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Tachas 399 • The Stand y L'Effondrement: el fin del mundo (otra vez) • Óscar Luviano

Óscar Luviano

Oscar Luviano
The Stand y L'Effondrement: el fin del mundo (otra vez)
Tachas 399 • The Stand y L'Effondrement: el fin del mundo (otra vez) • Óscar Luviano

Las fiestas navideñas pasadas, a la par que han terminado por ser el cultivo más eficiente para la ola más numerosa de contagios, fueron ocasión de la más reciente, pero no última, adaptación de una novela de Stephen King a la pantalla serializada: el segundo intento por trasladar una de las peores obras del de Maine, inexplicablemente bendecida por su fandom, The Stand (1978), publicada en España en dos versiones como La danza macabra y Apocalipsis.

The Stand es una obra de su momento y de las circunstancias de su autor, mezcla la obsesión setentera por el apocalipsis nuclear y de los tormentosos intentos de King por desengancharse de la coca y del alcohol en un momento en que el mercado editorial le pedía más y más material. El resultado, como lo reflejan fielmente su adaptación de 1994 y ésta de 2020, es un extraño híbrido entre Tolkien y las portadas de los discos de Iron Maiden, oloroso a panfleto cristiano.

Una pandemia de gripe (no la del covid-19, sino la del muy bello nombre de “el Capitán Trotamundos”) propagada accidentalmente por el gobierno norteamericano, acaba con casi toda la población mundial. Los sobrevivientes gringos son llamados en sueños por eso que en las contraportadas de los libros de King se conoce como “dos figuras enigmáticas”: una campesina anciana, Abigail, interpretada por Whoopy Goldberg, y una especie de rockero en chamarra de cuero, Randall Flagg (Alexander Skarsg), villano recurrente de la obra de King.

Aquellos comandados por Abigail fundan una comuna de gente muy sana en la frontera con Canadá, mientras que aquellos al mando de Randall se van ¡a Las Vegas!, a hacer lo que se hace estando ahí: beber, jugar a la ruleta entre bailarinas semidesnudas y contemplar duelos a muerte.

Ambas facciones son mutuamente excluyentes, y se enfrentan por el control de un arsenal nuclear, que Randall (el diablo en persona) desea para destruir el planeta (como si no hubiera sido suficiente todo lo anterior). Todo esto tampoco importa demasiado, porque en la novela original y en la primera serie, durante el enfrentamiento decisivo, la Mano de Dios surgía de los cielos (literalmente: una manota) y ponía a todos en su lugar.

King ha prometido un nuevo final, acorde a este siglo XXI, para esta nueva versión. El gran problema de la serie no es, sin embargo, el literal deux ex machina, sino sus ideas un tanto primitivas del bien y del mal, donde destaca un extraño vínculo entre las rubias y la villanía. Las platinadas son suicidas, violentas (una le dispara al sordomudo que la rechazó) o caen bajo los atractivos sexuales del diablo. Sólo una está con los buenos.

Otro problema es que, por más que uno se esfuerza, no logra conectar con una narración que ya hace 40 años era farragosa y poco atractiva para quien no comulga con la idea de un fin del mundo provocado por un diablo adicto a Blue Oyster Cult.

The Stand es parte de una hornada de títulos prepandémicos que premonitoriamente (en algunos casos de manera asombrosa) se adelantaron a este apocalipsis epidemiológico.

Entre las que se cuentan dos versiones de The War of The Worlds (una de Sky Francia con Gabriel Byrne, y otra de la BBC, ambas con un giro virológico en las técnicas de invasión marciana).

A ellas se suman una adaptación de Utopia (2013), la serie maldita de la BBC, a cargo de Amazon Prime, con un John Cusack como una especie de Elon Musk que desarrolla una carne vegana, pero la inocula de un virus (un coronavirus, nada menos) que podría destruir a la humanidad, a menos que un grupo de freaks logre encontrar las claves para detenerlo, contenidas en un cómic.

De entre las series recientes sobre el posible destino que se nos depara como especie, destaca con méritos que la separan del contingente, una rareza francesa que no concede posibilidades a la bondad en la catástrofe: L'Effondrement (2019), creada por el colectivo Les Parasites (los cineastas Guillaume Desjardins, Jérémy Bernard y Bastien Ughetto, desarrolladores de cortometrajes, en un canal de YouTube y Canal+.

La serie tiene ocho episodios, cada uno integrado por un solo plano secuencia de 15 minutos, y narra de manera coral el colapso al que su título en francés se refiere, a través de diversos personajes que no huyen del diablo o de un virus, sino de la caída de la civilización: un cajero de supermercado que roba comida para sus amigos; el dueño de una gasolinera reconvertido en el tirano de los automovilistas desesperados; un millonario que tiene 13 minutos para alcanzar el avión que le llevará a una isla santuario; los sobrevivientes que arriban a una aldea, rebosante de agua y comida, en la tensa espera de saber si serán admitidos o tal vez ejecutados; los técnicos que luchan por echar a andar una central nuclear; el último enfermero que resiste al cuidado de ancianos enfermos, y una mujer en un yate de lujo enfrentada a los drones letales que custodian la isla en la que se ha comprado un pasaje a la sobrevivencia.

Realista y sin licencias, con un uso del plano secuencia que imprime una urgencia sofocante a cada uno de los episodios, en los que sólo hay espacio para la huida, L'Effondrement es una dura lección sobre el espíritu humano que se impone cuando hay que elegir entre la supervivencia propia o la del vecino, y es la serie que con más sinceridad propia retrata esta pandemia, en la que se ha pasado de acaparar papel higiénico a la reivindicación de la negativa de usar el cubrebocas como un ejercicio de libertad personal.

The Stand puede verse en Amazon Prime en renta, y L'Effondrement en Filmin. 




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Óscar Luviano (Ciudad de México, 1968). Narrador y poeta. Cuentos suyos se incluyen en Nuevas voces de la narrativa mexicana (Planeta, 2003) y en Así se acaba el mundo (SM, 2012). Colabora en diversos medios y publicaciones.

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