miércoles. 24.04.2024
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POESÍA

El asalto de Texcoco / Ernesto Navarrete

Ernesto Navarrete

Ernesto Navarrete
Tachas 375
El asalto de Texcoco / Ernesto Navarrete

Ese asalto nació muerto desde que iniciaba el grito
--¡Cámara mi gente! – dice desde abajo el mal amigo.

¡A ver hijos de su puta madre! Se oye con fuerza el gañido,
--¡Esta ya se la saben! dijo el otro, sin sentido…

Pero no se la sabían...avanzó el chofer, tendido;
y el pobre diablo pensaba escapar echando un brinco.

Le tomó de brazo el héroe que impidió su cometido:
el de la chamarra verde, pa’ los putazos nacido.

¡No lo dejen parar, güey! grita un joven, convencido,
pero de un brinco se escapa y huye despavorido.

La putiza ha comenzado, con patadas de un obrero,
tienen casquillo sus botas... son las que tunden primero.

El verde de mi bandera lo tendríamos que cambiar
por el verde de la chamarra del que lo empezó a verguiar.

“A mí me trayeron”, dice en un quejido el delincuente
“te traía tu puta madre” grita de pronto un valiente.

“Tienes muchos pinches huevos”, “pinche ratero culero”
--Ya estuvo, banda, ya estuvo-- grita doliente el ingenuo.

Al verlo en el piso vuelve el güey que había escapado,
le mete un putazo en seco, y se regresa al otro lado.

“¿Venías bien león no, puto?” Le dice el vato de rojo,
“¡Pa’ que sientas lo que sentimos” habló por México el morro.

"¡Pa que sientas lo que sentimos, hijo de tu reputa madre!"
Palabras del un héroe justo, que se vuelven inmortales.

Le pegan con gran dulzura, me conmueve ver la escena:
desgarran sus vestiduras y hasta el culo le patean,
dos ganchos bien colocados le mete el güey de la gorra,
y patadas en los güevos, son del pueblo la victoria.

No mamen, banda, mis tennis” dijo el rata preocupado.
Se los chingó un don de azul que también le dio un putazo.

¡Qué madriza tan bonita, para una tarde bohemia.
Es la cosa más hermosa que he visto en esta pandemia.

El verde en esa chamarra, el blanco arrancado del pecho,
y el rojo del que gritaba "chinga tu madre", culero,
son nuestra nueva bandera, son el fervor de este pueblo,
les daría yo una caguama, pero ya se ganaron el cielo.




***

CORTÍSIMA AUTOBIOGRAFÍA

Ernesto Navarrete (realmente llamado Luis Ernesto Navarrete García) nunca gustó de su primer nombre por contener dos vocales débiles. Siempre quiso ser recordado con su nombre, tal como los escritores, los actores o los presidentes y no con un título como profe, licenciado o maestro. Fue actor, escritor premiado por la suerte, pero nunca famoso, era poeta de clóset, profesor de lenguas y torero en sus más profundos sueños. Su mayor miedo fue la muerte, ésa que sólo llega con el olvido. Fue diagnosticado con locura por sus conocidos desde los 8 años, pero amaba esa enfermedad más que a su propia vida, amaba su locura tanto como enseñar, tanto como un buen café y un puro, tanto como el aplauso del público. Ernesto Navarrete fue apasionado, fue soberbio, fue noble y generoso; de gustos extravagantes y de amigos sencillos. Ernesto Navarrete nunca murió y así se cumplió su más grande sueño, aún existe quien lo recuerda y escribe "Ernesto Navarrete" sin "h", sin otro apelativo, sin el "Luis", sin adjetivos y sin añoranza. Aún existe alguien para quien él fue de esas personas que se quedan grabadas en tu vida, y que jamás se van...




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