ¿Un buen cuadro de uno que ni si quiera lo es? A nivel general, como si hablara un esteta o un filósofo, no lo sé, porque no tengo esas profesiones (y aunque las tuviera, al momento de escribir tampoco estarían ahí). Lo único que puedo referir es mi experiencia como lector y escritor. Y es una muy subjetiva. Lo que puedo decir al respecto es que un poema, recipiente y al mismo tiempo ser de la poesía, es uno que se respira. Yo distingo lo que considero un buen poema porque la imagen—centro del recurso poético—, el ritmo, la intención convergen y crean un algo distinto, una experiencia sensible sorprendente (según mis gustos, cercana a la ironía, a la carcajada, a la burla; a lo que considero la lucidez de una mirada crítica de las cosas; al vistazo que le da otro color al color).
¿Qué anima a un poema?
La necesidad del escritor. O, bueno, mi necesidad. La urgencia que tengo de referir en algo más el algo al que me enfrento a través de mis sentidos, recuerdos y sensaciones. El entusiasmo a veces, la desesperación otras. Pero creo que un factor, por lo menos en mi ansia de escribir, es la angustia, las angustias. Ese es un motor permanente en mí. Enfrentar el mundo al desnudo, enfrentar mis fantasmas al desnudo.
¿Y qué anima a un poeta?
No sé a un poeta. A mí, como dije, las angustias, el ansia, la necesidad, otras lecturas.
Una pregunta que me gusta hacerle a los poetas.Cada uno tiene una respuesta distinta, de ahí que sus respuestas las suelo coleccionar: ¿qué es la belleza para ti?
Para empezar, no es una generalidad. Es algo que me emociona, que me satisface. A veces, que me pone los pelos de punta; el escalofrío. Falta de respiración. No inhalación, no exhalación, sino congelamiento. Experiencia ante la cual me veo, de pronto, sin palabras. En cuanto empiezo a formularla, es que ha pasado como experiencia. Lo otro son relatos o imágenes sobre la belleza.
¿Qué o quién educa a un escritor?
La escritura. También la lectura. Viceversa dirían algunas vacas sagradas de la literatura. En mi caso, esta última desordenada, caprichosa, ávida en muchos momentos, morbosa y risible en otros.
Las experiencias. Creo que es una combinación de, incluso, lo que no sé y quisiera elucubrar, con el instinto y lo que está ahí en el mundo, ya, según lo perciben mis sentidos y mis emociones.
Aunque puedo decir que eso es lo que creo que me educa a mí como escritor, pero la verdad no sé qué o quién educa a otros escritores.
¿Cuál sería el tema más recurrente en tus obras publicadas hasta ahora?
No lo sé. Hay obsesiones que puedo identificar en momentos de mi vida. Como no hablar de amor de pareja durante toda mi juventud (pensar que es un tema tan sobado que no valía la pena hablar de él). Eso, aunque contestaría a una pregunta como “¿Qué tema no ha sido recurrente en tu obra?”, dice qué otros temas he abordado en esos periodos de mi vida: la muerte, la ausencia, el pesimismo, el cariño, la música, el caos, la tristeza, la alegría, el mundo, el silencio, el agua, mis lecturas, las lecturas de otras lecturas. Conste que advertí al inicio que no sabía…
¿Qué has publicado hasta ahora, dónde lo podemos localizar y tienes algún blog o algo similar?
Tengo dos libros publicados, Cuerpo en añicos (Tierra Adentro, 2000) y Kamikaze (El Tucán de Virginia, Sedeculta, 2013, ganador del Premio Nacional de Poesía Experimental “Raúl Renán” 2011). El primero no se puede conseguir y el segundo está, según entiendo, en las librerías de Educal, y yo tengo algunos cuantos pa’ los cuates.
Mi blog es un desastre, pero algo ha de verse: http://cuerpoenanicos.blogspot.mx/ y en Facebook es donde suelo estar publicando cosas mías y poemas que me son significativos: https://www.facebook.com/josue.vegalopez.12