martes. 03.12.2024
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SHAKESPIRIANAS [XII]

Words, words, words

José Luis Justes Amador

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José Luis Justes Amador
Words, words, words

60

Shakespeare, si contamos los sonetos como un conjunto unitario, escribió 43 obras.

60.1. Que suman un total de ochocientos ochenta y cuatro mil cuatrocientos veintiún vocablos.

60.2. De esa 43, treinta y siete son obras de teatro.

60.3. Que suman un total de ochocientas treinta y cinco mil novecientas noventa y siete palabras.

 

61

Las tres palabras más usadas por Shakespeare en sus obras de teatro superan las veinte mil apariciones.

61.1. La primera, la que más aparece, es “the”.

61.1.1. Con veintiocho mil novecientas cuarenta y cuatro concurrencias.

61.1.2. Que también es la palabra más usada del idioma inglés, según el Oxford English Corpus.

61.2. La segunda palabra más usada por Shakespeare es “and”.

61.2.1. Con veintisiete mil trescientas diecisiete apariciones  y que es la quinta del OEC.

61.3. La tercera más utilizada es “I” que con veintiún mil ciento veinte apariciones está a más de seis mil de la inmediatamente superior.

61.3.1. Y que es la décima del corpus del inglés de Oxford.

61.4. La correlación resultante de ambas series haría las delicias de los numerólogos aficionados.

61.4.1. Uno, dos, tres y uno, cinco, diez.

 

62

Y en esa enormidad de palabras junto a los grandes monólogos (“to be or not to be”, “O for a Muse of Fire”, “out, out brief candle” o, por dejar de recordar “o few, we happy few”) hay detalles que pasan inadvertidos.

62.1. Tanto en una lectura rápida como en la vida.

62.2. Como una nariz.

62.2.1. Una nariz convertida en metáfora casi de sí misma en Two Gentlemen of Verona (II,1).

62.2.2. “O jest unseen, inscrutable; invisible, / As a nose on a man’s face”.

62.2.3. Oh hazaña inadvertida, inescrutable, invisible / Como una nariz en el rostro de un hombre.

(62.2.4. Nota: El dato de esta inadvertida referencia viene de “El autorretrato en el arte postmoderno” de Carla Gottlieb en La iconografía en el arte contemporáneo (Coloquio Internacional de Xalapa)).

62.3.1. O la cotidiana, y de nombre griego, pareidolia.

62.3.2. Un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio es percibido erróneamente como una forma reconocible.

62.3.2.1. Ver rostros humanos o animales en las nubes, en los nudos de la madera, en los aleatorios dibujos del mosaico.

62.3.2.2. O el rostro de Cristo o de Shakespeare en una tostada.

62.3.3. “Sometimes we see a cloud that’s dragonish, / A vapor sometime like a bear or lion, / A towered citadel, a pendant rock, / A forkèd mountain, or blue promontory / With trees upon ’t that nod unto the world / And mock our eyes with air” (Antony and Cleopatra, IV, 14).

62.3.4. A veces vemos una nube que parece un dragón; otras, un vapor que presenta la imagen de un oso o de un león, de una ciudadela guarnecida de torres, de una roca suspendida, de una montaña de doble cima, de un promontorio azul cubierto de árboles; esas imágenes se balancean por encima de nuestras cabezas y engañan nuestros ojos con una burla aérea.

(62.3.5. Nota: La cita shakespiriana sobre la forma de las nubes la encontré por accidente en Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la representación pictórica de E. H. Grombich)

 

63

Hasta la muerte en Shakespeare se resume en palabras cotidianas.

63.1. Never, never, never, never, never!

63.1.1.  “Ese ‘never, never, never, never, never’ es virtualmente el mejor verso blanco de la poesía inglesa” ha escrito Ignacio Vidal-Folch.

63.1.2. Tan cercano al “Nada, nada, nada, nada, nada y en el Monte nada” de San Juan de la Cruz.

63.1.3. Y al “neti neti” (no esto, ni esto) de los Upanishad.

 

64

Lear muere.

64.1. “No, no, no life!

Why should a dog, a horse, a rat, have life,

And thou no breath at all? Thou'lt come no more,

Never, never, never, never, never!

Pray you, undo this button: thank you, sir.

Do you see this? Look on her, look, her lips,

Look there, look there!”

64.2. No, no; no más vida. ¡Cómo! el más vil de los reptiles goza la vida en nuestros hogares ¿y tú no vivirás, no volverás nunca, nunca...? Desatad este nudo, por favor... Mil gracias, Vedla, vedla; mirad sus labios; ¡mirad, mirad!

64.3. Esos cinco “never” son intraducibles al español.




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