lunes. 17.02.2025
El Tiempo
Es lo Cotidiano

Autopista a Cayambe: confesión y revelación del paciente

Juan José Rodinás

Autopista a Cayambe: confesión y revelación del paciente

I

Esto no… no es lo que yo… yo quiero decir, doctora. Esto no es lo que yo puedo decir, doctora. En mi mente aparece, entonces, el árbol encendido (en su nostalgia). Doctora miedo: no quiero ese sol iluminando mi jardín con cráneos de colibrí sobre la hierba.


II
El sol, como vestigio de un tiempo ajeno,
habita el trébol blanco,
los troncos del peral
en la mañana de éste y de otro mundo.
Tras las horas, largas como un imperio,
el color de la luz será vivaz para el dibujo.
También para mis ojos:
lectores inexpertos de la cálida, silente epifanía
que todo lo contiene y casi.


III
No, mintiendo, niño de hueso: niño cabecita de nadie: mentira, y si viniste aquí, si pagaste la consulta es para que escuche.

Sí, un cielo, sí, probando, sí. La noche probando, doctora, el cielo es doctor, mi doctor, doctora, el mundo como una ladera donde resbalan cuerpos hacia el infinito vacío.

Un paisaje aymará, dices, doctora:

Al filo de la montaña coronada
cae la nieve,
junto a la niña del viento.
No sé su hermoso método
para hablar del invierno.


IV
Este paisaje es una niña aymará cantando en la habitación de nieve que es el mundo.

Realidad es proceso.

Realidad es reality show de un río transparente.

Realidad es un vencejo que se clona a sí mismo hasta ser su parvada en la célula cortada por los genetistas.

Realidad es antipájaro, es reposo de un pájaro sobre el punto débil de la rama colgante.


V
Te digo doctora niña aymará, escóndeme.

Escóndeme en tu cielo obstáculo,

Allí
quizás un verso escrito
sobre un pájaro jamás mirado es falso.
Así dijiste, mientras del libro abierto:
palabra o cóndilo de ti,
brotaban pájaros, acariciados ibis.

El mundo corregía sus pactos.


VI                                                                                                 
El ave desovó un huevo tornasol vacío: allí pusiste una crisálida de azogue. Allí pusiste un kiosco de aire. Allí pusiste una tienda de rock. Allí fundaste una escuela que sólo enseñaba a escribir comas.


VI
Sólo en lo blanco,
bajo las lámparas colgantes,
el destello de la nieve.
Una mano enciende la hoguera
en el país, grullas y lotos,
de muy lejos.
.
Luego, el vacío.

Luego, el paciente pájaro de mí se reveló contra el sueño
de su propia mente hoy expandida como paisaje punk:
nada era un sueño. Los poemas lineales eran sólo
-como una carretera vertical desierta-
los ojos de lo hermoso.

Las nubes de la eternidad pasaban lentamente.

Juan José Rodinás (Ambato, Ecuador, 1979). No ha hecho gran cosa. Actualmente vive en Inglaterra.