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Tachas 401 • 2021, Partidas prontas [I]: La película invisible de Jean-Claude Carrière • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

Jean-Claude Carrière
Tachas 401 • 2021, Partidas prontas [I]: La película invisible de Jean-Claude Carrière • Fernando Cuevas
Tachas 401 • 2021, Partidas prontas [I]: La película invisible de Jean-Claude Carrière • Fernando Cuevas



El profundamente brillante escritor, guionista y actor de ocasión Jean-Claude Carrière (Hérault, 1931 - París, 2021), a lo largo de su trayectoria exploró los elementos subyacentes a las conductas y acciones que aparecían en la superficie: su inclinación surrealista le permitió plantear en sus textos ciertas posibilidades para sumergirse en las aguas del inconsciente que se encuentra cohabitando en el extraño universo de los sueños, por momentos vueltos pesadillas, donde predomina una lógica temporal distinta, tal como sucede con la narración cinematográfica.

Después de su debut como novelista a mediados de los cincuenta, entró de lleno al mundo del cine a través de algunos cortos, participando profusamente con Peter Étaix (El pretendiente, 1962; Yoyo, 1965; Mientras haya salud, 1966; Le Grand Amour, 1969), alrededor de las ausencias, confusiones y obsesiones de la vida amorosa, y haciendo intrigante mancuerna con Luis Buñuel, otro artista de surreal perspectiva aquí en su etapa francesa, firmando los guiones de Diario de una camarera (1964), Bella de día (1967), La Vía Láctea (1969), en la que también se puso frente a cámara; El discreto encanto de la burguesía (1972); la crítica surrealista de El fantasma de la libertad (1974) y Ese oscuro objeto del deseo (1977), siempre buscando alumbrar las zonas oscuras de la psique en donde se presentan rupturas emocionales.

Unió esfuerzos con Louis Malle (Viva María, 1965; El ladrón de París, 1967), al igual que con Jesús Franco (Cartes sur tables, 1966; El diabólico doctor Z, 1966) y Jaques Deray (La piscina, 1968, de la que realizó un remake titulado A Bigger Splash [Guadagnino, 2015]; Brosalino, 1970; Un instante de amor, 1971; Funeral en Los Ángeles, 1972; Le gang, 1975). Acompañó a Milos Forman desde su debut en Estados Unidos (Búsqueda insaciable, 1971), hasta varios años posteriores (Valmont, 1989; Los fantasmas de Goya, 2006), llevando a la pantalla a personajes memorables en estado de confusión vital.

Tras participar en Pour un amor lointain (Séchan, 1968), llevó su novela L’alliance al cine bajo la dirección de Christian de Chalonge en 1970 y realizó el escrito para Liza (Ferreri, 1972), el drama de separación matrimonial forzada de El derecho de amar (Le Hung, 1972), con Omar Shariff; Tamaño natural (Berlanga, 1974); la exploración delos vínculos amorosos en forma de trío vista en Sérieux comme le plaisir (Benayoun, 1975) y La sangre de la orquídea (Chéreau, 1975), con una joven Charlotte Rampling en plan escapista. Contribuyó con Peter Fleischmann en La faille (1975) y la cienciaficcional El poder de un Dios (1989), cuya novela fue retomada en la notable Qué difícil es ser un dios (German, 2013).

Desplegó su gran capacidad para la adaptación de textos literarios muy conocidos a la pantalla, como se advierte en el caso de las cintas homónimas de El tambor de hojalata (1979) de Grass, llevado al cine por Volker Schlöndorff, con quien también colaboró para El ocaso de un pueblo (1981) El amor de Swann (1984) y Ulzhan (2007); El general del ejército muerto (1983), debut de Kadaré llevado al cine por Luciano Tovoli; La insoportable levedad del ser (1988) de Kundera y dirigida por Philip Kaufman con la presencia triangular de Juliette Binoche, Lena Olin y Daniel Day-Lewis, y Memoria de mis putas tristes (2011) de García Márquez y realizada por Henning Carlsen, con quien produjo Oviri (1986)

Varios de sus principios escriturales los integró en el revelador libro La película que no se ve (1994, Paidós, 1997), en el que reflexiona acerca de la desaparición del guion en esa niebla que son las imágenes, pero que de una forma oculta permanece acaso cobrando una forma distinta: la creación de personajes más allá de acciones y motivaciones para tratar de llegar a los territorios donde predomina el subconsciente y los impulsos cargados de irracionalidad, fue una constante en su labor como guionista, así como el análisis, deconstrucción e innovación del lenguaje fílmico.

Mostrando notable capacidad para abarcar temáticas de amplio espectro hasta aquéllas que se centran en el radar íntimo, escribió Salve quien pueda, la vida (1980), poniendo el ojo en el sexo y sus varias aristas; en complicidad con Jean-Luc Godard el drama carcelario Black Mirror (Jolivet, 1981), El regreso de Martin Guerre (Vigne, 1982), de la cual se desprendió la versión estadounidense titulada Sommersby (Amiel, 1983); así como las cintas de época Dantón (1983) y Los poseídos (1988), ambas dirigidas por Andrzej Wajda; Cyrano de Bergerac (1990) y El jinete en el tejado (1995), realizadas por Jean-Paul Rappeneau, y Chinese Box (Wang, 1997), contrastando las emociones cercanas y los conflictos entre los deseos y las posibilidades con los contextos históricos.

A partir del nuevo milenio, construyó varios guiones para películas televisivas y el desconcertante texto que sustentó el filme Birth (Glazer, 2004), sobre un niño que afirma ser la reencarnación del esposo muerto de una mujer, con todas las implicaciones sicológicas del caso. En su etapa final contribuyó con Michael Haneke en la inquietante El listón blanco (2009), con Fernando Trueba para El artista y la modelo (2012), con Louis Garrel en la comedia Amante fiel (2018) y con Julian Schnabel en Van Gogh en la puerta de la eternidad (2018), ya con toda la sabiduría para plasmar complejas y verosímiles relaciones personales, sociales y de carácter artístico.




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